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Ed. Lugar Editorial, año 1995. Tamaño 23 x 16 cm. Traducción de Claudia Hercman. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 126

relato-de-mi-analisis-con-winnicott330Estamos en deuda con la Dra. Little por compartir con nosotros la historia de sus análisis personales. Su relato es de enorme importancia para psicoanalistas y psicoterapeutas debido a su experiencia directa en un purgatorio interno por el cual muchos de nosotros no hemos tenido que pasar, o bien no hemos encontrado quien nos guiase a través de él. Su relato acerca de sus tres experiencias analíticas es invalorable, ya que también ella es analista y comparte con nosotros sus experiencias en tres diferentes clases de análisis: junguiano, freudiano clásico, y de relaciones objetales. Esta valiosa experiencia comparativa me recuerda a My Kleinian Home, de Nini Hermann, donde también ella ha pasado por tres diferentes clases de análisis, sólo que el tercero era un análisis kleiniano.

La Dra. Little nos ofrece una perspectiva indirecta aguda de una psicosis de transferencia, que difiere de la neurosis de transferencia en virtud de la regresión cataclísmica y desorganizadora que ocurre en la primera. Esa cualidad y profundidad de una experiencia que desgarra el corazón y la mente, pocas veces han sido descriptas subjetivamente con tanto patetismo y claridad, en especial por un analista. Ella nos describe claramente las raíces que tiene esta psicosis en la primera infancia y en la niñez, y nos permite ver la intimidad de sus fluctuaciones transferenciales que el ambiente de sostén «suficientemente bueno» y a veces «no suficientemente bueno» de Winnicott permitía desarrollar. Al leer tanto a Winnicott como a Little (en ésta y en sus otras notables contribuciones acerca del tema en especial Transference Neurosis and Transference Psychosis) se tiene la impresión de que se debe formular una «posición» que acompañe o anteceda aquella que Klein designa como «la posicion esquizo-paranoide», y que requiere «provisión ambiental».

Winnicott expandió las concepciones de Freud, Abraham y Klein acerca de la existencia infantil temprana: aparentemente tomó el narcisismo primario al que adhirieron los dos primeros, y el infante rudimentariamente separado y necesitado de Klein, y los combinó para formar una pareja entre el infante pasivo que «es» (el prototipo normal para el verdadero self), que necesitaba un sostén intuitivo (y silencioso), y el infante «activo», que «hace» (el prototipo normal para el «falso self’) que necesitaba buscar y utilizar el pecho. Consecuentemente, aparece que el self «que es» de la Dra. Little debe ser localizado, unido, sostenido y autorizado para curar intuitivamente de modo que ella pudiera estar preparada y «equipada» para los rigores y las fantasías controvertidas, en primer lugar, de la relación «paranoide» con el objeto, y luego de la «etapa de preocupación por» (posicion depresiva de Klein). En otras palabras, existe una etapa de «estar uno con» (narcisismo primario: «El bebé no existe. Lo que existe es sólo una madre y un bebé») junto al bebé separado y necesitado. El primero necesita tanto ser encontrado como no ser encontrado nunca, una de las paradojas dialécticas más profundas del trabajo de Winnicott.

Al ser encontrado, sabe que es amado y es significativo para la madre sin tener que pedirlo. Así es como se afirma. En la medida en que no sea encontrado, no se violan su inocencia, su privacidad, su unicidad. Se le permite tanto «ser» como crear los objetos del mundo provistos para él en el momento, para que él crea que ha creado —y luego descubierto— el objeto. Por lo tanto es seguro que se permita necesitar el pecho materno que él ha creado/descubierto, de cuya experiencia resulta el «gesto espontáneo», definición propia de Winnicott. Winnicott no sólo tuvo en cuenta una vía doble para el desarrollo infantil, sino también una omnipotencia normal, que a menudo llamaba «ilusión», y se ocupó en la patología de su ausencia en su concepción de privación y deprivación. Trató la patología de su presencia en el «fantaseo», lo que él consideraba omnipotencia patológica, a diferencia de las «fantasías» propias del mundo interno, que él consideraba la contraparte normal del mundo de la realidad externa y claramente separada del «fantaseo». Consideraba al espacio de interacción entre el infante y su madre -y simultáneamente del espacio entre el infante y sus creaciones espontáneas- como «espacio potencial», que luego definía el espacio para la regresión analítica. Me he explayado acerca de los conceptos de Winnicott porque la Dra. Little nos ha ofrecido una vasta demostración del trabajo que realizó con ella donde estas ideas parecen destacarse.

También le debemos a la Dra. Little otro favor: el habernos dado una imagen íntima del modo en que Winnicott condujo su tratamiento, de cómo interpretaba, de cómo no interpretaba, cómo le ofreció un «ambiente de sostén» o «manejo ambiental», cómo le ayudó a que creara un «espacio potencial» para la ilusión creativa, cómo estimulaba y alentaba su interés en los «objetos transicionales»; y además, el habernos dado una idea de cómo era él como ser humano, detalles que comparte discretamente con los temas acerca de su propia vida y de su salud por los cuales él creía que ella debía ser valorada. La Dra. Little nos mostró claramente el modo en que él afrontaba la ira (la de él y la de ella) y otras formas de agresión, en especial la afirmación del self, que aparentemente solía estimular. Yo estaba especialmente interesado en el hecho de que él eligiera un paciente a la vez para realizar un tratamiento de regresión profunda. No podía con más de uno. Los otros pacientes debían esperar su turno. Lo incomprensible es cómo se las arreglaba para retardar el tratamiento de aquellos que aguardaban. También me intriga la sugerencia de que Winnicott, tal como Little lo describe, aparentemente creía que una de las consecuencias ineludibles de esta regresión cataclísmica profunda en el paciente era una correspondiente regresión en el analista, quien también debía mantener rigurosamente su yo observador sano. Tal vez esa sea la razón por la cual Winnicott no aceptaba llevar a cabo más de una regresión por vez.

Gracias a la Dra. Little ahora tenemos una idea de lo que fue Winnicott como analista, como el que cura, y como persona. Rara vez Winnicott revelaba su verdadera técnica para tratar adultos, excepto en cortos fragmentos anecdóticos. Una excepción es Sostén e interpretación: Fragmento de un análisis (1972). El relato de la Dra. Little es único ya que revela la técnica de Winnicott desde la perspectiva de una avezada profesional psicoanalista y paciente. Al leer los trabajos de Little y de Winnicott tenemos la impresión de que con él estamos ante el verdadero padre del concepto de «alianza terapéutica». Aparentemente, él se ha conducido con la Dra. Little de una manera similar a la que él describía como interacciones madre-infante, en una relación de pares más que de jerarquía entre el pecho y el infante al que alimenta, como era (como es) el caso del pensamiento kleiniano.

El trabajo de Winnicott y de sus Seguidores (con sólo oír ese término se hubiese horrorizado, ya que él evitaba que lo «siguieran» o que lo idealizaran) está siendo aceptado cada vez más. Winnicott era ya ampliamente conocido por su concepto de objetos transicionales, por el ambiente de sostén y por la preocupación maternal primaria, y el mundo analítico ha tomado conciencia en forma lenta pero segura de que, a pesar de su lenguaje engañosamente práctico y de que la mayoría de sus contribuciones fueron dirigidas a audiencias legas, él no era un «Dr. Spock británico», sino un metapsicólogo sofisticado y sensible cuyas contribuciones han sondeado las profundidades ontológicas de nuestra existencia, han «transicionalizado» la perspectiva psicoanalítica del sujeto a la indivisibilidad de la díada, ha introducido la «tercera dimensión» de la dialéctica, la ironía y la paradoja a una estructura psicoanalítica teórica que no sabía que aún se encontraba atrapada en la «primera dimensión» del «o… o» (una cosa u otra), y ayudó a legitimizar los aspectos terapéuticos (y por lo tanto positivos) de la contratransferencia.

Sus conceptos sobre la privación, la deprivación y la intrusión añadieron precisión y claridad a las consecuencias introyectivas de los cuidados parentales patológicos y sentaron las bases para la teoría del déficit en las relaciones objetales. Winnicott (1965) afirmó: «La psicosis es una enfermedad provocada por las fallas ambientales». Su concepto acerca de la «tendencia antisocial» fue el anticipo de la posterior obsesión de la psicología del self con etiquetar, y más aún, con las contribuciones de Fairbairn, sentaron las bases del concepto de los trastornos de las personalidades narcisistas y borderline, incluyendo la división vertical («verdadero self»/»falso self») y la división horizontal (consciente/inconsciente).

Existen otras razones por las cuales Winnicott no ha sido mejor apreciado hasta ahora, por lo menos en Gran Bretaña y en los Estados Unidos, a pesar de que su trabajo ha tenido gran popularidad en Francia, Australia, Sudamérica y en otras áreas. El ha desarrollado sus ideas en parte como consecuencia de su relación con Melanie Klein. Era pediátra y se dedicaba al análisis clásico cuando se sintió profundamente impresionado por las ideas revolucionarias de Klein. Mientras tanto, Klein se había enfrascado en duros debates «eclesiásticos» con la Escuela de Viena, y en especial, con Anna Freud; rivalidad que trascendió la muerte de ambas y que significó uno de los capítulos más bochornosos y lamentables de la historia del psicoanálisis. La «guerra» provocó tal polarización que Klein —al igual que S. Freud, que exigía pruebas de lealtad por parte de sus seguidores— demandó una adherencia estricta a sus ideas como requisito para ser miembro de su grupo. Klein y Riviere rechazaron el trabajo de Winnicott por carecer de valor, y aseguraron que se trataba del resultado de su enfermedad (Rodman, 1987, carta 25). También existió un contraste entre la opinión de Winnicott y la de Klein acerca del grado de desarrollo del yo del recién nacido (Winnicott, 1962, cap. 16).

Winnicott, quien apreciaba en gran medida el trabajo de Melanie Klein, no aceptó el hecho de tener que sumir sus ideas en conformidad con las de ella; por otra parte, mantenían diferencias sustanciales referentes no sólo al tema de la realidad per se, sino también a su inclusión en la teoría y la técnica psicoanalíticas.

Así, Winnicott había quedado atrapado en una guerra entre dos polos, donde no podía adherirse a ningún bando, y se hallaba en la misma situación de otros analistas británicos como Fairbairn, Balint, Bowlby, Khan, Little, Milner y otros, quienes a pesar de tener predisposición por las ideas de Klein, no podían renunciar a destacar la importancia técnica de la realidad. De ese modo, Winnicott formó parte de la llamada escuela de relaciones objetales, hoy denominada El Grupo Independiente. Al releer recientemente los trabajos publicados de Winnicott, quedé impresionado por lo kleiniana que resultara la base de su orientación, pero también por lo innovador de Klein que fue Winnicott. Lo que distinguió su trabajo ( y el de otros miembros del Grupo Independiente) es la gran importancia que le atribuyeron a la relación entre la realidad y la fantasía. La fantasía tenía un papel de gran importancia en la teoría kleiniana y para el Grupo Independiente, la realidad era la contraparte y la instigadora de la fantasía.

Winnicott, por alguna razón, parece haber comprendido que las prácticas parentales deficientes e intrusivas tenían un efecto destructivo en el desarrollo infantil por encima de la concepción de Klein acerca del simple permiso de los padres respecto de la destructividad infantil innata. Me extenderé sobre este tema ya que, si bien es sutil, resulta importante para los psicoanalistas.

Uno de los legados de la segunda teoría de psicoanálisis de Freud (la primera fue la represión de los recuerdos sexuales traumáticos) fue la del sentido inherente de culpa que el ser humano adquiere desde el nacimiento debido a sus fantasías inevitables e inexorables con respecto a la excesiva apropiación de la persona de uno de sus padres y a la agresión asesina hacia el otro, es decir: el complejo de Edipo. Para la técnica psicoanalítica, el resultado de esta segunda teoría fue el de cambiar el énfasis de la realidad a la fantasía y, más aún, de cambiar el sentido de responsabilidad por la enfermedad emocional de uno del exterior al interior, es decir: el paciente debía aceptar que aunque hubiera sido maltratado en su infancia o en su niñez, los únicos elementos de importancia para el psicoanálisis eran sus propias respuestas ante el abandono o la intrusión.

La razón fundamental de esta perspectiva aparentemente unilateral y ascética era la necesidad supuesta del paciente de «hacerse cargo» de sus propias reacciones ante los traumas originados en el abandono y la intrusión de su crianza en lugar de culpar, exonerándose a sí mismo antes de ascender a la propia aceptación del self ontològico (existencial de uno). En otras palabras, una vez descontada toda la compleja metapsicología, el infante-paciente necesitaba «hacerse cargo» de su responsabilidad por su dilema para poder «conocer» su self. Si bien la teoría psicoanalítica lo había tomado desde un principio, no había sido suficientemente explicado el hecho de que la segunda teoría del psicoanálisis de Freud surgió de la perspectiva hermenéutica del infante, cuya proclividad narcisista lo/la lleva a responder por (hermenéuticamente) todos los sucesos de la realidad externa como si estuvieran ocasionados por impulsos internos, sin contar aún con la madurez para explicar un mundo separado del self que posee un agente de causalidad separado.

Winnicott era consciente de esta perspectiva freudiana clásica, que tuvo mayor énfasis aún en la técnica kleiniana, pero también contaba con la experiencia de ser el Director Médico de Paddington Green, un hospital y clínica para niños. Allí tenía la posibilidad de observar de cerca la interacción madre-infante. Por lo tanto, él corrigió la teoría de Klein desde su perspectiva, no la rechazó. Enfatizó la naturaleza de la relación entre la pareja de crianza y la importancia de que la madre acepte el primario «estar uno con» su hijo, su capacidad para satisfacer, para cuidar, y para dedicarse a la supervivencia y el crecimiento del bebé. Seguramente Winnicott apuntaba a la importancia del medio inicial de este nuevo ser humano, la «provisión ambiental», el «ambiente de sostén», etcétera. Winnicott aparentemente destacó que el infante no es tal sin su madre; de ese modo ayudó a iniciar un cambio importante en el enfoque psicoanalítico: del self unitario a la relación indivisible entre dos (madre-bebé), que se convirtió en la fuente de la psicología del self. Más aún, sus conceptos se correspondieron con los de Bowlby y los de Stern. Tal vez pudiéramos resumir adecuadamente el enfoque de Winnicott de la siguiente manera que constituye una reafirmación de lo que dije anteriormente:

El ser del infante-paciente debe ser separado por un medio de provisión ambiental («ambiente de sostén») para transformarse en un ser que lucha, que necesita, que desea, un self Hacedor, capaz de realizar una neurosis de transferencia con conflictos edípicos. De lo contrario, el analista debe convertirse en el sustituto real del ambiente de sostén ausente del pasado y debe preparar al paciente para un «análisis neurótico- mediante su propio sostén.

En cierto modo, Winnicott ha promovido aquello que Searles había denominado relación simbiótica. Considero que la esencia de ese punto de vista se aproxima a la «curación» y que puede trascender la «terapia». Lo que nos queda a nosotros es validar las posiciones de Winnicott y de Searles y sentar las bases para compartir, tocar, conversar, ayudar, ¡para ser amigo!

Aparentemente, Margaret Little fue víctima de padres temerosos y discordantes, pero fue beneficiaria de uno de los grandes «curadores» y «terapeutas» del psicoanálisis. Le estamos agradecidos por revelarnos parte de su método.

INDICE
Introducción
PARTE I, El trabajo de Winnicott donde predominan las angustias psicóticas. Un informe personal
1- El riesgo que implica contar mi propio análisis
2- Picoterapia con el Dr. X, 1936-1938
3- Psicoterapia con Ella Freeman Sharpe, 1940-1947
4- Psicoterapia con D. W. W., 1949-1955, 1957
5- A posteriori, 1957-1984
6- Winnicott, el maestro
PARTE II, Sobre el valor de la regresión a la dependencia
7- El valor de la regresión
8- Explorando las angustias psicóticas
9- Robado del bolso de mi madre
EPÍLOGO: Sobre Donald Winnicott
Comentario final
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