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Ed. Universidad del Sur, año 1960. Tamaño 21 x 15,5 cm. Estado: Usado muy bueno. Cantidad de páginas: 82
Lo que va a leerse es una exposición de los trabajos de ciencia y técnica del «Semanario de Agricultura, Industria, y Comercio», publicación que nació y murió en el Buenos Aires Virreinal en los prodromos de nuestra Revolución de Mayo. Se juzga que dicha exposición es apropiada para tener una vista panorámica de lo que eran la ciencia y la técnica en la época de la publicación del «Semanario». Si algún juicio sobre el particular puede emitirse ahora, a más de siglo y medio de dicha época, es que el valor del conjunto de trabajos científicos y técnicos publicados en el periódico de Vieytes es pequeño si se lo mide en relación con los que en la primera década del siglo pasado se publicaban en Europa y que, por lo tanto, es de significación muy pequeña, casi nula, la contribución de esos trabajos al acervo científico y técnico mundial. En tal sentido podría reputarse como inútil o, en él mejor de los casos, pueril, la labor de un historiador de la ciencia que se ocupase del tema de este trabajo.
Pero quien esto escribe no ha ido a buscar en el «Semanario» material de investigación para el historiador de la ciencia, sino un elemento para llegar a entender el drama de la Historia Argentina. Y ha visto en la obra de Vieytes, en el espíritu con que la emprendió y llevó a cabo, en la identificación de su manera de concebir el patriotismo con la manera como lo concebían Moreno, Castelli, Belgrano y como lo concibieron después muchos otros argentinos, la tradición de la historia argentina. Y ha visto en la manera de concebir el patriotismo de quienes combatieron a estos hombres y a los continuadores de ellos, la tradición de la antihistoria argentina.
Tradición de la historia y de la antihistoria. Se enfrentan hasta en el lenguaje en que se expresan. Leemos a Vieytes, a Moreno, a Belgrano y en sus palabras encontramos un amor ilimitado a todos los argentinos, un inflamado deseo de que el bienestar de todos sea una realidad, una tolerancia por todo lo que no sea la haraganería, el vicio y la corrupción; pero aun en ellos ven los resultados de una mala organización social y no motivos para abominar del hombre argentino. La antihistoria se expresa por consignas bárbaras, de odio entre argentinos: «Mueran los salvajes, inmundos, asquerosos unitarios», «Religión o muerte»…La tradición de la historia quiso y quiere una nación libre y soberana integrada por hombres libres y felices. La tradición de la antihistoria quiere la estructura colonial con un simple cambio de amos; de los otros por los de turno en cada época. Por una aberración trágica, se confunde a la tradición de la antihistoria argentina con la tradición argentina y a la tradición histórica se la identifica con no-tradición, con actitud descastada y extranjerizante o foránea, en el caso de Moreno, Belgrano y Vieytes, afrancesada. Pero ya sabe el autor de este trabajo que la tradición histórica argentina tiene vigorosas raíces y no debe ceder ante la confusión en que bien o malintencionadamente se quiere crear en una especie de intento de subvertir valores.
En este esfuerzo por consolidar la tradición histórica argentina, el,»Semanario», su espíritu, sus intenciones constituyen un programa, un mandato y una bandera que luminosamente se proyecta sobre el «telón de fondo de la Colonia», pese al tiempo transcurrido y a los esfuerzos de los tramoyistas por ocultar a nuestra vista ese telón y a quienes se creen los amos de turno…
El 1º de Setiembre de 1802 hizo su aparición en Buenos Aires el número inicial del «Semanario de Agricultura, Industria y Comercio» fundado y dirigido por el futuro miembro de la Junta Provisional Gubernativa, Don Juan Hipólito Vieytes. Fue precedida la publicación del «Semanario» por la de un «Prospecto», especie de programa que se proponía cumplir el «editor» con la empresa que acometería. En el «Prospecto» dice, entre otras cosas: «En él (el Semanario) se tratará de la agricultura en general, y los ramos que le son anexos, como son cultivos de Huertas, plantío de árboles — riegos y más. De todos los ramos de industria que sean fácilmente acomodables a nuestra presente situación, del comercio interior y exterior de estas Provincias: de la educación moral: de la economía domestica: de los oficios y las artes: de las providencias del gobierno para el fomento de los labradores y artistas: de los elementos de química más acomodados a los descubrimientos útiles, a la economía del Campo y a la mejor expedición de los oficios y las artes». (Pág. VII, Tomo 19).
El principal móvil de Vieytes al publicar su periódico debe buscarse en su convencimiento de que la agricultura, es imprescindible para el progreso de los pueblos, ya que » …la agricultura es la primera, la más noble, la más indispensable ocupación del hombre, que es la base de las sociedades, la que alimenta al Estado y la que hace a los hombres sencillos, fieles y honrados: a ella sola le son deudores los pueblos de su riqueza y opulencia, y sin ella yacerían para siempre sepultados en la opresión y la miseria». (Pág. III, Tomo 1º). Por ese motivo, según el «editor» del futuro «Semanario», entre todas las naciones de Europa «…apenas habrá alguna que no promueva con el mayor empeño los ramos de agricultura e industria, creando a este efecto diariamente nuevas Sociedades económicas y erigiendo cátedras de Agricultura y Química, únicos medios que pueden propagar generalmente los conocimientos de unos principios tan esenciales al labrador y al artista» (Pág. III Tomo 1º). Agrega con cierto patetismo no exento de actitud profética:
«Ya es llegado el tiempo en que la voz del sabio (sin que le sirva de obstáculo la inmensa extensión del océano que nos separa) se dexe oír distintamente en el centro de nuestras modernas poblaciones: ya no echamos menos en ellas algunos pocos dedicado« que consultan y estudian por principios al Químico, al Botánico, al Agrónomo. Pero ¿de qué utilidad podrá servir para el común de nuestros labradores el que un compatriota se forme en el silencio de su gavinete, que atesore solo para sí, que no difunda y propague aquellos conocimientos que adquirió, y que unos libros tan útiles se hallen solo circunscriptos a la pequeña esfera de un estante ? Mientras el ciudadano admira los principios de la mas profunda teoría y cotejados a la práctica los encuentra en un todo ajustados y precisos; el pobre habitador de la campaña se mantiene aislado y entregado a sí mismo siguiendo la rutina que aprendió de sus mayores sin adelantar un paso. Jamas podrá éste abandonar su errada práctica, y seguir un método de trabajo mas sencillo y menos dispendioso si en los términos de su patrimonio y su heredad no encuentra un bienhechor que prácticamente le convenza a seguir otro camino más corto en su exercicio y por el qual pueda seguramente prosperar». (Pág. III A IV, TOMO 1º)
Surge de lo anterior que el «Semanario» propenderá, entre otras cosas, al desarrollo de una ciencia aplicada a racionalizar las actividades prácticas de interés económico. La confianza de Vieytes en los resultados que se obtendrían con ese desarrollo en el dominio de la agricultura y la industria es ilimitada y a más de siglo y medio de distancia resulta ingenua y conmovedora. Se da cuenta, sin embargo, de las dificultades que presenta la difusión de esos conocimientos entre los que deben usarlos, en especial los agricultores ya que el trabajador rural del Virreinato «… desconoce enteramente aquel deseo que nace con los hombres de aumentar sus comodidades y sus bienes…» (Pág. V, Tomo 1º) y juzga que se trata de una «… ¡triste situación que mantendrá á nuestra América en la infancia por un tiempo ilimitado, si de común acuerdo no ocurrimos a inflamar el corazón del labrador haciéndole recordar el letargo en que le ha sepultado su inacción!» (Pág. V, Tomo lº).
Para llevar adelante su programa cuenta Vieytes con la ayuda del «actual sabio gobierno» y de los párrocos de la campaña del Virreinato y dirigiéndose a ellos les dice: «…de vosotros es de quienes espera el labrador recibir los preceptos más sensillos de quanto debe practicar para mudar su triste situación… » y más adelante » .. .y esta repentina revolución no conocerá otro autor que a vuestro zelo y a vuestro amor patriótico» (Pág. VIII, Tomo 1°). Esta confianza en la colaboración que, esperaba el entusiasta «editor» del «Semanario», prestarían los párrocos reconoce su antecedente en algo escrito por el abate Rozier, del que nos ocuparemos algo en otro lugar de este trabajo, autor muy citado y transcripto en muchas ocasiones en los diversos números de la publicación de Vieytes.
En efecto, dicho abate había escrito, según el propio «Semanario», que era muy feliz la parroquia que poseía un párroco como uno del país del abate a quien éste conocía y que había dado a sus feligreses campesinos una instrucción mejor que la que ellos hubieran podido obtener leyendo libros sobre agricultura. Dicho cura, una vez ganada la confianza de sus parroquianos, transformaba todos los domingos el atrio de su iglesia en una escuela de agricultura, después de concluidos los servicios religiosos. Para persuadir más a los pastores de almas de que se ocupasen también do cuestiones que hacen al bienestar terrenal de la feligresía que les estaba confiada, Vieytes publica a lo largo de las sucesivas entregas del «Semanario» doce cartas que llevan por subtítulo «De J.H.V. a un hermano suyo Cura de la jurisdicción de Buenos Ayres» en las que analiza y discute temas vinculados con agricultura y la eventual intervención de los párrocos en el perfeccionamiento de la misma.
Parece, sin embargo, que no tuvo mucho eco entre el clero de las campañas del Virreinato el requerimiento de Vieytes, pues éste se queja de la falta de esa colaboración, entre otras, en un artículo titulado Motivos por que se hace dificultosa la subsistencia de este periodico , diciendo, al respecto: «El hacendado ha guardado un silencio…»; «…el comerciante ha creído indigno de su atención…»; «El Parroc::: pero confunda mi pluma en el silencio el respetable nombre de los que debiendo ser el instrumento de la felicidad de las campañas, no han querido ocupar un quarto de hora en leer un pliego de papel con el titulo de Semanario de agricultura». (La alusión sólo queda velada por unos prudentes puntos suspensivos y la falta de la letra final.) (Pág. 290, Tomo 1º).
Pese a la falta de colaboración del agricultor, del comerciante, del hacendado y del Parroc:::, Vieytes sigue adelante con su obra, materializada en la publicación de 218 números del «Semanario» (por error de imprenta aparece como 118 el ultimo número de fecha 11 de febrero de 1807). Contó para ello con su entusiasmo, su espíritu progresista y con la colaboración de algunos raros personajes, casi desconocidos en los relatos de la «Historia grande».
Nos proponemos exponer en qué medida cumplió Vieytes con su propósito en lo que a la ciencia y a la técnica se refiere ya que dichas actividades humanas formaban, como lo dice el «Prospecto» objetivos principalísimos de la publicación hebdomadaria porteña de la primera década del siglo de nuestra incorporación como Estado soberano a la sociedad mundial de naciones.
En primer lugar diremos que dicho propósito fue cumplido en la medida de lo posible en las circunstancias de tiempo y lugar en que se desarrolló la vida del «Semanario». A lo largo de toda esa vida es dable observar antes o después de una «Real Orden» en la que se anuncia que el Rey «se ha servido renovar la libertad de derechos de internación y extracción…» una memoria sobre la necesidad de domesticar la vicuña o bien una descripción de cómo fabricar la «sal alkalina mineral»; antes o después de informar que el día 8 ha salido del puerto de Buenos Aires la fragata «La Minerva» con 2700 cueros de novillos…», unas lecciones de agricultura o finalmente antes o después de noticias sobre los acontecimientos militares vinculados con las invasiones inglesas, unas notas sobre los minerales peruanos y su beneficio.
¿ Qué temas trataban los artículos, noticias o memorias sobre asuntos científicos y técnicos publicados en el semanario? La clasificación es muy difícil dada la heterogeneidad de los asuntos que en ellos se exponen; pero a pesar de esa dificultad, los agruparemos de la manera más apropiada para nuestros fines. Quedarán, de este modo, los temas tratados divididos en los siguientes grupos:
I- Exposición de unos «Elementos de Química»
II- Memorias de Mineralogía
III- Lecciones de Agricultura
IV- Vacunación antivariólica
V- Certámenes públicos en la Academia de Náutica
VI- Memorias y recetas referentes a cuestiones particulares
VII- Noticias y misceláneas