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Ed. Gedisa, año 1989. Tamaño 19,5 x 13 cm. Traducción de Carlos Gardini. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 248

Memorias para Paul de Man, Derrida229En estas Memorias, el conocido filósofo y teórico literario, Jacques Derrida, escribe sobre y en memoria de su amigo Paul de Man. Pero lo hace «para hablar del futuro de aquello que nos fue legado y prometido por la obra de Paul de Man». De manera acertada, Derrida se centra en la problemática de la memoria en los textos de de Man y en la filosofía y la teoría en general. Hace un recorrido de sus obras mayores, pero trata también los ensayos aislados en los que de Man se ocupa de Hegel, Heidegger, Hölderlin, Snotin, el problema de la alegoría y otros temas clave.

Memorias para Paul de Man es el primer libro que aparece sobre la obra del Paul de Man tardío. También es el único libro de Jacques Derrida que se ha publicado primero en inglés. Es una obra importante, no sólo para lectores de Derrida y de Man sino para todos aquellos que se interesan por los problemas de la teoría literaria, actual.

Por Jacques Derrida

«…Ayer dije que si he optado por hablar de «memorias» en memoria de Paul de Man, es sin duda para permanecer un poco más de tiempo cerca de mi amigo, para vigilar, asimilar, demorar o anular la separación. Pero lo hago porque la «memoria» era para Paul de Man un lugar (un topos o tema, como ustedes prefieran) de reflexión original y continua, pero aun así generalmente oculta, me parece, a sus lectores. Y como yo no deseaba comentar toda la obra de Paul de Man sino seguir, modestamente, uno solo de sus hilos, un hilo que se cruzaría de manera modesta y limitada con el hilo de la «desconstrucción en los Estados Unidos»,’pensé que el hilo de la memoria podría orientarnos en el pensamiento de Paul de Man y guiarnos durante nuestro pasaje por este laberinto alegórico. A menos que el hilo de Ariadna sea también el hilo hilado por las Parcas. Naturalmente, ustedes advertirán que «memoria» no es aquí el nombre de un simple topos o un tema identificable; es quizás el foco, sin identidad sacro-santa, de un enigma que resulta mucho más difícil de descifrar porque no oculta nada detrás de la apariencia de una palabra sino que juega con la estructura misma del lenguaje y ciertos notables efectos de superficie.

«Memoria» es ante todo el nombre de algo que no definiré por el momento; escogeré sólo este rasgo: es el nombre lo que para nosotros (un «nosotros» que defino solo en este sentido) preserva una relación esencial y necesaria con la posibilidad del nombre, y cuya preservación el nombre asegura. No la preservación como lo que conserva o mantiene la cosa nombrada: acabamos de ver que, por el contrario, esa muerte revela el poder del nombre en la medida misma en que el nombre continúa nombrando o invocando lo que llamamos el portador de ese nombre, quien ya no puede responder a, en, ni por su nombre. Y como la posibilidad de esta situación se revela con la muerte, podemos inferir que no espera la muerte, o que en él la muerte no espera la muerte. Al invocar o nombrar a alguien cuando está vivo, sabemos que su nombre lo puede sobrevivir y ya lo sobrevive; el nombre comienza a acompañarlo en vida, diciendo y portando su muerte cada vez que se lo pronuncia al nombrarlo o invocarlo, cada vez que se lo inscribe en una lista, en un registro civil o una «firma» o signatura (signature). Y si a la muerte de mi amigo sólo conservo la memoria y el nombre, la memoria en el nombre, si algo del nombre regresa a la pura memoria a causa de que cierta función está aquí difunta, «defuncta», y a causa de que el otro ya no está allí para responder, este defecto o ausencia revela la estructura del nombre y también su inmenso poder: es de antemano «en memoria de». No podemos separar el nombre de la «memoria» ni la «memoria»
del nombre- no podemos separar nombre y memoria. Y ello no es así por la simple razón de que la palabra «memoria» sea ella misma un nombre, aunque eso, como veremos en seguida, no carece de interés.

Pero cuando decimos que el nombre es «en memoria de» ¿hablamos de todos los nombres, sean nombre propio o nombre común? ¿Y la expresión «en memoria de» significa que el nombre está «en» nuestra memoria, presuntamente una capacidad viviente para evocar imágenes o signos del pasado, etc? ¿O que el nombre es en sí mismo, en alguna parte allá fuera, como un signo o símbolo, un monumento, epitafio, estela o tumba, un memorando, ayudamemoria, un recordatorio, un auxiliar externo configurado «en memoria de»? Ambas cosas, sin duda; y aquí reside la ambigüedad de la memoria, la contaminación que nos perturba, perturba la memoria y el significado de «memoria»: la muerte revela que el nombre propio siempre podría prestarse a la repetición en ausencia de su portador, convirtiéndose así en un nombre común singular, tan común como el pronombre «yo», que oculta su singularidad aun al designarla, que deja caer en la más común y accesible exterioridad lo que no obstante significa la relación de una interioridad consigo misma».

INDICE
Prefacio
I- Mnemosyne
II- El arte de las memorias
III- Actos
IV- Epílogo