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Ed. Icaria, Barcelona, año 1988. Tamaño 21 x 14 cm. Traducción de Angela Ackerman Pilári. Estado: Nuevo. Cantidad de páginas: 136
Las dos narraciones, Fenitschka y Una divagación, publicadas por primera vez en 1898, tratan de la pasión amorosa de dos mujeres, tan sincera y trágicamente asumida como incompatible con el esquema de comportamiento emocional que la sociedad demanda de ellas. Pero también en sí contradictoria porque, como dice Lou Andreas-Salomé:
«…acaso no son miles las ocasiones que dejan huellas de misteriosa violencia en nuestra vida más íntima por haber sacudido muy tempranamente nuestros nervios y nuestros sueños? ¿Hasta dónde hay que volver atrás en el tiempo? …es la costumbre de muchos siglos, los goces de generaciones de mujeres esclavizadas que nos susurran algo que resuena dentro de nosotras mismas. Es un idioma que ya no conocemos y que solamente podemos entender en los sueños, en los estremecimientos, en las vibraciones de las células nerviosas.»
Lou Andreas-Salomé (1861–1937) fue una intelectual, autora de muchos libros, psicoanalista y compañía espiritual de artistas y escritores (hombres y algunas mujeres) de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Nació en San Petersburgo, hija de un general del ejército ruso y su esposa. Salomé fue la única mujer, junto con cinco hermanos. En busca de una educación más allá de la típica para una mujer en ese lugar y época, a sus diecisiete años, convenció al predicador alemán Hendrik Gillot, veinticinco años mayor que ella, de enseñarle teología, filosofía, religión y literatura francesa y alemana. Cuando Gillot se enamoró tanto de Salomé que planeó en divorciarse de su esposa y casarse con ella, Salomé y su madre viajaron a Zurich para que ella pudiera ingresar en la universidad. El viaje también lo hicieron para beneficiar la salud física de Salomé; a ese tiempo, ella tosía sangre.
Su madre la llevó a Roma cuando ella tenía 21 años. En un salón literario de la ciudad, Salomé conoció a Paul Rée, a quien le propuso vivir en una comuna estudiantil. Después de dos meses, Salomé lo persuadió de aceptarla como compañera. El 13 de mayo de 1882, Salomé había hecho lo mismo con el amigo de Rée, Friedrich Nietzsche (ella escribió un controvertido estudio en 1894, Friedrich Nietzsche in seinen Werke, acerca de la personalidad y filosofía de Nietzsche). Los tres viajaron con la madre de Salomé a través de Italia, y decidieron que debían establecer su comuna “Winterplan”. Cuando llegaron a Leipzig, Alemania, en octubre, Salomé y Rée se separaron de Nietzsche, después de un problema entre Nietzsche y Salomé, en el cual Nietzsche, sorprendentemente, le propuso matrimonio. Creyó haber econtrado en Lou a la única mujer que sería capaz de entenderlo. Ella no lo aceptó y a cambio propuso a ambos hombres enamorados unirse en una tríada de producción y trabajo intelectual.
Salomé y Rée viajaron a Berlín y vivieron juntos hasta unos años antes de su matrimonio célibe con el profesor de lingüística Carl Friedrich Andreas. A pesar de su oposición al matrimonio y de sus relaciones abiertas con muchos otros hombres, Salomé y Andreas permanecieron casados desde 1887 hasta la muerte de Andreas en 1930.
Los problemas causados por la convivencia de Salomé con Andreas, hicieron que el endeudado Rée desapareciera de su vida, a pesar de la seguridad que ella le brindaba.
Salomé fue una escritora prolífica, y escribió varias novelas, obras y ensayos poco conocidas; fue también una creativa feminista. A través de su vida de casada, se comprometió en romances y/o intercambio de correspondencias con el periodista alemán Georg Lebedour, el poeta austro-húngaro Rainer Maria Rilke, y los psicoanalistas Sigmund Freud y Viktor Tausk, entre otros. Da cuenta de muchos de ellos en sus escritos:
«Era de una modestia y una discreción poco comunes. Nunca hablaba de sus propias producciones poéticas y literarias. Era evidente que sabía dónde es preciso buscar los reales valores de la vida. Quien se le acercaba recibía la más intensa impresión de la autenticidad y la armonía de su ser, y también podía comprobar, para su asombro, que todas las debilidades femeninas y quizá la mayoría de las debilidades humanas le eran ajenas, o las había vencido en el curso de su vida.»
Su relación con Rilke fue particularmente cercana. Salomé era quince años mayor. Se conocieron cuando él tenía veintiuno. Fueron amantes durante varios años y se escribieron hasta la muerte de Rilke; fue ella quien comenzó a llamarle Rainer, en lugar de René; le enseñó ruso, a leer a Lev Tolstói (a quien él conocería más tarde) y a Aleksandr Pushkin. Ella le presentó a importantes hombres y a muchas otras personas en el campo de las artes, y se mantuvo como su consejera, confidente y musa a través de toda su vida adulta.
Los estudios analíticos y literarios de Salomé se volvieron muy de moda en Göttingen, el pueblo alemán en el cual vivió sus últimos años, el cual la Gestapo esperó hasta poco después de su muerte por uremia en 1937 para quemar su biblioteca.