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Ed. Tusquets, año 2010. Tamaño 21 x 14 cm. Estado: Nuevo. Cantidad de páginas: 384

El ojo del leopardo, mankellLa historia gira en torno a un joven sueco, Hans Olofson, que vuela a Zambia en la década de los setenta para encontrarse a sí mismo y a la vez cumplir con la promesa que le hizo a Janine, la mujer sin nariz, que fue su norte en la adolescencia a la vez que uno de sus quebrantos. A falta de algo mejor que hacer, Olofson se encarga de la gestión de una granja de huevo con la intención de permanecer sólo unas semanas, pero pasarán veinte años antes de que finalmente pueda liberarse.

Mankell escarba en el lado oscuro del problema entre blancos y negros. El ojo del Leopardo transmite la violencia, la desconfianza, la corrupción y la superstición de los nativos por un lado, mientras por el otro Olofson trae sus valores liberales europeos para influir en la comunidad blanca cercana a su granja. Tanto los negros como los blancos conocen el miedo: los negros temen perder sus empleos y verse dañados por los espíritus que los rodean, los blancos temen a los negros armados con machetes. Dos formas diferentes de pobreza, material y moral, tratando de hallar un punto de encuentro que siempre se aleja un poco más.

Mankell crea personajes que van contracorriente. Wallander no es el típico héroe de acción. Del mismo modo, Hans Olofson está muy lejos de la media de los colonos blancos y cuando se hace cargo de la explotación de la granja, se propone hacer las cosas de una forma diferente. Sin embargo los hechos le confirman que “Un hombre blanco nunca puede ayudar a los africanos al desarrollo de su país desde una posición superior”.

Mientras sus vecinos sólo hablan a los negros para darles órdenes, Olofson trata de hacer amistad con ellos, les proporciona materiales para mejorar sus viviendas, les construye una escuela, incluso adopta a una viuda y sus hijas para cuidar de ellas: están a su cuidado intentado romper las barreras que se interponen entre él y la gente alrededor de él.

Entretejida con la trama africana, el autor intercala los recuerdos de la niñez de Olofson: la ausencia de la madre que lo abandona a poco de nacer, el padre marinero que echa el ancla para cuidar de él amarrándose a la bebida, Sture, el compañero al que abandona por timidez cuando más lo necesita y Janine, la predicadora sin nariz marginada dentro de la propia ciudad.

Las idas y venidas de la narración entre pasado y futuro son continuas formando dos líneas temporales que van resolviendo uno a uno todos los misterios de la narración que finaliza de una forma redonda, plena, sin flecos.

La crítica social subyace tras todo el relato, renegando del papel salvador de los nórdicos en el mundo y desnudando la corrupción política, moral, social y económica de sus compatriotas tanto en su país como en las supuestas ayudas al desarrollo africano.

Pepe Rodríguez