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Ed. Losada, año 1971. Tapa dura. Tamaño 20,5 x 13,5 cm. Traducciónes: Las palabras, por Manuel Lamana; El muro, por Augusto Díaz Carvajal; La náusea, por Aurora Bernárdez; Los caminos de la libertad, por Manuel R. Cardoso y Miguel de Hernani. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 1360

Obras. Novelas y cuentos, SartreA raíz de la última guerra, a partir de 1945, se reveló en la literatura francesa un pequeño pero interesante grupo de escritores nuevos. Entre ellos hay que destacar a Jean Paul Sartre, Albert Camus, Simone de Beauvoir y Maurice Merleau Ponty. Su primer órgano de expresión, el punto donde aparecieron congregados fue la revista Les Temps Modernes.

De todas las figuras nombradas, la de obra más trascendente ha sido la de Sartre. Claro es que para justificar esta prioridad habría que anotar, en primer término, el auge extraordinario alcanzado en aquellos años por la tendencia filosófica existencialista, que no es invención de Sartre, ya que tiene sus raíces más inmediatas en la fenomenología de Husserl y en el existencialismo personal de Heidegger.

“El hombre no es otra cosa que lo que él se hace”, define Sartre en El existencialismo es un humanismo.

LAS PALABRAS (1964) es un ensayo y un conmovedor testimonio de vida. El autor rastrea en su niñez la toma de conciencia de su individualidad e identifica las ventajas y desventajas del contexto familiar que permitió su entrada en el mundo literario: la herencia de los suyos, sus miedos, la ausencia del padre, su desarrollo afectivo dentro una familia sin otros niños, su soledad, y también el llamado que escucha un día por azar y que será el origen de su aspiración a la gloria y deseo de permanencia.

Para acercarnos al niño lector, Sartre introduce, con breves pinceladas, a sus dos familias. No intenta describirlas de manera tradicional, lo hace con la distancia y la ternura del adulto que selecciona y procesa la información que quiere trasmitir.

Convertido en escritor, el niño no quiere sólo entretener, quiere instruir. Sartre sostendría después que el compromiso político es ineludible, que quien escribe debe tener muy presente el mundo que lo rodea y no darle jamás la espalda: denunciar, reivindicar, alertar son tareas del escritor; cambiar el mundo, la consigna.

A pesar de que aquí un hombre de casi 60 años analiza e interpreta su infancia, la mirada es inquisitiva: ¿cómo nace el germen de un oficio?, ¿cómo se nutre esta pasión?, ¿cómo se relaciona el niño aspirante con el mundo de los adultos que otorga, exige y premia? ¿Existe eso que se llama vocación?

Las palabras termina abruptamente con una declaración valiente: la decepción del hombre mayor que se ha dado cuenta de que la literatura no tiene poder. “Durante mucho tiempo tomé la pluma como una espada; ahora conozco nuestra impotencia. No importa, hago, haré libros; hacen falta, aún así sirven. La cultura no salva nada ni a nadie, no justifica. Pero es un producto del hombre: el hombre se proyecta en ella, se reconoce; sólo le ofrece su imagen a este espejo crítico”. Felizmente, a pesar del desengaño, no renuncia a escribir. Hacerlo hubiera sido un suicidio.

EL MURO (1939) está compuesto por cinco novelas cortas que el autor definió como «cinco pequeños desastres trágicos y cómicos». Las novelas que lo conforman son: El muro, La cámara, Eróstrato, Intimidad y La infancia de un jefe.

El muro es la narración en primera persona de un prisionero republicano español condenado a ser fusilado por las tropas franquistas y sus reflexiones respecto a la vida y la muerte la noche previa al día de su ejecución.

La cámara es una narración en tercera persona que explora temas como la locura, la enfermedad, la familia burguesa, las parejas y la sexualidad.

Eróstrato también es una narración en primera persona que expone los temas del odio a la humanidad y de la violencia, la angustia causada por la sexualidad femenina, todo desarrollándose en un ambiente tragicómico, reminiscente del incendio del templo de Artemisa en Éfeso.

Intimidad se desarrolla con una narración en tercera persona y utilizando monólogos interiores por parte de los protagonistas. Trata de la lucha interna de una mujer por decidirse a dejar a su esposo y luego por encontrarle un sentido a los roles sociales de esposa, amiga y amante.

La infancia de un jefe es la novela más extensa del libro, de un tono muy distinto al resto. Expone un análisis sociológico, psicológico e histórico de un muchacho que pasa de buscarle un sentido a la vida, a seguir los pasos de Arthur Rimbaud y finalmente a acercarse poco a poco a la ideología fascista.

LA NAUSEA (1938) se abre con una «advertencia de los editores» en la cual se deja constancia que lo que se va a leer son los diarios de Antoine Roquetin, fechados en 1932. Antoine es un joven radicado en Bouville (Francia) luego de haber viajado por Europa Central, África del Norte y Extremo Oriente, que se dedica a concluir una investigación histórica sobre el marqués de Rollebon.

El diario comienza con una hoja sin fecha en la que el protagonista reflexiona sobre el hecho de escribir un diario, de cómo hacerlo y del sentido que puede tener esa tarea. Luego entramos en conocimiento de sus preocupaciones, sus alegrías y sus miedos y también de los progresos y estancamientos de su investigación. Aparecen anotaciones sobre el cuarto de hotel que ocupa, las personas con las que se cruza, la empleada de la cafetería con la que mantiene relaciones sexuales y en las que no media palabra ni muestra de cariño.

El ambiente de la novela es evidentemente onírico o surreal, y del mismo modo que el protagonista está perdido en medio de esa ciudad y de sus búsquedas también nosotros nos perdemos con él y somos invitados a compartir sus pocas certezas y sus muchas preguntas, las cuales se vuelven cada vez más acuciantes. Sartre nos sitúa de manera indirecta ante la sensación de una vida desperdiciada, ante el sentimiento de hastío, ante la duda, la obsesión y el miedo y ante la pregunta por el sentido de la existencia.

La vida no se encuentra en cualquier tipo de tarea, en el saber, en el sexo, en la amistad. ¿Qué es la náusea? La experiencia de la total infundamentación de la existencia, de que «lo esencial es la contingencia»: la existencia no es necesaria en ningún sentido, es un estar ahí de absoluta gratuidad y libertad. Pero esta experiencia es tan radical, es un estar tan al filo del abismo, que produce náusea. Ninguna necesidad puede explicar la existencia y menos aún condicionarla.

LOS CAMINOS DE LA LIBERTAD (1945-1949) consta de tres novelas, que bien pueden leerse por separado, aunque juntas forman un estupendo fresco de la Francia antes, durante y después de la II Guerra Mundial. En ellas Sartre lanza al ruedo un puñado de criaturas libres, pero marcadas por lo histórico y lo social, para “mostrar” de qué manera la libertad del individuo se concilia con la “coacción insinuante” de la historia.

En la primera novela, La edad de la razón, aparece uno de los personajes sartreanos más entrañables: Mateo Delarue, un atribulado profesor de filosofía y “escritor dominical” cuyo principio inalienable es ser un hombre libre. A pesar de las ataduras sentimentales que lo ligan a su “querida” Marcela, que está embarazada, y a la joven e inestable Ivich (que no puede imaginarse su porvenir porque lo considera aplazado), él rechaza la institución del matrimonio por burguesa y prefiere la “pareja abierta”, elección del personaje que resuena en la relación que Sartre entabló con Simone de Beauvoir. Cuando no consigue el dinero que le prometió a Marcela para abortar, con amarga ironía, en un guiño hacia Descartes, dice: “Yo soy un junco pensante”. Brunet, en cambio, que sugiere la estampa del militante sin fisuras, le propone a Mateo afiliarse al Partido Comunista. Pero el profesor rechaza el ofrecimiento porque no se quiere echar de rodillas y creer. “Ustedes los intelectuales –le achaca Brunet– son todos iguales: todo cruje, todo desaparece, los fusiles van a disparar solos, y ustedes se quedan ahí, apacibles: ustedes reclaman el derecho de ser convencidos”. Brunet, implacable a la hora de meter el dedo en la llaga de las contradicciones y las dudas de Mateo, agrega: “Hacés como que lamentás tu escepticismo, pero estás apegado a él. Es tu confort moral. En cuanto lo atacan, te prendés a él ásperamente, como tu hermano se prende a su dinero”. El énfasis sartreano arroja una luz de alerta sobre la dicotomía absoluta entre los imperativos de la conciencia y los de la acción, entre la moral y la praxis, el intelectual y las masas.

Para visualizar el trasfondo filosófico del primer volumen de Los caminos de la libertad hay que recordar que entre 1939 y 1940 el escritor y filósofo francés transitó su propia “metamorfosis” cuando devino en “defensor de Heidegger” después de haber sido discípulo de Husserl. “Esta influencia (por el autor de Ser y tiempo) me pareció últimamente providencial, porque me enseñó la autenticidad y la historicidad en el preciso momento en que la guerra haría de estas nociones algo indispensable para mí» –admitió Sartre.

En El aplazamiento, segunda novela de Los caminos de la libertad, los personajes se multiplican, el ritmo narrativo se acelera, el contexto espacio-temporal se dilata, se perfecciona la técnica del montaje de imágenes; el juego caleidoscópico con diferentes modelos y registros de escritura, inaugurado con La náusea, alcanza su paroxismo. El hilo conductor de este volumen atraviesa la solidaridad de los destinos individuales con una imperceptible totalidad histórica que se dibuja entre los personajes, constituye su fundamento, los orienta, los impregna de un sentido. La obra del escritor y filósofo francés suscitó reacciones intensas: asombro, irritación, indignación, entusiasmo, apasionamiento. La “máquina de pensar” sartreana nos sigue interpelando a todos.

La última novela de la trilogía, La muerte en el alma, es la crónica de la derrota y la huida, el viaje amargo de diferentes personas marcadas por un mismo acontecimiento: la toma de París por los alemanes durante la II Guerra Mundial. Se relatan las reflexiones de un grupo de soldados abandonados, de una mujer sin rumbo, de hombres que intentan escapar…

INDICE
Jean Paul Sartre. Introducción a sus novelas y teatro, por Guillermo de Torre
I- LAS PALABRAS
1- Leer
2- Escribir
II- EL MURO
El muro
La cámara
Eróstrato
Intimidad
Infancia de un jefe
III- LA NAUSEA
IV- LOS CAMINOS DE LA LIBERTAD
1- La edad de la razón
2- El aplazamiento
3- La muerte en el alma