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Ed. Fondo de Cultura Económica, año 1993. Tamaño 17 x 11 cm. Incluye 110 reproducciones en blanco y negro sobre papel ilustración. Traducción de Horacio Flores Sánchez. Estado: Usado muy bueno. Cantidad de páginas: 246
Quizá deba empezar por pedir disculpas al lector ya que presento una teoría hasta cierto punto revolucionaria en una forma que puede parecerle rutinaria. El libro fue concebido como una serie de siete conferencias, y esto impuso brevedad a la exposición y un estilo directo. Cuando en 1953 se me invitó a dar las conferencias Charles Eliot Norton en la Universidad de Harvard, escogí este tema porque era lo que más me preocupaba en ese momento, y porque deseaba probar su viabilidad ante un público inteligente. El generoso recibimiento que encontró en esa ocasión me anima a ofrecerlo ahora, por incompleto que parezca, a un público más amplio.
No pretendo ser el iniciador de la teoría que aquí expongo. Como señalo en el primer capítulo, el embrión se encuentra latente en las olvidadas obras de Conrad Fiedler, y es también una consecuencia evidente (aunque no autorizada) de la filosofía de las formas simbólicas de Cassirer. Éste mantenía que toda función autentica del espíritu humano encarna una fuerza formativa, original. El arte, el mito, la religión, el conocimiento, «todos viven en mundos especiales de imágenes, que no sólo reflejan lo empíricamente dado, sino que más bien lo producen de acuerdo con un principio independiente». Para Cassirer, cada una de estas funciones del espíritu humano crea sus propias formas simbólicas y estas formas tienen el mismo rango como productos del espíritu humano. «Ninguna de estas formas puede ser simplemente reducida a las otras o derivarse de ellas; cada una muestra un modo especial de ver las cosas, en el cual y por el cual constituye su propio aspecto de ‘realidad'».
Yo no pongo en duda esta «igualdad» entre las formas simbólicas, como instrumentos comunes del discurrir, pero en este libro trato de establecer un derecho de prioridad histórico para los símbolos del arte. Me parece que Cassirer lo hace también, hasta cierto punto, aun cuando nunca sistemáticamente y sin darse cuenta de las consecuencias de tal actitud. Si la imagen precede siempre a la idea en el desarrollo de la conciencia humana, como yo afirmo, no sólo debemos volver a escribir la historia de la cultura sino que también debemos revisar los postulados de todas nuestras filosofías. En particular debemos preguntarnos una vez más cuáles son los fundamentos correctos de la educación.
Tratar de establecer esta teoría en siete breves conferencias es una impertinencia, y nadie podría darse cuenta mejor que yo mismo de mis limitaciones para la gran empresa de consolidar una teoría tan débilmente sostenida. Exigiría un conocimiento detallado de la historia comparativa de las civilizaciones, especialmente de las fases formativas de éstas; y ya en segura posesión de todos los hechos necesarios, una habilidad lógica para ordenarlos en forma sistemática. No tengo ni este conocimiento ni esta habilidad, ni me
queda tiempo suficiente de vida para adquirir ninguno de los dos; pero estoy profundamente convencido de la verdad de mi hipótesis y creo que está lo suficientemente cimentada en la experiencia para poder lanzarla a la ferocidad de la crítica.
Expuse un primer bosquejo de la doctrina en una conferencia (la Conway Memorial Lecture) pronunciada en Londres durante abril de 1951. La publicación de esa conferencia me llevó a sostener correspondencia y discusiones que mucho me ayudaron a corregir ese primer bosquejo; en particular, he de agradecer al Dr. Julian Huxley su advertencia sobre el uso impreciso de la palabra «evolución». «Desarrollo» puede ser simplemente una palabra más ambigua, y no es fácil atreverse a hablar de progreso en el mundo de imágenes del arte. Las imágenes, una vez creadas, son eternas —o cuando menos duran mientras tengan agudeza sensorial. Pero mucho depende de nuestra habilidad para crearlas y de su resistencia, que es ciertamente lo que implicamos con la palabra «progreso» en el mundo de las ideas. Manejamos las ideas mediante la lógica o el método científico, pero las aprehendemos en la contemplación de las imágenes. Pero estoy adelantándome…
Herbert Read
INDICE
Prefacio
1- La imagen vital
2- El descubrimiento de la belleza
3- Los símbolos de lo desconocido
4- Lo humano como el ideal
5- La ilusión de lo real
6- Las fronteras del yo
7- La imagen constructiva
Notas
Indice de láminas