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DVD Original
Estado: Nuevo
Origen: Suecia
Blanco y negro
Formato: Fullscreen
Idioma: Sueco
Subtítulos: Castellano
Duración: 96′
Director: Ingmar Bergman
Actores: Max von Sydow, Gunnar Björnstrand, Nils Poppe, Bibi Andersson, Bengt Ekerot, Gunnel Lindblom, Maud Hansson, Ake Fridell
«Cuando era niño acompañaba muchas veces a mi padre cuando tenía que ir a presidir el servicio religioso en las pequeñas iglesias aldeanas de los alrededores de Estocolmo… Mientras que mi padre predicaba desde el púlpito y la congregación de los fieles rezaba, cantaba o ponía atención, yo concentraba toda mi atención en el misterioso mundo de la iglesia: sobre las bajas bóvedas, los gruesos muros, el aroma de la eternidad, la luz solar vibrante y de vivos colores sobre la extraña vegetación de las pinturas medievales y de las esculturas sobre techos y paredes. Había todo lo que la fantasía podía desear: ángeles, santos, dragones, profetas, demonios, niños. Había animales aterradores como la serpiente del paraíso, la burra de Balaam, la ballena de Jonás, el águila del Apocalipsis… En el bosque estaba la muerte y jugaba al ajedrez con el caballero… Por el contrario me defendía contra el drama siniestro que sospechaba cuando contemplaba la imagen de la crucifixión en el coro. Me dominaba la horrible crueldad y el sufrimiento sin medida. Sólo mucho más tarde la fe y la duda se convirtieron en mis fieles compañeros de camino […]»
Ingmar Bergman
El séptimo sello de Bergman plantea cuestiones eternas, como el miedo a que no haya nada tras la muerte y a la relación entre el cine del norte de Europa y el existencialismo de Sören Kierkegaard.
Desde sus orígenes, el cine del norte de Europa siempre ha tenido una fuerte preocupación sobre la fe y sobre la existencia de Dios. Esta cuestión ocupa parte de la reflexión filosófica danesa durante el siglo XIX y es dada a luz por el filósofo de la religión Sören Kierkegaard, una de las principales fuentes de inspiración del cine nórdico y uno de los exponentes más destacados de la filosofía existencialista.
Entendemos por cine nórdico aquel desarrollado en los tradicionalmente llamados países escandinavos, lugares donde la tradición religiosa luterana ha tenido un gran peso y se ha reflejado a la perfección en las manifestaciones cinematográficas. Estos países serían Suecia,Dinamarca, Noruega, Finlandia e Islandia. El desarrollo del séptimo arte en los dos primeros países es destacado a nivel mundial desde la época del cine mudo. Uno de los maestros del cine silente es el danés Carl Theodor Dreyer, destacado exponente del cine relacionable con el existencialismo, junto con el sueco Ingmar Bergman.
El pesimismo del hombre, amparado en la fragilidad de la condición humana y la preocupación sobre las dudas existenciales serán las bases del cine de Bergman. Se observa una profunda contradicción a este respecto, ya que Suecia es un país próspero, neutral en los dos grandes conflictos armados del siglo XX, así como un territorio muy secularizado y moderno. No obstante, el peso de cuatro siglos de tradición luterana ha dejado necesariamente un fuerte infllujo en la sociedad sueca, influjo que se deja ver claramente en la mentalidad de sus ciudadanos.
Realizada en 1957, El séptimo sello narra el regreso a la Suecia natal de Antonius Block (Max Von Sydow), caballero cruzado, que después de pelear contra los infieles en Tierra Santa vuelve a su país en la época de la peste negra que asola Europa, acompañado de su fiel escudero Jöns (Gunnar Björnstrand).Tras haber conocido la muerte de cerca en las crueles guerras de religión, la vuelta al hogar supone un nuevo encuentro con el final de la vida, observando las terribles consecuencias de la epidemia, por un lado, y encontrándose con ella cara a cara al principio de la película, jugando una partida de ajedrez con la Muerte, que es uno de los motivos más recordados de la obra. La Muerte, representada de negro de manera tétrica por el actor Bengt Ekerot, tiene bastante que ver con la oscura visión de la crisis bajomedieval, e incluso en parte con la percepción romántica del final de la vida.
La inspiración para componer este filme le llegó a Bergman por medio de las representaciones bajomedievales de las pequeñas iglesias suecas de los alrededores de Estocolmo a las que el director, cuando era niño, acudía en compañía de su padre, pastor luterano. En ese sentido, no podemos observar el filme como una película de
rigor histórico, ya que la cronología de las Cruzadas y el momento en el que el protagonista regresa a Suecia no tienen sentido, sino como una visión subjetiva de una serie de hechos que impactan a Bergman y que por medio de su carácter existencialista y apocalíptico pueden buscar como referente estas pinturas góticas en tabla, así como las esculturas representativas del Apocalipsis y otros pasajes de la Biblia.
Repasando de manera analítica el filme, se trata de una película de gran contenido simbólico donde podemos encontrar referencias explícitas a la tradición luterana, a la Biblia y concretamente al Apocalipsis, al existencialismo de Kierkegaard, al miedo atómico de la Guerra Fría, a la Edad Media vista a través del romanticismo e incluso a la tradición cinematográfica nórdica, en la cual el paisaje y el entorno natural tienen una gran importancia y mediatizan algunas de las acciones del filme.
El comienzo de la película se ubica en una playa báltica. Allí se hallan el caballero medieval Antonius Block y su fiel escudero Jöns. Sale el sol y una música apocalíptica nos hace pensar en el temor de los hombres a Dios que parece controlar todo desde las alturas. La salida del sol entre las nubes en ese paisaje costero de acantilados apabulla al hombre, como se observaba en la pintura romántica de Caspar David Friedrich, Caminante ante un mar de niebla (1818). Paradójicamente, al caballero templario lo espera la Muerte para jugar una partida de ajedrez con él. Esa Muerte que es la misma que ha sorteado el soldado en el campo de batalla y que reta de nuevo al templario que vuelve a su desoladora patria invadida por la peste negra. Aquí podemos observar varias paradojas, la primera es que el mar es el destino, ya que los ríos desembocan en el mar.
La aparición de los juglares es como un soplo de aire fresco y es la única concesión vital de la película. El oscurantismo de los caballeros, de la muerte y del ambiente reinante en la Suecia medieval contrasta con la alegría que irradian estos personajes ingenuos, llenos de vida y vestidos de blanco principalmente. Los nombres de los feriantes son simbólicos y hacen referencia a la Biblia: Jof (José, Nils Poppe) y Mia (María, Bibi Andersson) son algo así como los padres de Jesucristo, aunque en este caso el niño se llama Mikael (Miguel). Además, en algunos de los momentos relacionados con los feriantes, como la actuación en el pueblo, observamos momentos divertidos y con sentido del humor que contrastan con la solemnidad, oscurantismo y seriedad del resto de los pasajes del filme. Incluso ironizan sobre la muerte cuando el cómico se pone una máscara que representa una calavera y comenta que va a hacer una función en Todos los Santos en la escalinata de la iglesia de Elsinore y muestra su desaprobación por la tiranía del miedo que la Iglesia promociona, no sólo desde los mensajes apocalípticos de las pinturas y esculturas de los templos,sino también desde todos los resortes que tienen a su mano como las representaciones teatrales donde aparecen las célebres “danzas de la muerte”.
Y es que las “danzas de la muerte” son citadas en la secuencia en que caballero y escudero arriban al pueblo y al penetrar en la iglesia se encuentran con el pintor que está representando en los muros del templo escenas relativas a la muerte y al Apocalipsis. El escudero recrimina de manera escéptica al pintor por lo que está pintando y éste asevera que pinta esas cosas para recordar que todos morimos. Poco a poco el artista lleva a su terreno al escudero y le habla de lo terrible que es la muerte sobre todo si a ella se llega por la agonía de la peste. El pintor puede ser considerado un alter ego de Bergman pintando lo que quiere comentar sobre el fatal desenlace de la vida. El detalle de un apestado asusta al escudero que no se resigna a morir y se muestra espantado ante lo que ven sus ojos. Diferente es la actitud que muestra Antonius Block dentro de la iglesia.Y es que al confesarse ante la propia Muerte, cosa que desconoce en un primer momento, muestra terribles palabras de duda existencialista. La Muerte le comenta al caballero que sabe que éste no quiere morir, a lo que el cruzado responde que busca respuestas acerca de lo que hay tras la muerte, adoptando el miedo existencialista del propio Bergman fundamentado en las teorías del danés Kierkegaard.
Antes de llegar al final se produce el último episodio ajedrecístico entre el caballero y la Muerte. Precedido por el episodio del apestado, de nuevo el templario sueco Block y la Muerte se ven la cara ante el tablero. La situación no es buena, ya que la Muerte está cercana al jaque mate. Para propiciar que los feriantes huyan Antonius tira las piezas del tablero para arruinar la partida, pero la Muerte recuerda como estaban colocadas, da el jaque mate al caballero y lo amenaza con que la próxima vez que se vean será para llevarlo definitivamente con él. De nuevo la angustia existencial se apodera de Block, que pregunta a su oponente sobre lo que hay tras el viaje y éste le responde que no hay nada…