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Ed. Universidad Peruana Cayetano Heredia, Lima, año 1994. Tamaño 20 x 15 cm. Prólogo de Alberto Tauro. Estado: Excelente. Cantidad de páginas: 146
Presentación
Una generosa invitación de la Academia Peruana de la Lengua para participar en calidad de expositor en el Día del Idioma y
Homenaje al Mercurio Peruano en el 200 aniversario de su fundación (Lima, 23 de abril de 1991), me permitió revisar los aspectos médicos de esa extraordinaria publicación. Posteriormente, la Academia Nacional de Medicina y la Cátedra Honorio Delgado de la Universidad Peruana Cayetano Heredia organizaron una sesión de trabajo (octubre de 1991) con la participación de los doctores Gino Costa Elice, Uriel García, Roger Guerra-García y el suscrito: se analizó por separado la Medicina de la Ilustración en el Perú, los aspectos médicos generales de la época y el Mercurio; finalmente pudimos desarrollar, con cierta
amplitud, la faz psiquiátrica de esa publicación (reproducida parcialmente en «El Peruano», 16 de diciembre de 1991). El material así conformado ha sido revisado y desarrollado y nos ha parecido de interés su presentación en conjunto.
En este trabajo revisamos las características de la Medicina de la Ilustración en el Perú y en el mundo de la época. Analizamos después la presencia de lo médico en el Mercurio. Revisamos, tras una nota introductoria: 1) La Medicina de la Ilustración. 2) La presencia de la medicina en las páginas del Mercurio; 3) El Mercurio en el debate de las grandes cuestiones sanitarias nacionales (la problemática de la coca; la altura y el Mal de Montaña) y el uso limitado de las
plantas medicamentosas, principalmente del mundo vegetal de los Andes peruanos; 4) El Mercurio y la crítica de la asistencia médica y de los hospitales en el tramo final del siglo XVIII; 5) El Mercurio y la Psiquiatría de su tiempo: demoscopía, descripción de casos clínicos (psicóticos, neuróticos y ars amandi); Mesmer y el magnetismo animal; homosexuales y travestistas; 6) La Salud pública y la crítica de la vida cotidiana: uso del tiempo libre (la tertulia en los cafés; toros, gallos, juego de la pelota, etc.); problemática de la desocupación y la vagancia; la muerte y su ritual en la Lima Colonial; 7) Erasmo y las mercuristas; 8) El Mercurio y la mujer; 9) El Mercurio y el humor: Caviedes; 10) El Mercurio y el indio; 11)
El Mercurio y la peruanidad; y 12) Colofón.
El título de este trabajo puede resultar desproporcionado puesto que un importante material casuístico, clínico y quirúrgico, infeccioso y parasitario, endocrino y teratológico, cifras sobre la atención de los pacientes y términos fácilmente extrapolables a la estadística de hoy, etc., no son desarrollados en estas páginas, que se contraen a los aspectos generales de la medicina de ese tiempo y por obvias razones de especialidad, los problemas psiquiátricos y la psicología de la vida cotidiana se desarrollan con alguna extensión.
Agradezco en especial al maestro y amigo, el profesor Alberto Tauro, por la lectura crítica del texto y su generoso prólogo.
El autor
Prólogo
Es sabido que el antiguo Mercurio Peruano tiene una significación fundacional en los fastos de la cultura nacional, en tanto que por primera vez asoció la imagen de la patria con el territorio del país. En sus páginas, los ilustres miembros de la Sociedad Académica de Amantes del País acertaron a superar las concepciones provinciales, que hasta entonces habían ajustado afectos y pensamientos a las conveniencias de la lejana metrópoli; supieron reconocer y adaptar las proyecciones trazadas por la filosofía de la Ilustración, al proponer que la razón no se limitase a su propia contemplación y se aplicase a la transformación de la sociedad para tender al bienestar del hombre; y se volcaron al conocimiento de las riquezas naturales y
a la voluntariosa preparación de una nueva fase histórica. A base de informaciones objetivas y lecciones tácitas, alcanzaron a superar los obstáculos que la censura oficial solía oponer a toda obra innovadora o creadora. Y así como los virtuosos trabajos de los académicos hallaron un ámbito propicio en la Universidad Mayor de San Marcos, gracias a la acogedora comprensión del rector Tomás José Orrantia; así fue favorecida su seriedad por el virrey Francisco Gil de Taboada y Lemos; y, con su autorización, el Oídor Juan del Pino Manrique se agregó a la Sociedad en calidad de protector y formalizó la
colaboración que había prestado a los estudios de algunos académicos.
Apenas habían transcurrido dos lustros de la edición del Mercurio Peruano y ya se lo apreciaba en el Viejo Mundo, como prueba de que estas tierras no eran ajenas a las hazañas del espíritu, y como promesa de las fecundas realizaciones que podía lograr el plan de la razón. Las prensas europeas dieron publicidad a versiones antológicas en alemán, inglés y francés. Ante la relativa autonomía y la madurez de sus posiciones doctrinarias, se le reconoció una influencia precursora en los movimientos emancipadores. Y sus páginas han facilitado la comprensión de las originales formas que asumió la actividad cultural, para eludir los parámetros de la dominación colonial y conducir la evolución histórica. Especialmente se ha
destacado lo tocante a la representatividad de los colaboradores, la cautelosa formulación de sus ideas políticas, los alcances de sus concepciones económicas y administrativas, la amplitud y la gradual integración de los conocimientos geográficos regionales, la fiebre descubridora que acompañó a los evangelizadores en las florestas trasandinas, los datos cronológicos y, desde luego, las apuntaciones sobre costumbres o rarezas. Todo constituye un cuadro grato para la
inteligencia del lector, y descorre un horizonte que por igual aviva la sensibilidad y la imaginación. Y, de ese conjunto, Javier Mariátegui analiza ahora las informaciones y las opiniones que en alguna forma atañen a la ciencia médica.
Es claro que a los «amantes del país» no incumbía la tarea de esbozar una visión global de los problemas médicos o sanitarios de su tiempo. Pero el sucesivo desarrollo de sus trabajos revela el carácter unitario de su enfocamiento; y deja ver una adecuada adaptación de los principios científicos al estudio de los casos concretos observados en la realidad, así como la divulgación enderezada a captar el interés social. Aún más: el tratamiento de algunos temas, en colaboraciones diversas o a través de cartas y notas aclaratorias, deja ver las coincidencias establecidas entre los redactores o los
debates académicos en torno a los contenidos fácticos o ideológicos; y el puntual seguimiento que al respecto efectúa Javier Mariátegui permite confrontaciones y esclarecimientos en torno a su significación en la cultura coetánea.
Inicialmente alude a la posición de la medicina en los horizontes científicos de la Ilustración. Y luego detalla la importancia que el Mercurio Peruano otorga a la medicina en general, y a ciertos temas médicos en particular. Destacan las apreciaciones dedicadas a la coca y el cocaísmo, a la influencia de la altura en la fisiología humana, y a las plantas cuyas aplicaciones médicas eran entonces apreciadas; de modo especial, las posiciones en torno a la salud pública y la asistencia hospitalaria; y, en armonía con su especialidad profesional, aborda en forma penetrante la actitud social y los tratamientos acordados a los casos de enfermedad o anomalía psicológica. Complementariamente, incide también en la influencia que pudo derivarse de las reflexiones crípticas desenvueltas por Erasmo en torno a la locura campeante en las luchas de su tiempo; se
refiere a los juicios sobre la inteligencia y el valor social de las mujeres; sobre las burlas que consagró a los médicos el poeta Juan del Valle Caviedes para desahogar sus frustradas esperanzas de curación; y sobre los prejuicios motivados por la indolencia y la atonía de los indios. Deduce, en fin, la importancia histórica del Mercurio Peruano, como esfuerzo definitorio, metódicamente trazado por los «amantes del país» para dar coherencia y vigor a los esfuerzos de afirmación nacional.
Verá el lector que Javier Mariátegui ha logrado fecundos resultados en el estudio consagrado a Mercurio Peruano y la Medicina: porque a través de la búsqueda y la evaluación de los hechos especiales ha identificado el cuadro general de la vida que los genera y condiciona. Y porque ha sorteado los riesgos de un frío escrutinio
para dar animados relieves a la visión funcional de los detalles hacia los cuales ha dirigido su interés. En suma: un esclarecimiento diáfano.
Alberto Tauro
Indice
Presentación
Prólogo, por Alberto Tauro
I- La medicina de la Ilustración
II- El Mercurio y la medicina
III- EL Mercurio y los problemas médicos nacionales sobre la coca y el cocaísmo, la altura y el mal de montaña, los vegetales
medicamentosos
IV- El Mercurio: los hospitales y la asistencia médica
V- El Mercurio y la psiquiatría
La demoscopía psiquiátrica
Psicóticos, neuróticos y «ars amandi»
Mesmer y el magnetismo animal
Sobre homosexuales y travestistas
VI- El Mercurio y la salud pública
La vida cotidiana: el recreo y la diversión
Sobe desocupados, mendicantes y vagos
La muerte y su ritual en la Lima colonial
VII- Erasmo y los Mercuristas
VIII- El Mercurio y las mujeres
IX- El Mercurio y el humor: Caviedes
X- El Mercurio y el indio
XI- El Mercurio y la peruanidad
XII- Colofón
XIII- Referencias
Ilustraciones
Hipólito Unanue, Dibujo
José Manuel Valdés, Dibujo de Pancho Fierro
Carátula de «Mercurio Peruano», T.I Nº 1, 1791. Fascímile
Página de «Mercurio Peruano», T.I, Nº 2, 1791. Fascímile
Página de «Mercurio Peruano», T.I, Nº 1, 1791. Fascímile
Sobre el autor
Javier Mariátegui Chiappe fue destacado psiquiatra e intelectual peruano. Nació el 13 de septiembre de 1928. Fue el menor de los hijos de José Carlos Mariátegui y Anna Chiappe. Estudió en la la Universidad de San Marcos, donde también ejerció la docencia; fue también profesor fundador de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Creador y Director General Fundador del Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado-Hideyo Noguchi”. Falleció poco antes de cumplir los 80 años, el 3 de agosto de 2008, en Lima.
En 1947 ingresó en la Universidad de San Marcos; inicialmente, estudió simultáneamente pre-médicas y letras. Luego, en 1949,
siguió estudios en la Facultad de Medicina de San Fernando. Fue justamente con su compañero de carpeta del Colegio San Luis, el hoy Padre Gustavo Gutiérrez, que llevaron en paralelo ciencias y humanidades, disfrutando de clases de filosofía como las de Mariano Ibérico, y así pasaron juntos a cursar el primer año de medicina; ambos siendo también representantes universitarios.
En 1956 Javier se recibió de Médico-Cirujano con la tesis «Psicopatología de la intoxicación experimental con la dietilamida del ácido d-lisérgico» (con calificativo de veinte) y fue distinguido con la contenta por haber obtenido el más alto puntaje durante sus estudios, sin embargo decidió quedarse en el Perú.
En 1957 se incorporó a la docencia y fue jefe de clínica en la cátedra de Psiquiatría que dirigía Honorio Delgado, y como delegado de los profesores de esa categoría, integró en 1960 el consejo de facultad. En 1961, participó en el movimiento de profesores que decidió la fundación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Reconocido como docente auxiliar, formó parte de su primer consejo universitario e incorporado al departamento de Psiquiatría, en 1971 fue promovido a la categoría de catedrático principal. En 1972 optó el Grado de Doctor en Medicina en la Universidad Peruana Cayetano Heredia, con la tesis: Socio-psiquiatría en el Perú. Algunos aspectos de investigación.
Su labor hospitalaria se inició en 1957 en el hospital Víctor Larco Herrera y desde 1962 ejerció la jefatura del Servicio de Salud Mental «Honorio Delgado» (ex «Clínica Psiquiátrica de Día») perteneciente al Ministerio de Salud Pública. Fue Fundador y Director General Fundador del Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado-Hideyo Noguchi” (1980 a 1987).
En 1963 publicó su primer libro Estudios de Psiquiatría Social en el Perú con Baltazar Caravedo, Humberto Rotondo y en 1969 “Epidemiología Psiquiátrica de un Distrito Urbano de Lima” con Verna Alva y Ovidio De León. Javier Mariátegui siempre resaltó por su lealtad intelectual y gran admiración por personas que marcaron su formación académica, tanto figuras representativas del pensamiento y de la medicina peruana así como por algunos de sus maestros universitarios. Es así que escribió periódicamente semblanzas y publicó libros en homenaje de ilustres intelectuales y médicos peruanos, algunos que consideró importante rescatar así como otros con los que mantuvo un contacto personal. Destacan el libro Hermilio Valdizán. El proyecto de una psiquiatría peruana (Lima, 1981) y recientemente Juan Francisco Valega y la Lima de su Tiempo (Lima, 2001).
Fue conspicuo discípulo de Honorio Delgado, y como Titular de la Cátedra “Honorio Delgado” de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, organizó los Actos Evocativos y los Programas de la Conmemoración del Centenario del nacimiento del Profesor Delgado (1892-1992), primer Rector de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. De la misma forma fue editor del proyecto de publicación de sus obras completas en sucesivos volúmenes. Desde 1969 fue Director-Editor de la Revista de
Neuro-Psiquiatría, fundada por Honorio Delgado y Julio Oscar Trelles en 1938 y que se edita regularmente hasta la fecha.
En 1989 dirigió la edición de La Psiquiatría en América Latina (Editorial Losada, Buenos Aires), una de los primeras compilaciones sobre la realidad psiquiátrica en América Latina. También fue miembro del Board Editorial de Acta Psychiatrica Scandinavica y Editor de Acta Herediana, publicación semestral de la UPCH, entre muchas otras.
En el campo profesional fue miembro de numerosas organizaciones y comités entre los que destacaba el Comité de Expertos en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud. Fue autor de varios libros y más de cien trabajos científicos y un número similar de ensayos y artículos periodísticos. Sus intereses profesionales se orientaron a la psiquiatría clínica, psicopatología clínica, psicofarmacología, psiquiatría social, historia de la psiquiatría y la salud mental. La admiración por su padre, José Carlos Mariátegui, lo llevó a dedicarse desde muy joven a la publicación de sus obras completas y a difundir sus ideas. Es así que desde 1988 empieza a producir sistemáticamente artículos referidos a su padre. En 1989, participó como coeditor, junto a su hermano José Carlos, del Anuario Mariateguiano, publicación periódica dedicada exclusivamente a obras de/o sobre José Carlos Mariátegui. En 1994 participó de la organización de las actividades vinculadas al centenario del Amauta. En el año 2005 fue nombrado Director Honorario de la Casa Museo José Carlos Mariátegui
del Instituto Nacional de Cultura (hoy Ministerio de Cultura del Perú). Ha publicado más de 40 artículos en relación al Amauta.
Su labor en el campo de la psiquiatría y la vida intelectual peruana lo hizo ser nombrado Miembro Titular de la Academia Nacional de Medicina (1987) y de la Academia Peruana de la Lengua (1993). En 1994, fue nombrado Profesor Emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y, en 1999, de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.