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Ed. DeBolsillo, año 2009. Tamaño 19 x 13 cm. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 512

el burgués malditoJosé Ber Gelbard, un inmigrante judío que escapó de Polonia corrido por los pogroms antisemitas, desembarcó hacia 1930 en las provincias desmesuradas y pobres del norte argentino. Allí fue vendedor ambulante, comerciante y contrabandista: el origen de su fortuna no fue la usura sino el trabajo intenso en el comercio lícito e ilícito. Allí, también, en los años cincuenta, demostró su condición de líder político y gremial de los empresarios del interior durante el gobierno de Juan Perón, y de su mano fundó la Confederación General Económica (CGE), que agrupó a la pequeña y mediana burguesía nacional a partir de la segunda mitad del siglo XX.

Sin embargo, Gelbard no fue sólo un empresario. Llegó a intervenir en acontecimientos políticos decisivos como uno de los más secretos y efectivos lobbistas de la historia argentina contemporánea: fue el principal hacedor del pacto Perón-Lanusse en 1972; el
el último —y el preferido— ministro de Economía de Perón, entre 1973 y 1974; uno de los genios financieros del imperio económico montado por el comunismo argentino; un hombre confiable para los servicios secretos israelíes (Mossad), para el Departamento de Estado norteamericano y para el Kremlin; un amigo de Fidel Castro y de Salvador Allende; un protegido de los Kennedy y un opositor de Henry Kissinger y Richard Nixon; un aliado de Menem, de Balbín, de López Rega y de Montoneros, y un enemigo de Martínez de Hoz; un perseguido por la Triple A y una víctima de Videla, Massera y Suárez Masón.

En medio de esta multiplicidad de nexos, de convicciones, de intereses, Gelbard fue un paradigma de la burguesía argentina: construyó su fortuna con el estilo propio de los empresarios nativos, fueran pequeños o grandes, pro norteamericanos o nacionalistas. No dejó de recurrir a las corporaciones para presionar al Gobierno, al lobby para enriquecerse, a la evasión impositiva para defender sus ganancias, a la prebenda estatal o a las prácticas monopólicas para expandir sus empresas (Aluar y Fate), ni dudó en aceptar comisiones por sus buenos oficios. Y, como la burguesía a la que representaba o a la que combatía, cubrió la pista de su dinero oblicuo o legítimo, de sus cuentas bancarias, con un cuidado cercano a la obsesión.

Pero a diferencia de lo que sucedió con la gran burguesía industrial y terrateniente argentina, que ya adhería al fundamentalismo de mercado en los años sesenta y setenta, Gelbard prefirió las alianzas con la sociedad civil al vicio autoritario de recurrir a los cuarteles. Eligió apostar al desarrollo del mercado interno, criticar la alta concentración de las riquezas y la inequidad, y defender un modelo de país industrializado sin exclusiones. No hubo, en esa apuesta de Gelbard, ambigüedad ni secreto. Sí recurrió al secreto, ya fuera por razones ideológicas o por beneficio personal, cuando trató de cubrir los rastros que hubieran permitido revelar su verdadera identidad política.

No fue el poder del dinero lo que transformó a Gelbard en un protagonista singular y central de la política argentina, sino su proyecto político y económico de llevar al poder a la burguesía nacional, industrialista e independentista. Los militares y los civiles que asaltaron el gobierno en 1976 no lo persiguieron como a un evasor sino como a un enemigo político, condenado al destierro y a la muerte en condición de apátrida.

Este libro intenta descifrar, hasta donde es posible hoy, la compleja trama de negocios, utopías económicas y políticas, complicidades y destinos trágicos que se encamaron en Gelbard y sellaron la de la burguesía nacional argentina.

INDICE
Prólogo
I- Secretos en el Caribe (1977)
II- Un cuentenik en la tierra prometida (1930-1945)
III- La CGE, de la mano de Perón (1946-1955)
IV- La proscripción: entre Codovilla y Frondizi
V- Tiempo de negocios: Fate y Aluar (1963-1971)
VI- El tercer hombre entre Perón y Lanusse (1971-1973)
VII- El «ministro cero»
VIII- La caída (1974)
IX- El país maldito (1975-1976)
X- La tumba sin patria (1977)
Epílogo