Ed. Castalia, año 1999. Tamaño 19 x 12 cm. Edición a cargo de José Antonio Pinel Martínez. Estado: Nuevo. Cantidad de páginas: 200

Dos son las fuentes de las que dimana la herencia cuentística hispana: la tradición oriental y la occidental.
Los ocho siglos de convivencia islámica, judía y cristiana constituyen para la prosa incipiente de la Península un fecundo período de fermentación en el que cada cultura transmite sus influencias culturales y posibilita, a su vez, una situación favorable para la expansión del género cuentístico.

Durante el largo período medieval la prosa latina afianza su constante desarrollo por toda la península Ibérica. A partir del siglo x comienza una intensa actividad literaria dedicada a traducir al latín obras principalmente árabes y hebreas, y también hindúes y persas. Importantes colecciones cuentísticas de la tradición oriental hallan de este modo su puerta de entrada en la cultura occidental.

Esta inquietud, que se inicia en el Monasterio de Ripoll, rápidamente se extiende a otros centros monásticos de la geografía española como San Millán de la Cogolla, Santo Domingo de Silos y Sahagún, convirtiéndose en centros de reconocido prestigio cultural por toda Europa. Las traducciones se hacían directamente al latín, que era la lengua del público lector. No obstante, en ocasiones se efectuaban borradores intermedios en la incipiente lengua romance, el castellano, que apenas tenía, demanda lectora por aquel entonces. De este modo se fue asegurando un avance progresivo de la prosa castellana, que logrará su andadura definitiva durante la segunda mitad del siglo XIII, toda vez que el rey Alfonso X otorgue al castellano el carácter de lengua vehicular para la prosa.

Paralelamente a la sustitución del latín por la lengua romance crece en nuestro país un afán didáctico por ejemplificar modelos de conducta aplicables a las gentes de la época que dan lugar a narraciones breves, aunque con una más clara intención moral que de entretenimiento.

Son, por tanto, los lustros centrales del siglo XIII los que marcan los primeros balbuceos de la prosa cuentística en España.

1. Toledo, enclave cultural
Toledo era la ciudad llamada a ser el punto de guía del movimiento traductor en auge. La confluencia de culturas -árabe, judía y cristiana—, así como la riqueza cultural que los moros dejaron a su marcha y el apoyo explícito que el Rey Sabio le concede, hacen de esta ciudad el centro por excelencia de la cultura española hasta el siglo xv.
La Escuela de Traductores de Toledo, que había sido fundada en el siglo XII por el arzobispo de Toledo Raimundo, consigue ahora en el XIII y con el apoyo de Alfonso X el rango que corresponde a su ingente labor histórica y cultural. Este objetivo, tan largamente deseado, de traducir al latín producciones de las culturas islámica y hebrea ayuda a esta ciudad a encontrar su destino como elemento de anclaje para todas las obras de procedencia oriental. La labor de la Escuela de Traductores de Toledo hace posible que múltiples obras filosóficas, científicas y didácticas (como las colecciones de cuentos) terminen por ser traducidas a la incipiente lengua romance, el castellano.

2. Orígenes del cuento español
Dos son las fuentes de las que dimana la herencia cuentística hispana: la tradición oriental, que extiende sus raíces hasta los cuentos indios del Panchatantra, y la occidental, que conecta directamente con los exempla de uso frecuente en los sermones religiosos de la Edad Media europea. Los ocho siglos de convivencia islámica, judía y cristiana constituyen para la prosa incipiente de la península un fecundo período de fermentación en el que cada cultura transmite sus influencias culturales y posibilita, a su vez, una situación favorable para la expansión del género cuentístico. En concreto, son los siglos XII y XIII los que presencian esta simbiosis entre los cuentos orientales, llegados en traducciones latinas, y los ejemplarios religiosos, de uso continuo en la predicación eclesiástica.

3. Primeras colecciones cuentísticas
Se trata de compilaciones de cuentos recogidas por algún autor. El carácter didáctico de estos fabularios los convierte en claros ejemplos de conducta, por lo que en seguida pasan a ser conservados por escrito. En este proceso sufrieron una fuerte selección: unos fueron adaptados, otros ampliados, bastantes reducidos y muchos eliminados por no mostrar el sentido modélico necesario para una sociedad en ciernes. Las diferencias entre estas colecciones nacen de sus distintos motivos o intereses:
* Secuencias de cuentos con la intención de impedir una sentencia de muerte, continuando la tradición de Las mil y una noches.
* Cuentos narrados por un maestro que responde a las preguntas de su discípulo.

4. Los exempla
Pertenecientes a la tradición occidental, los exempla suponían un recurso muy útil para los predicadores, según lo que deseaban ilustrar en sus sermones. De esta manera, un mismo ejemplo sufría la adaptación oportuna al caso específico de que se predicaba. El cuento consistía en un relato oral corto propuesto como modelo, del que se extraían reglas de conducta acordes con la moral cristiana. De este modo, de una acción singular se sacaba una aplicación universal. Generalmente estaban tomados de personajes y hechos bíblicos, de figuras mitológicas y de fábulas esópicas.
A principios del siglo quedan recogidas en colecciones denominadas «ejemplarios», como el Libro de los gatos y el Espéculo de los legos.

5. Las sententiae
Eran expresiones o dichos de hombres famosos que contenían la sabiduría de personas experimentadas en la vida. Obras como el Bonium o Bocados de oro, las Flores de filosofía, el Libro de los buenos proverbios, el Libro de los exenplos por a.b.c. y Poridat de las paridades, entre otras, constituye en este tipo de literatura gnómica que, procedente de la antigüedad griega, al canza el Occidente a través de versiones árabes, formando diversas colecciones medievales. Del mismo modo que los ejemplos, fueron usadas por los predicadores para ilustrar a los fieles que acudían a las iglesias a escuchar sus sermones religiosos.

6. Tratados de educación de príncipes
Desde principios del siglo XIII proliferan los manuales para la formación de jóvenes príncipes, conocidos como «literatura de castigos». Todos poseen un enfoque didáctico, en el que a un diálogo entre un padre y un hijo o entre un maestro y un discípulo sigue un ejemplo o cuentecillo que ilustra con claridad la enseñanza que se busca. Esta corriente literaria da comienzo con el Libro de los doce sabios; más tarde salen a la luz obras como Castigos e documentos del rey don Sancho y el Libro del caballero Zifar. El más conocido de todos ellos es El conde Lucanor, de don Juan Manuel.

Indice
Presentación
1- Calila e Dimna
El cuervo y la culebra
La rata cambiada en niña
El asno sin corazón y sin orejas
El religioso robado
Los ratones que comían hierro
2- Sendebar o libro de los engaños e los asayamientos de las mugeres
La huella del león
Ejemplo del hombre, la mujer, el papagayo y la criada
Ejemplo de los amantes, la mujer y el marido
Ejemplo de cómo vino la mujer y dijo al rey que matase a su hijo, y le contó un ejemplo del hijo de un rey y cómo lo engañó su privado
Ejemplo del mercader de sándalo y el otro mercader
3- Barlaam e Josafat
El joven que prefería a los diablos
4- Libro de los buenos proverbios
Las grullas de Íbico
5- Libro de los exenplos por a.b.c.
Nedio, el discípulo del sastre
El monje involuntario
6- Libro de los gatos
¿Quién le pone el cascabel al gato?
El ratón en la cuba de vino
7- El espéculo de los legos
El baile maldito
La verdad, la justicia y la Virgen
8- Libro de los siete sabios
El pozo
9- Ysopete
El perro engañado por el reflejo del agua
El rey y el fabulista
El ciego y el peral
10- Ejemplario contra los engaños y peligros del mundo
La mujer y el boticario
La lechera
11- Libro del caballero Zifar
El rey y el predicador
El ruiseñor y el cazador
El agua, el viento y la verdad
12- El conde Lucanor
Lo que sucedió a un rey con los picaros que hicieron la tela
La respuesta que dio el conde Fernán González a sus gentes después de vencer la batalla de Hacinas
Lo que sucedió a un hombre que iba cargado de piedras preciosas y se ahogó en un río
Lo que sucedió al que se hizo amigo y vasallo del demonio
13- Libro del Buen Amor
La disputa entre los griegos y los romanos
Los dos perezosos
Don Pitas Payas
14- Corbacho o reprobación del amor mundano
El ermitaño de Valencia
15- Para saber más
Propuesta de actividades
Glosario
Bibliografía