Precio y stock a confirmar
Ed. Norma, año 1994. Tamaño 19 x 11 cm. Traducción de Jorge Aurelio Díaz. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas:

Creer y saber, Hegel007Por Luis Alberto Restrepo M.

El ensayo titulado Creer y saber fue publicado por Hegel en el Diario Crítico de Filosofía, periódico edita¬do por el autor durante los años 1802 y 1803, con-juntamente con quien por ese entonces era todavía su intimo amigo, el joven filósofo Schelling. El texto constituye el cuarto de cinco breves ensayos dedica¬dos a tomar distancia de la filosofía crítica de su épo¬ca. Es también el más extenso y compendia, en cierto modo, los avances de los anteriores. En él Hegel defi¬ne el «principio» de su propia filosofía por oposición a la filosofía crítica de Kant, Fichte y Jacobi, o «filosofía de la reflexión», según la denomina el autor. Sobre la base de ese principio se desarrollarán luego las gran¬des elaboraciones sistemáticas del filósofo.

En Creer y saber Hegel busca romper definitivamente sus nexos con Kant y, a través de él, con la Ilustración y con todo el proyecto cultural de la modernidad, como Hegel mismo la entiende. La crítica del joven Hegel a Kant no es externa; parte de las inconsecuencias de su sistema y de ellas deriva lo que será el principio de su filosofía, «la Idea», mostrando cómo ésta se halla presente de manera embrionaria a todo lo largo de la obra de Kant sin que reciba allí un desarrollo consecuente.

Como es bien sabido, la Ilustración europea de los siglos XVII y XVIII se vuelve contra la tradición cultural del Viejo Continente, y en particular contra aquellas ideas e instituciones que -como Dios, la religión o el Estado- constituían hasta entonces el fundamento de la vida en sociedad. La crítica ilustrada no se dirige tanto contra la esencia de las instituciones o creencias, sino sobre todo contra la forma autoritaria, dogmática e intransigente como se las impone y contra sus efectos de opresión social. Por ello, frente a la autoridad de Dios, de la religión y del Estado, los pensadores ilustrados llevan a cabo una verdadera revolución teórica, quizás la única posible en el pensamiento político: reivindican el imperio exclusivo de la razón y la libertad individuales. La Revolución Francesa no hizo otra cosa que tratar de llevar a la realidad esos principios. En adelante la vida en sociedad sólo podría fundarse en la libertad individual y el libre contrato entre los asociados. El poder del soberano sólo podría tener su fundamento en la voluntad popular.

Para la corriente más radical de la Ilustración, el libre arbitrio es el único principio de la vida política y, sobre todo, su último fin. Según sus promotores, la sociedad, el Estado y cualquiera otra institución social existen, en fin de cuentas, para que el individuo pueda satisfacer sus necesidades y caprichos. En ello, justamente, consiste la felicidad. Este es el contenido final de la moral ilustrada.

Como es sabido, tanto Rousseau como Kant rechazan la moral individualista adoptada por la Ilustración. A la exaltación incondicional de la libertad individual, el primero le opone la «voluntad general» que surge del contrato social. Kant, a su vez, transforma la voluntad general de Rousseau en una «facultad» del sujeto trascendental, la «razón práctica», orientada por su misma naturaleza a la búsqueda del bien general. Así pues, en el terreno de la acción moral, ambos pensadores aspiran a ubicarse más allá de las corrientes ilustradas de la época.

Sin embargo, mientras en el campo de la moral Kant se distancia de la Ilustración, en el campo del conocimiento científico la reivindica y sistematiza. Frente a los contenidos dogmáticos de la tradición, conserva el espíritu crítico que caracteriza al Siglo de las Luces. Para el filósofo de la razón pura, ésta no puede conocer científicamente a Dios, no está en capacidad de demostrar su existencia y mucho menos puede descifrar el contenido de los dogmas religiosos. Por ello, el dogmatismo teológico de la religión carece de fundamento. La existencia de Dios y la vida eterna es apenas exigida («postulada») por la razón práctica como objeto de una «fe» que nada tiene que ver con el conocimiento.

De esta manera, mediante la separación radical de ciencia y fe, de conocimiento científico y acción moral, de razón pura y práctica, Kant cree haberse colocado a media distancia entre el dogmatismo autoritario de la tradición y el individualismo caprichoso de la Ilustración. Mientras se distancia del dogmatismo en el campo del conocimiento, lo hace del individualismo en el terreno práctico de la acción.

Joven estudiante en el Seminario reformado de Tubinga (1788-1792), Hegel comenzaría a servirse de las obras kantianas para hacerle frente al dogmatismo teológico de sus profesores. El pensamiento de Kant lo acompañaría todavía por varios años después de abandonado el Seminario, hasta apenas iniciado el siglo XIX.

En Creer y saber, Hegel toma formal y definitivamente distancia del filósofo de Königsberg y de su discípulo Fichte, demostrando cómo, mediante la separación de ciencia y fe, Kant no sólo está lejos de haber superado la moral ilustrada sino que, por el contrario, eleva la Ilustración entera a su más pura expresión sistemática.

Hegel asume entonces la misma tarea que se había propuesto Kant: superar a la vez los dogmatismos de la tradición y el individualismo moral de la Ilustración, y a ellas les añade otra nueva y más ambiciosa: superar también el subjetivismo de Kant, de la filosofía crítica en general y, más allá de ella, de la misma modernidad. En este propósito se apoya en lo que denomina «la Idea» filosófica, tomada de Platón, cuya omnipresencia no desarrollada descubre en todo el sistema kantiano.

Según Hegel, todo sistema filosófico es caduco y fenece con la época que lo vio nacer. En cambio, la Idea que le subyace es eterna. Ella es el principio de toda verdadera filosofía. Creer y saber nos presenta la Idea que subyace a la filosofía, tal como Hegel la entiende. Con una enorme ventaja: en este breve texto situado en la antesala del sistema, el principio de la filosofía hegeliana aparece todavía aislado de su desarrollo sistemático y su perfil se destaca, a contraluz sobre el fondo de la filosofía crítica y en particular del sistema kantiano. Una vez desarrollada la compleja obra de Hegel, la Idea desaparecerá, difuminada a todo lo largo y ancho de sus espesos volúmenes.

La Idea filosófica debería disolver teóricamente todas aquellas contraposiciones y conflictos que la cultura moderna ha generado y ha convertido en datos en apariencia absolutos e inmodificables de la realidad. Con ello, le estaría devolviendo a la vida y a la historia su fluidez dialéctica y la colocaría en los umbrales de una nueva cultura situada más allá de la modernidad. Sobre este nuevo fundamento, algún pueblo -quizas siglos más tarde- podrá retomar el hilo perdido de la razón y la libertad.

Hegel fue el primero en designar la «cultura moderna» con ese nombre. Pero, al mismo tiempo, pretende situarse más allá de ella. Más aún Hegel considera que su filosofía surge justamente de la necesidad de superar las abstracciones unilaterales positivizadas y muertas de la modernidad. Desde este punto de vista se sitúa en una especie de «posmodernidad», expresión tan en boga en nuestros días.

No deja de ser paradójico que el filósofo de la razón absoluta se proponga superar una modernidad cuya característica esencial es la confianza irrestricta en el poder emancipador de la razón. Tal vez ello sea posible porque los conceptos de razón y de ciencia reivindicados por Hegel nada tienen en común con la razón subjetiva moderna y con el tipo de ciencia que de ella se deriva. Con todo, en la medida en que el filósofo reivindica algún tipo de razón para la historia, tampoco es posible inscribirlo en las actuales corrientes intelectuales que abjuran de ella. Se trata, pues, en Hegel, de una posmodernidad sui generis, no basada solamente en el rechazo al supuesto poder de la racionalidad subjetiva moderna, sino en la reconstrucción de una razón absoluta que el filósofo alemán encuentra ya presente en los grandes teóricos clásicos, como Platón y Aristóteles.

No menos paradójico resulta que, mientras un pensador tan respetable como Jürgen Habermas le atribuye a Hegel una responsabilidad decisiva en la génesis del positivismo contemporáneo, y recurre, para superarlo, a una concepción moderna y neo-kantiana de la razón, Hegel, por el contrario le atribuya a Kant y a la modernidad la consagración definitiva del positivismo y se haya propuesto, justamente, trascenderlos. Mis comentarios al texto, casi exegéticos, no pretenden decidir esta controversia. Esperan sí, proponer con alguna claridad los términos en los que Hegel plantea el problema. Al lector le corresponderá decidirlo.

La exposición que sigue presenta, siguiendo el texto de Creer y saber, la manera como Hegel comprende la génesis de la cultura moderna, la ubicación de Kant en ella y el lugar que ocuparía su propio sistema, más allá de la modernidad ilustrada. Como lo hace el ensayo de Hegel, también este comentario se centra en la superación crítica de Kant y, a través de él, del proyecto cultural de la modernidad. Con el texto hegeliano, añadimos algunas consideraciones críticas sobre Fichte cuya visión sistemática subyace a todas las utopías históricas vigentes hasta hace poco tiempo en la cultura de nuestra época. Dejamos de lado, en cambio, la crítica de Hegel a Jacobi, un autor de la época carente hoy de toda importancia.

Creer y saber se inicia con una apretada exposición de las circunstancias históricas que hacen necesario el surgimiento de una nueva filosofía, distinta de la filosofía crítica de su tiempo. Describe la génesis de ese imperativo y la situación teórica que lo caracteriza.

INDICE
Nota del traductor
INTRODUCCION
1- Aspecto actual del conflicto entre la Razón y la Fe
2- El Eudomonismo o falsa reconciliación del concepto y la intuición
3- Eudomonismo y «filosofías de la reflexión»
A- FILOSOFIA DE KANT
1- El Kantismo frente al verdadero y al falso idealismo
2- Valor especulativo y formal de los juicios sintéticos A PRIORI y de la razón
3- La razón y el juicio reflexionante
4- La razón especulativa y la fe práctica
B- FILOSOFIA DE JACOBI
1- Formalismo del saber y realismo de la fe
2- Lo infinito según Spinoza y el realismo de lo finito en Jacobi
3- El espiritualismo confuso de Jacobi
4- Crítica de Jacobi a Kant
5- La fe y su alteración según Jacobi
6- La moral de Jacobi
7- Jacobi y Schleiermacher
C- FILOSOFIA DE FICHTE
1- Las posiciones respectivas de las tres filosofías de la subjetividad
2- Filosofía teórica según Fichte
3- Filosofía moral y religiosa de Fichte
Conclusión
A PROPOSITO DE HEGEL Y SU OBRA
1- Génesis, consumación y superación de la modernidad según Hegel, por Luis Alberto Restrepo M.
2- La «refutación» hegeliana de la filosofía crítica, por Leo Lugarini
3- Citas a propósito de G. W. Friedrich Hegel
Cronología
Bibliografía