Ed. Museo Mitre, año 1990. Tamaño 21 x 16 cm. Prólogo de Natalio Botana. Usado excelente, 142 págs. Precio y stock a confirmar.

La correspondencia entre Mitre y Urquiza es una fuente imprescindible para comprender los años cruciales que transcurren entre 1860 y 1868. Esta selección de cartas está extraída de un cuerpo más vasto existente en el Archivo General de la Nación, en el Museo Mitre, en los archivos de Benjamín García Victorica y en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, conformando así un centenar y medio de piezas inéditas.

No escapa al historiador, al investigador y al lector interesado en nuestro pasado la importancia de las fuentes tradicionales (la correspondencia es una de ellas). Ocultos durante un tiempo por el desarrollo de la historia económica y social, aquellos viejos cimientos de la historia política no han perdido fortaleza gracias al nuevo impulso de esta última disciplina.

No se puede negar que Mitre y Urquiza fueron dos protagonistas decisivos de la organización nacional argentina. Estas cartas arrojan nueva luz o confirman hipótesis ya establecidas, pero sobre todo invitan a entender mejor el significado de una rivalidad que, pese a las vicisitudes de una década, concluyen fundando un orden constitucional.

Si el lector recorre la correspondencia previa a Pavón podrá advertir de qué manera cambia de dirección el sentido de la lucha armada. El debate es severo; la tensión entre los papeles contrapuestos del legislador y el guerrero parece estallar en la conciencia de cada uno.

No obstante, los argumentos que estas cartas van enhebrando responden siempre a un mismo interrogante: ¿cómo formar consenso en torno a una ley suprema (la Constitución dictada en 1853 y reformada en 1860), en cuyo texto late la promesa de un régimen republicano y de una sociedad abierta, cuando la guerra civil desata la terrible experiencia del estado de naturaleza?.

Los estilos políticos del ciclo abierto en 1810 estuvieron marcados por recurrentes conflictos de dominación porque carecíamos, entre otras cosas, de instituciones mediadoras en torno a las cuales pudiesen converger valores e intereses antagónicos. Mitre ya lo había observado en la primera edición de la Historia de Belgrano, publicada antes de los acontecimientos de que se ocupa esta correspondencia.

La historia patria había liberado fuerzas contenidas tras la corteza colonial que no encontraban su equilibrio. La pugna entre facciones, necesaria en los regímenes libres según advirtió Madison, generaba en nuestra tierra el efecto contrario: las guerras civiles sepultaban cualquier proyecto de convivencia cívica. Pero desde el momento en que Mitre y Urquiza adoptan como única y exclusiva referencia del debate la Constitución dictada en 1853 y reformada en 1860, los viejos conflictos de dominación pasan a convertirse en conflictos acerca de la interpretación de un orden que ambos acatan como valioso y legítimo.

Merced a estas cartas que surcaban los ríos de nuestro litoral, entre Paraná, Buenos Aires y Concepción del Uruguay, la Argentina logró trasponer un umbral histórico.