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Ed. Humanitas, año 1988. Tamaño 21 x 14 cm. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 70

Venus Hermética Tratado de Kabala Amorosa 452Nacido en Pavía, Italia, Jerónimo Cardano fue hijo ilegítimo de Fazio Cardano, un abogado con talento para las matemáticas que fue amigo de Leonardo Da Vinci. En 1520, entró en la Universidad de Pavía y estudió medicina en Padua consiguiendo excelentes calificaciones. Finalmente, obtuvo una considerable reputación como médico en Saccolongo (cerca de Padua) y sus servicios fueron altamente valorados en las cortes (atendió al Papa y al arzobispo escocés de St. Andrews). No obstante los obstáculos, fue aceptado en 1539 en el Colegio Médico de Milán, llegando a la cúspide de su profesión.

En Bolonia, Cardano fue acusado de herejía en 1570 debido al tono polémico y agudo de sus escritos y a haber escrito el horóscopo de Jesús en 1554. Fue procesado, pasó varios meses en prisión, abjuró y logró la libertad pero con la prohibición de publicar. Se mudó entonces a Roma y consiguió una pensión del Papa Gregorio XIII, y allí practicó la medicina, escribió libros médicos y terminó su célebre autobiografía. Murió en Roma (una leyenda dice que en el día que él había predicho) y su cuerpo fue trasladado a Milán y enterrado en la iglesia de San Marcos.
“Eros es un agente muy secreto, es aurífico; por consiguiente, se esconde en los velos de la Noche; Orfeo te enseñará que se extrae de toda materia en putrefacción; ante todo, deja que ese Saturno, por medio del fuego que forma los metales en las entrañas de la tierra, se convierta en una Venus Hermética.

El Gran Secreto consiste en saber imponer sobre esa tierra una presencia, y esto yo no te lo puedo revelar.
No debes ignorar, finalmente, que una sola mirada del Gran Destructor reduce el Amor a cenizas; condúcete, pues, siempre como si estuvieses ante la faz nocturna del Señor de los tres ojos.

Sexo quiere decir seccionado; las palabras, en sus raíces, son profundamente iniciáticas. Las propias señales del ser humano actual demuestran hasta la evidencia el hermafroditismo primitivo. El Adán real posee una vestidura intelectual, sideral y nerviosa, una vestidura anímica, atmosférica y linfática.

En su cabeza hogar sideral, luna virgen, pedestal de la Mujer vestida de un Sol; su pecho, hogar aéreo, asiento de la procreación espiritual por la voz, y su vientre, hogar terrestre, asiento en los infiernos, de la procreación material. Cada uno de estos tres hogares posee su embrión y sus dos placentas. El acto de amor debe ser, pues, siempre triple.

He ahí ahora otros signos físicos del androginado primitivo: En el hombre, el tórax, envoltorio de la procreación anímica, es lo más desarrollado. En la mujer, es el vientre, asiento de la procreación material. Los ovarios y los testículos son las dos especificacio¬nes del tipo embrión. Los tubos y el cordón seminal, el útero y el pene (cuerpo cavernoso) se corresponden igualmente. La próstata es femenina en el hombre. El clítoris es masculino en la mujer.

La herida de la separación de los sexos, que se abre de nuevo cada vez que, en los cielos, Arés se encuen¬tra con Diana, es el misterio de la sangre menstrual, y es el miembro viril el que viene a cicatrizarla al cerrar el cuello del útero. De suerte que el coito no es ni debe ser otra cosa que el símbolo y el recuerdo repetido del éxtasis, en el seno del cual nuestro Primer Padre destacó su facultad volitiva. He ahí por qué el amor es una bienaventuranza eterna.

El genio de la especie humana hace aumentar los velos negros en los hogares del cuerpo donde se operan las funciones misteriosas: si al hombre le crece el pelo alrededor de la boca (el bigote, la barba), lugar de la procreación anímica, precisamente donde la mujer no lo tiene, en cambio ésta ve protegido su cráneo por abundante cabello, y el pubis es también más espeso en ella.

Así podemos decir que el hombre es viril por los genitales y por la palabra, pero pasivo por el cerebro; mientras que la mujer, abierta a la fecundación física y anímica, es fecundante en lo espiritual.

Es por esto que la pareja amorosa, al juntar los polos opuestos de sus miembros, cierra sus hogares, genital y bucal, para la reconstitución de la elipsis; mientras que la glándula pineal permanece aislada y hermafrodita en la mayoría de los casos.

Quizá sería aquí el lugar a propósito para explicar otros misterios relacionados con el dominio de la Luz secreta. Algo diremos de ello en el Capítulo VI, pero lo haremos con las precauciones que hay que tener al tratar de las profundas iniciaciones.

Tales son las caídas de Adán, el relato de sus divisio¬nes y su enumeración exacta. Vamos a fijar ahora la conclusión de sus instrucciones, la cual puede resu¬mirse en siete apartados:

1- Considera que la esposa que has escogido es una mujer. Condúcete, pues, con ella de modo conveniente; no le pidas que sea un hombre; acuérdate que el deseo, la atracción, la posesión, constituyen el radical motor de su existencia.

2- Prodígale, por consiguiente, todas las formas exteriores de la atención; demuéstrale la firmeza, la constancia, la paciencia, la calma, la serenidad; piensa que ella deseará siempre lo que no posee.

3- Así, pues, debes colocarla en el verdadero y conveniente lugar que le corresponde; dedícate en el hogar a cultivar las minuciosas actividades de su cuerpo; fija su corazón y adorna sin cesar su espíritu, portándote siempre de una manera admirable para ella; de esta suerte su organismo se volverá fino y delicado, un arpa de vibraciones verdaderamente en-cantadoras; pero acuérdate, en todo momento, que tú eres el arpista, y procura no embriagarte con el encan¬to de tus propias improvisaciones.

4- De este modo tu esposa será idéntica a ti y tu único y verdadero amigo.

5- Trátala, pues, en consecuencia, y considérala tu mitad en todos los actos de tu vida.

6- Debes tener la prudencia, no obstante, de no mostrarte débil o totalmente vencido ante ella. Las mujeres que dan consuelo a los afligidos, más que mujeres son ángeles.

7- Estúdiala siempre; adáptate a ella; de esta manera conseguirás la fusión de dos almas en una sola.

En cuanto a ti, hermana mía, tu único deberes amara tu marido hasta el sacrificio.

Existen tres clases de amor:

El primero es la lujuria; este amor es vampírico; su radiación es lineal, eléctrica, incisiva. Frecuentemente lleva a sus víctimas hasta la puerta del sepulcro; es puramente egoísta y físico, viene a ser una especie de suicidio; vuelve casi siempre a Lucifer, del cual ha salido. Su característica es la inclinación irresistible de una persona hacia otra, manifestándose en toda oca¬sión por excesos de lascivia. En este caso, uno de los amantes causa invariablemente la muerte física o magnética al otro.

La segunda clase de amor es la pasión. Esta es anímica en su esencia y vibratoria en su acción; la pasión tiene siempre un principio, un apogeo y una decadencia; es, sobre todo, sentimental y se distingue a menudo por los celos que provoca. Es como una tierra que no hubiese sido suficientemente fecundada; es la conjugación imperfecta de dos seres cuyos deseos no han podido ser polarizados con exactitud. Tiene sus alternativas de vigorización y de extenua¬ción. El amor-pasión vuelve a lo Indefinido y sólo consigue dejar inquietudes, sinsabores y tristes amar¬guras en el corazón.

Finalmente, la tercera clase de amor es el Amor verdadero, el Amor propiamente dicho. Es el abandono total y absoluto de dos seres a su ideal común. Ahí está el gran misterio del Cordero. Para cada rama de la Humanidad éste no se reproduce más que una sola vez durante un año lunar de 600 años; teniendo lugar, no obstante, a la terminación de otros períodos, sobre todo cuando hay que procurar al mundo la flor del Almendro para una sub-raza o para una raza nueva. Este amor se manifiesta como una beatitud; los espo¬sos que son inmortales han debido realizar anticipadamente la triple Gran obra. La Paloma no me permite ser más explícito.
Aspirad, hombres y mujeres, a ese estado sublime de unión y llegaréis a él con toda seguridad. Cumplid el deber del esposo y de la esposa como si estuvieseis ante el abismo de la Muerte. La vieja diosa y el dios niño constituyen dos caras de una misma deidad”.

INDICE

1- De la Condición Paradisíaca
2- Magia Natural
3- Preceptiva Mágica
4- El Acto Sexual
5- La Cópula Mágica
6- Tres Operaciones Misteriosas