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Ed. Tierra Adentro Ediciones, año 2009. Tamaño 23 x 15 cm. Incluye Dossier Fotográfico fuera del texto con 34 fotografías en blanco y negro sobre papel ilustración). Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 222

Por Olga Olivera

Cuando en estas tímidas historias que trato de perpetuar nombro al Rincón, lo hago refiriéndome indistintamente tanto al de Valizas
como al de los Olivera.

Separados ambos por un arroyo fácilmente vadeable, desarrollaron estilos de vida tan disímiles, como el carácter de sus habitantes.

El Rincón de Valizas, lengua de tierra limitada por los meandros del arroyo antes de abrirse al mar y los arenales desérticos del Polonio, alberga un montón de núcleos familiares fuertemente emparentados entre sí.

Matrimonios con un grado de consanguinidad que se remonta a varias generaciones, hacen que los caracteres propios de los Veiga o
los Calimáres por ejemplo, se manifiesten en cada nuevo integrante de manera muy notoria y muchas veces trágica.

Son gente de pantalón y «pata en el suelo», gente de a pie, de lancha marinera o chalanita de arroyo.

Conviven con el arroyo y el mar. Son pescadores por excelencia e idiosincrasia.

El mar es para ellos su fuente de trabajo, pero mucho más que eso. El mar es para ellos un instinto, más fuerte que todo peligro,
más fuerte que todo temor, más fuerte que todo interés económico o laboral, más fuerte aun que el amor a su familia.

El mar es su vida.

Por eso, cuando me refiero a personas con estas características, el Rincón al que aludo es el de Valizas.

En el Rincón de los Olivera por el contrario, la única fuente de trabajo de sus habitantes es el campo, visto desde la cría extensiva de ganado. Son gente de bombacha campera, bota de cuero, sombrero aludo y golilla. Son gente de a caballo.

Con fuertes tradiciones gauchescas arraigadas a sus genes, aun empuñan en su espíritu lanzas de mango de tacuara. Aun llevan las
divisas partidarias adheridas a sus convicciones y a los caudillos en su corazón.

Por ello, cuando me refiero a hombres y mujeres de campo, a jinetes y a caballos, el Rincón al que aludo es el de los Olivera.

A ambos llevo en mi corazón.

En ambos viví y soñé.

A ambos estilos de vida conozco desde adentro.

A ambos admiro y respeto.

En uno desarrollé la amistad por encima de las diferencias económicas y culturales. Siendo mi madre la maestra que fundó la escuela de la zona, fueron los hijos de los pescadores mis compañeros de escuela y mis amigos.

En el otro, disfruté del valor de la familia grande. Con sus historias y sus tradiciones. Con sus orgullos y sus vergüenzas.

Mi padre era Olivera y ser Olivera del Rincón, más que un apellido es una idiosincrasia.

Ya no quedamos muchos; ¡pero aún quedamos!

La Barra de Valizas, Aguas Dulces y el Polonio forman parte de este entorno.

El flujo turístico que en las últimas décadas ha aumentado vertiginosamente, tiende a borrar límites y tradiciones.

Aquel Polonio infierno de tantos navegantes, ha pasado a ser el paraíso de muchos y foco de avanzada del snob y aun del nudista.

Aquella Barra perdida, habitada a lo sumo por tres o cuatro familias apacibles y laboriosas, pasa a ser un centro de renombre internacional, en el que se afincaron foráneos como el tan conocido «Francés» ahora fallecido, que con su visión mundana y oportunista, estableció una moderna empresa de viajes al Polonio.

Aquella Aguas Dulces de suave bonanza, vio acrecentada miles de veces su población.

Esto le quitó al antiguo refugio de ranchos de paja veraniegos construidos sobre pilotes la condición de tal, para transformarlo en
una pequeña selva de cemento. De ser la avanzada de Castillos junto al mar, pasó a ser de todos, pero en el fondo, sigue siendo de cada uno de los que en ella veraneamos.

Con este conjunto de anécdotas, recuerdos y sentimientos, tan disímiles como caóticos, quiero transmitirle al lector, algo del profundo amor que siento por la zona.

INDICE
Prefacio
Homenaje
Fiereza
Un poco de historia de familia
De los hijos de Don Juan Manuel
La multiplicación de las fuerzas
Isidoro y Julián
De su nieto, Manuel Olivera González (Manucho)
La reja
La «Tordilla»
Los negros grandes
El fusil aclarinado
Mi suerte
Una de zorros
La vaca
El niño con nombre de susto
La «Flor de un día»
La silla de Viena
Quijotada
Pies de valicero
El «Winche»
La peona
La «carrera rodante»
La manea
El acordeón retador
Recuento equivocado
El sombrero ensardinado
Noche de timba
Mi caballo
La radio
La araucaria (Réquiem al Rincón)
La campana (Un testimonio irrefutable)
La mesa del parral
La muerte de un palenque
El monte encantado
La querencia
El día en que la Segunda Guerra pasó por la ensenada
El submarino
Pandimiyo
La bandera
Las visitas
La lección de lectura
Fin de fiesta
Lacanaria
Lavanderas de corrientes
Un buen amigo
Las cédulas de San Juan
El dulce de boniato
El poncho
El correo
La paloma
La profecía
El último alcalde y el tendero
Un viaje inusitado
El mástil salvado
El lápiz travieso
Una de perros
Noche de Reyes
De lejos (El nieto)
Perfiles
El más asombrado
Geniol
El más temido
El más enfermo
El más ignorante
El más celoso
El negro Tito
La Serenata
Luz de faro
La hora de la siesta
Nuestra playa
La luna caída
El abrazo de la palmera