Ed. Taurus, año 2004. Tamaño 22 x 13 cm. Prólogo y notas de Milcíades A. Vignati. Estudio Preliminar de Daniel Villar. Incluye 7 láminas en blanco y negro. Usado excelente, 190 págs. Precio y stock a confirmar.
En 1740, una escuadra comandada por el comodoro George Anson partió de Gran Bretaña como parte de una ofensiva contra las colonias españolas. Aunque diezmada su flota por las tormentas, Anson recorrió los mares del sur atacando y saqueando posesiones españolas.
El viaje, casi ignorado en la historiografía argentina, tuvo un fuerte impacto en la corte de Madrid al mostrar crudamente las debilidades del imperio español. Alarmada, la corona castellana impulsó exploraciones en las costas patagónicas para reconocer y fortalecer esos lejanos dominios hasta entonces virtualmente ignorados.
Fruto de la expedición fue un conjunto de escritos que reflejan las peripecias vividas durante la travesía. Entre ellos se encuentra el de un joven sobreviviente, Isaac Morris, quien, en un puñado de cuartillas, dejó un vívido testimonio de sus aventuras y padecimientos en el, por entonces, inhóspito litoral marítimo bonaerense.
Lo único que se sabe de la vida de este guardiamarina de la fragata inglesa Pager, que naufragó en las costas chilenas durante 1741, es lo que se desprende del relato que aquí se publica. Isaac Morris formó parte de uno de los grupos en los que se dispersó la tripulación, disconforme con la actuación de su capitán.
Tras cruzar el estrecho de Magallanes y llegar hasta las costas de la actual Mar del Plata, Morris y siete marinos más fueron abandonados en tierra. Desde allí y luego de padecer increíbles penurias, sólo tres sobrevivientes lograron llegar a Buenos Aires por tierra. Debido a que rechazaban loa oferta de convertirse al catolicismo y ponerse al servicio de Madrid, fueron confinados como prisioneros de guerra en la nave Asia, anclada en el puerto de Montevideo.
Partió del puerto a fines de octubre de 1745 y cuatro meses después llegó a la Metrópoli. Tras una breve temporada en la cárcel, Morris y sus compañeros arribaron a Londres en julio de 1746. Allí debieron enfrentar un proceso judicial que destruyó sus carreras. Al momento de escribir estos recuerdos, Isaac Morris sobrevivía como marino mercante.