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Ed. Del Jaguar y La Máquina, año 1983. Tamaño 28 x 20 cm. Estado: Usado muy bueno. Cantidad de páginas: 48
Por Los Directores
Julio de 1983
Hacia nuestra propia función de habitar
El nombre de nuestra revista lleva implícito nuestra concepción de cultura.
La cultura como una forma integral de vida creada histórica y socialmente por una comunidad a partir de su particular manera de resolver las relaciones que mantiene con la naturaleza, consigo misma, con otras comunidades y con lo sagrado, para dar continuidad y sentido a la totalidad de la existencia.
Así entendida, la cultura está ligada a la vida cotidiana, a la participación y a la identidad de un grupo humano. A la construcción de un modo de habitar en el mundo y entablar un diálogo con la vida y la muerte; con la tierra y el tiempo.
En los últimos amos, nuestra Casa, Argentina, fue devastada por un modo de habitar coercitivo y dictatorial que se
expresó en largos y penosos años de violencia, autoritarismo, agresión económica, censura, que llegan hoy a un punto límite. A una frontera invisible que delimita el pasado reciente del futuro posible.
Y es imprescindible cruzar esa frontera crítica para empezar de nuevo. O en todo caso, para continuar el camino, sacando fuerzas desde lo más profundo de nosotros; desde nuestra autenticidad como pueblo y como cultura. Desde nuestra propia función de habitar.
La Argentina tiene hoy necesidades acuciantes. Muchas de ellas inéditas en su historia. Pero hay algunas que se han convertido
en el «suelo existencial» de toda posibilidad ulterior:
–la necesidad de ser libres («porque lo demás no importa nada»)
-la necesidad y el derecho a la participación plena
-la necesidad y el deber de la creativldad.
Reencontrando la libertad
Para cumplir con esta necesaria tarea, tenemos que sacarnos de encima las ataduras, los prejuicios, los miedos, las cadenas que
nos atan a fantasmas y que obstaculizan el trabajo de construir una comunidad fundada en la justicia.
Recuperando la noción del valor que significa el hecho de tomar el destino colectivo en nuestras manos y caminar sobre nuestros
propios pies.
Recuperando la libertad que estuvo replegada, ni siquiera dormida, en nuestra cotidianeidad, en nuestros sitios de creatividad,
en nuestros espacios de convivencia solidaria. Sacándola toda afuera. Re-organizandola
Re-construyendo la libertad acortando las diferencias injustas pero, al mismo tiempo respetando las identidades básicas y peculiares que aparecen en el seno de la comunidad.
Re-significando la palabra integración y concibiéndola coma unidad (negaci6n de toda división) pero también como libertad (negación de toda uniformidad)
Porque tal vez este sea nuestro máximo desafío en el futuro cercano: la organización de la libertad o dicho de otra manera, el desafío de la libertad organizada.
Para lo cual es necesario contar además con otros dos soportes: el de la participación y el de la creatividad.
El derecho a la participaci6n plena
Participación significa, entre otras cosas, comunicar, anunciar, cooperar, entrar, mezclar, tomar parte, comulgar, compartir. El pueblo argentino tiene una gran historia al respecto. Profundas bases culturales participativas en lo social, político, religioso, económico. Pero también frustraciones y pesadas barreras exacerbadas en el pasado inmediato, que condujeron a la imposición cultural y al vaciamiento físico-espiritual.
Creemos, en este sentido, que en la construcción del futuro posible también se hace necesario re-significar el concepto de participación y tomar conciencia que ella no puede entenderse como «tener una parte», sino intervenir, cooperar, responsabilizarse y ejercer el derecho inalienable de «ser parte de un todo».
El deber de la creatividad
Hoy atravesamos una nueva tormenta, quizás la definitiva. Pero más allá de ella, laten la vida y la memoria. Y la esperanza.
De que podamos ser fuentes para ejercer nuestra mayor creatividad y expresividad en el futuro posible.
Sin repetirnos. Sin cristalizar roles. Sin caer en las trampas ya viejas que frenaron y esterilizaron las capacidades de nuestra cultura.
La historia otorga siempre la oportunidad de sus lecciones. La Argentina ha recibido de las durísimas.
Entendemos que es fundamental tenerlas en cuenta y aprender a unirnos solidariamente para defender a costa de cualquier sacrificio la democracia que viene, primer escalón (aunque no suficiente, necesario) para recuperar la libertad y dignidad perdidas.
Por eso también la necesidad de desplegar todas nuestras fuerzas y las expresiones más auténticas de nuestra identidad nacional.
El país antes que nada -lo decía Rodolfo Kusch- «es una labor interior». Y todos los que lo habitamos somos responsables con nuestra tarea personal y social de fundar un nuevo tipo de poder cultural en una Argentina-Nueva-Casa de Todos.
Somos los responsables también de desterrar el miedo colectivo de ser nosotros mismos y pararnos frente al espejo de la historia, desnudos, sin más justificaciones para ser libres que ejercer nuestra propia capacidad de participar y crear, con la permanente actitud de Encuentro que haga a nuestra cultura cada día más digna y justa.
INDICE
EDITORIAL: Libertad, Creatividad y Participación. Tres pilares del futuro posible
La cultura biológica, José Luis D’Amato
La Tierra sin Mal, Annemie de Vos
Poemas de R. Vera y J. C. Giusti
Energías concentradas. Eduardo Yarke
Caloi y la Cultura Imparable
Nuestro cuerpo: un postergado más, Fidel Moccio
Crónica de un viaje inacabable, Horacio Arló/Jorge Labarca
Por una nueva cultura política, Alejandro G. Piscitelli
Aparecidos, Guillermo Allerand
Por la defensa del patrimonio precolombino, Alberto Rex González
La gran familia de Mataderos, Juan José Tangari
Guadalupe Aparicio: El cazador de imágenes, Irena Benzi
La voz y el mito personal, Abraham Haber
La comunidad y la empresa, Pablo Martiarena
La leyenda de la llorona y la locura, Patricia M. Aguirre
El Tantanakuy: una gesta popular, Héctor A. Olmos
La Historia desde la perspectiva de la universalizaci6n, E. Carutti
El Diccionario esencial, Graciela Palmeiro/Ricardo Santillán Güemes
El destino de la Tierra, Iván Jorge Ivanissevich
Un rostro de ciudad, Miguel Saravia
Detenerse en Maimará, Rodolfo Kusch