Precio y stock a confirmar
Ed. Círculo de Lectores, año 2007. Tapa dura con sobrecubierta. Tamaño 21,5 x 13 cm. Selección y prólogo de Eduardo Milán. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 626
Pulir huesos es uno de los posibles rostros poéticos de Hispanoamérica: el mapa que traza la poesía de veintitrés poetas nacidos entre 1950 y 1965. Es una muestra poética que atrae a lo inhabitual: la poesía hispanoamericana y su presencia hoy. Nada aquí cede al magnetismo de las variables líricas existentes en el extenso ámbito de la poesía latinoamericana de los últimos años, un verdadero continente poético que parece estar siempre a punto de desbordarse. Se trata aquí de leer con cuidado el objeto poético ofrecido al gusto y a la reflexión, poniéndolo a girar teóricamente con voces poéticas de su mismo u otros contextos, enlazándolo con sus diferencias y distinguiéndolo de sus posibles familiaridades. Oficio de afinidad y diferencia, la mirada reflexiva se convierte así en propuesta: la de hacer emerger a los ojos del lector las subjetividades en juego, afectadas por un conflictivo e incierto mundo, el de hoy, al que la poesía, desde la conciencia crítica del lenguaje, no quiere o no puede escapar. Eduardo Milán -poeta, ensayista y crítico uruguayo- realiza en esta muestra una estimulante tarea de discernimiento.
La pluralidad es el estado constante de la poesía hispanoamericana. Este hecho, sumado a una ya larga tradición de acriticismo, no ayuda en nada a cualquier intento por llevar a cabo, con rigor, una selección poética. Éstas tienden casi siempre a un ejercicio de simplificación, cuyo fin es encuadrar la poesía en un mundo que multiplica la superficie en detrimento de la profundidad. La apuesta aquí es la contraria: una aceptación de lo poético complejo, en la creación de los poetas hispanoamericanos nacidos entre 1950 y 1965.
Ha sido tarea propia de una crítica y de una historiografía literarias hispanoamericanas hablar de un suelo común a las literaturas escritas en lengua castellana. El reconocimiento de esa realidad puede soslayar una amplia gama de matices que, a veces, han sido verdaderos desafíos de la multiplicidad lírica hispanoamericana a cualquier espíritu unitario proveniente de la lengua madre. Si bien es cierto que una historia razonada de la poesía hispanoamericana sitúa su aurora autónoma en el modernismo de Rubén Darío -hay quien se remonta más allá, hasta la poesía gauchesca-, también lo es que algunos rasgos de identidad poética, que aparecen de modo intermitente durante el siglo XX, tienen su origen en una peculiar modalidad de recepción hispanoamericana de las primeras vanguardias. Estas encuentran su representación en un grupo de poetas clave para la lírica de ese lado del Atlántico: César Vallejo, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, José Lezama Lima, Emilio Adolfo Westphalen y, luego, en una segunda vuelta, en las obras de Eliseo Diego, Octavio Paz, Alberto Girri, Nicanor Parra, Carlos Martínez Rivas, entre otros.
Esta presentación de la obra de algunos poetas de la generación del medio siglo XX hispanoamericano, más allá del placer estético y del deslumbramiento posible ante propuestas de radicalidad lingüística inusitada, que ya son tradición en la lírica hispanoamericana del siglo pasado, es útil para el lector de poesía en lengua española por varias razones. Una de ellas es la confirmación de la existencia simultánea de distintos tiempos poéticos de reflexión y escritura que actúan acordes con una temporalidad mayor -la poesía occidental que se escribe en este presente poético críticamente incierto- o discrepan de cualquier idea de homogeneidad en la propuesta para fundar su propio y distinto tiempo, que es, muchas veces, un destiempo o un verdadero contratiempo históricos. Islas de contratiempo histórico pueden ser faros de luminosidad lírica intensa. Otra razón visible es la necesidad de puesta en lenguaje de una paradójica contemporaneidad total que traduzca formalmente la razón de ser en sí misma de la poesía, desprendida de la obligación de legitimarse en un contrapunto con el presente, por el reconocimiento, preciso aunque impuntual, de encontrarse en un momento histórico que desconfía de todas las creaciones de sentido.
Esta antología, a cargo del poeta uruguayo Eduardo Milán, no supone un breve y ligero ejercicio de discernimiento y toma de partido estético. Constituye, por el contrario, el resultado crítico de años de lectura y propuestas, a la vez que de confrontación y debate, sobre la interpretación de los signos que deja aparecer la poesía hispanoamericana y su versión reciente.
INDICE
Prólogo: Muestra de poesía latinoamericana, por Eduardo Milán
1- Roberto Apprato (Uruguay, 1950)
2- Eduardo Hurtado (México, 1950)
3- Diego Maquieira (Chile, 1951)
4- Paulo de Jolly (Chile, 1952)
5- Josu Landa (Venezuela, 1953)
6- Mario Montalbetti (Perú, 1953)
7- Roger Santiváñez (Perú, 1956)
8- Magdalena Chocano (Perú, 1957)
9- Julio Eutiquio Saravia (México, 1957)
10- Reynaldo Jiménez (Perú, 1959)
11- Tedi López Mills (México, 1959)
12- Rolando Sánchez Mejías (Cuba, 1959)
13- Mario Arteca (Argentina, 1960)
14- Enrique Bacci (Uruguay, 1960)
15- Hebert Benítez Pezzolano (Uruguay, 1960)
16- Roberto Rico (México, 1960)
17- Francisco Magaña (México, 1961)
18- Laura Solórzano (México, 1961)
19- Edgardo Dobry (Argentina, 1962)
20- Silvia Eugenia Castillero (México, 1963)
21- Fabián Casas (Argentina, 1965)
22- Jorge Fernández Granados (México, 1965)
23- Maurizio Medo (Perú, 1965)