Ed. Cultura, año 1999. Tapa dura. Tamaño 19 x 12 cm. Traducción y notas de Alberto Manzano. Nuevo, 220 págs. Precio y stock a confirmar.
Konstandinos Kavafis (1863-1933) nació y murió en Alejandría. Fue el último de los nueve hijos de una pareja de prósperos comerciantes fanariotas de Constantinopla. Su padre, Pedro Kavafis, se había casado a mediados de siglo con una muchacha de catorce años, Khariklia Potiadis, hija de un rico mercader en diamantes que decía descender de un obispo de Cesárea y de un príncipe de Samos.
Después de su matrimonio se estableció en Liverpool, donde tenía una casa de exportación de telas e importación de algodón. En mil ochocientos cincuenta y cuatro se mudaron a Alejandría para establecer una sucursal de su negocio. Pedro Kavafis murió en mil ochocientos setenta, cuando Konstandinos tenía siete, dejando una escasa fortuna, luego de haber sido uno de los más ricos comerciantes de la ciudad.
Tres años después, Khariklia decidió regresar a Liverpool en un intento por rehacer la fortuna de su marido, pero la inexperiencia de sus hijos los llevó a la ruina definitiva, teniendo que volver a Alejandría en mil ochocientos setenta y nueve. Los siete años que Kavafis pasó en Inglaterra -entre los nueve y los dieciséis-, fueron definitivos para su formación. Aprendió inglés, conoció las costumbres victorianas, escribió sus primeros poemas y se familiarizó con los escritos de Shakespeare, Browning y Wilde, de quienes hay resonancias en sus versos.
Al regreso de Alejandría desde Constantinopla, en mil ochocientos ochenta y cinco, donde habían ido con Khariklia antes del bombardeo y ocupación inglesa de la ciudad, tenía veintidós años y allí viviría el resto de su vida. Su origen, educación y luego su pobreza no impidieron a Kavafis hacer vida social entre la comunidad griega de la ciudad, sin que por ello dejase de sentirse extrañado. Sabemos que en su juventud tuvo un carnet de periodista y trabajó para un diario local; que durante cinco años fue corredor de bolsa y que escribió, a finales de los ochentas, algunos artículos en inglés contra el imperialismo británico, como el que reclama la devolución de los mármoles Elgin.
Según Timos Málanos, en ésta época Kavafis vivió largos y angustiosos períodos de identidad sexual que sólo calmaba con alguna visita a los burdeles para bisexuales y sus escasos affaires d’amour en el barrio Attarine, donde iba con un sirviente que vigilaba las posibles apariciones de su madre, con quien vivió hasta mil ochocientos noventa y nueve, año de su fallecimiento. Al regreso de Alejandría desde Constantinopla, en mil ochocientos ochenta y cinco, donde habían ido con Khariklia antes del bombardeo y ocupación inglesa de la ciudad, tenía veintidós años y allí viviría el resto de su vida. Su origen, educación y luego su pobreza no impidieron a Kavafis hacer vida social entre la comunidad griega de la ciudad, sin que por ello dejase de sentirse extrañado.
Sabemos que en su juventud tuvo un carnet de periodista y trabajó para un diario local; que durante cinco años fue corredor de bolsa y que escribió, a finales de los ochentas, algunos artículos en inglés contra el imperialismo británico, como el que reclama la devolución de los mármoles Elgin. Según Timos Málanos, en ésta época Kavafis vivió largos y angustiosos períodos de identidad sexual que sólo calmaba con alguna visita a los burdeles para bisexuales y sus escasos affaires d’amour en el barrio Attarine, donde iba con un sirviente que vigilaba las posibles apariciones de su madre, con quien vivió hasta mil ochocientos noventa y nueve, año de su fallecimiento.
Al regreso de Alejandría desde Constantinopla, en mil ochocientos ochenta y cinco, donde habían ido con Khariklia antes del bombardeo y ocupación inglesa de la ciudad, tenía veintidós años y allí viviría el resto de su vida. Su origen, educación y luego su pobreza no impidieron a Kavafis hacer vida social entre la comunidad griega de la ciudad, sin que por ello dejase de sentirse extrañado. Sabemos que en su juventud tuvo un carnet de periodista y trabajó para un diario local; que durante cinco años fue corredor de bolsa y que escribió, a finales de los ochentas, algunos artículos en inglés contra el imperialismo británico, como el que reclama la devolución de los mármoles Elgin.
Según Timos Málanos, en ésta época Kavafis vivió largos y angustiosos períodos de identidad sexual que sólo calmaba con alguna visita a los burdeles para bisexuales y sus escasos affaires d’amour en el barrio Attarine, donde iba con un sirviente que vigilaba las posibles apariciones de su madre, con quien vivió hasta mil ochocientos noventa y nueve, año de su fallecimiento. Al regreso de Alejandría desde Constantinopla, en mil ochocientos ochenta y cinco, donde habían ido con Khariklia antes del bombardeo y ocupación inglesa de la ciudad, tenía veintidós años y allí viviría el resto de su vida. Su origen, educación y luego su pobreza no impidieron a Kavafis hacer vida social entre la comunidad griega de la ciudad, sin que por ello dejase de sentirse extrañado.
Sabemos que en su juventud tuvo un carnet de periodista y trabajó para un diario local; que durante cinco años fue corredor de bolsa y que escribió, a finales de los ochentas, algunos artículos en inglés contra el imperialismo británico, como el que reclama la devolución de los mármoles Elgin. Según Timos Málanos, en ésta época Kavafis vivió largos y angustiosos períodos de identidad sexual que sólo calmaba con alguna visita a los burdeles para bisexuales y sus escasos affaires d’amour en el barrio Attarine, donde iba con un sirviente que vigilaba las posibles apariciones de su madre, con quien vivió hasta mil ochocientos noventa y nueve, año de su fallecimiento.
Kavafis tuvo pocos amigos en su juventud. Aparte de su prolongada amistad con Pericles Anastasiades, sólo cuando tuvo treinta y ocho años conoció, en un viaje a Atenas, a Gregory Xenopoulos, y no fue hasta los años de la primera guerra cuando entró en comercio con hombres de su altura, como Robin Furness, John Forsdyke o E.M. Forster, que trabajaba para la Cruz Roja y quien hizo conocer su obra en el mundo inglés. Sus primeros sueldos regulares comenzó a ganarlos pasados los treinta, luego de trabajar gratis por tres años, a la espera de una vacante, en el Ministerio de Riegos, donde copiaba informes, llevaba cuentas bancarias, manejaba la correspondencia extranjera y traducía documentos. Trabajo que conservó por treinta años, hasta mil novecientos veintidós, cuando se retiró, y que siendo tedioso, le permitió tener las tardes y las noches libres.
Más allá de lo que suele pensarse después de leer sus poemas eróticos, la vida alejandrina de Kavafis fue poco dramática, incluso su aislamiento literario, que consideró no del todo desventajoso para el crecimiento de su obra. En un comentario acerca de la indiferencia de los griegos por la literatura, escrito en mil novecientos siete, Kavafis resalta lo importante que es para el escritor la independencia de sus lectores: «Pero al lado de todo lo desagradable y hostil de la situación, cada día peor, déjeme anotar -como una muestra de alivio en nuestras miserias-, una ventaja. La ventaja es la independencia intelectual que se garantiza.
Cuando un escritor sabe bien que unos pocos ejemplares serán vendidos, gana una gran independencia para su trabajo creador. El escritor que tiene la seguridad, o al menos la posibilidad de vender toda su edición, y quizás futuras ediciones, no pocas veces es influenciado por las futuras ventas. Casi sin saberlo, sin pensarlo, habrán circunstancias cuando conociendo lo que el público piensa, lo que gusta y compraría hará algunos pequeños sacrificios, escribirá está frase un poco diferente, dejará fuera aquello. Y no hay nada más destructivo para el arte, tiemblo con sólo pensarlo, cuando una frase debe ser cambiada, cuando hay que omitir algo.» Quizá por esta y otras razones de índole social,
Kavafis murió sin ofrecer un volumen al público. Tuvo el valor de elegir sus lectores, entregando mínimos ejemplos de su obra a quienes le visitaban o a aquellos que consideraba podían comprender lo que hacía. Entre mil ochocientos noventa y uno y mil novecientos cuatro imprimió seis poemas de los ciento ochenta que tenía escritos; en mil novecientos cuatro, catorce, y en mil novecientos diez, veintiuno, de los doscientos veinte que contenían sus archivos. Esas escasas muestras llamaron la atención de algunos escritores alejandrinos y de otros en Atenas, especialmente entre los jóvenes. A finales de la primera década del siglo, los editores de Nea Zoe solicitaban sus poemas, así como los de Grammata.
De allí en adelante Kavafis gozaría de cierto prestigio local, nada despreciable, en una Alejandría donde según Kostas Ouranis vivían, en esos años de entreguerras los mejores escritores griegos de su tiempo.
Indice:
Nota preliminar.
Poesía Selecta:
1- Muros.
2- Un anciano.
3- Los caballos de Aquiles.
4- Oración.
5- El funeral de Sarpedón.
6- Velas.
7- El primer peldaño.
8- Las almas de los ancianos.
9- Che fece…il Gran Rifiuto.
10- Interrupción.
11- Las ventanas.
12- Termópilas.
13- Infidelidad.
14- Esperando a los bárbaros.
15- Voces.
16- Anhelos.
17- Troyanos.
18- El Rey Dimitrio.
19- El séquito de Dionisio.
20- Monotonía.
21- Las pisadas.
22- Ese es el hombre.
23- La ciudad.
24- La satrapía.
25- Los Idus de Marzo.
26- Fin.
27- Escultor de Tiana.
28- El Dios abandona a Antonio.
29- Jónico.
30- La gloria de los Ptolomeos.
31- Ítaca.
32- Pensamientos peligrosos.
33- Fileleno.
34- Herodes Ático.
35- Los reyes alejandrinos.
36- Regresa.
37- En la iglesia.
38- Raras veces
39- Tanto como puedas.
40- Para la tienda.
41- Fui.
42- La tumba del gramático Lisias.
43- La tumba de Eurión.
44- Candelabro.
45- Hace mucho tiempo.
46- Pero los sabios perciben cosas que están a punto de ocurrir.
47- Teodoro.
48- En la puerta del café.
49- Jura.
50- Una noche.
51- Mar matinal.
52- Cuadro.
53- Holofernes.
54- La batalla de Magnesia.
55- Manuel Comneno.
56- El enojo del Seléucida.
57- Cuando se aviven.
58- En la calle.
59- Ante la estatua de Endimión.
60- En una ciudad de Osroene.
61- En la travesía.
62- Para Ammón que murió a los 29 años, en el año 610.
63- Uno de sus dioses.
64- En la tarde.
65- Al placer sensual.
66- Gris.
67- La tumba de Iasis.
68- En el mes de Atir.
69- He irado tanto….
70- La tumba de Ignacio.
71- Días de 1903.
72- El escaparate del estanco.
73- Cesarión.
74- Cuerpo, recuerda.
75- La tumba de Lanis.
76- Entendimiento.
77- El plazo de Nerón.
78- Enviados de Alejandría.
79- Aristóbulos.
80- En el puerto.
81- Emiliano Monae, alejandrino, 628-655 d.C.
82- Desde las nueve.
83- Frente a la casa.
84- La mesa de al lado.
85- El sol del atardecer.
86- Viene a reposar.
87- De los judíos (50 d.C.).
88- Imeno.
89- A bordo del barco.
90- Acerca de Dimitrio Sóter.
91- Aunque realmente muerto.
92- Jóvenes de Sidón (año 40 d.C.)
93- Para evocar las sombras.
94- Darío.
95- Ana Comneno.
96- Un noble bizantino en el exilio compone versos.
97- Su principio.
98- El favor de Alejandro Balas.
99- Melancolía de Jasón Cleandro, poeta de Comágene.
100- Demarato.
101- He traído el arte.
102- De la escuela del renombrado filósofo.
103- Artesano de tazas de vino.
104- Aquellos que lucharon por la liga Aquea.
105- A Antíoco Epífanes.
106- En un viejo libro.
107- Desesperación.
108- Juliano ante el desprecio.
109- Epitafio de Antíoco, rey de Coágene.
110- El teatro de Sidón (400 d.C.).
111- Juliano en Nicomedia.
112- Antes de que el tiempo los alterara.
113- Había pensado leer.
114- En Alejandría, 31 a.C.
115- Juan Cantacuzeno triunfa.
116- Temezo de Antioquia, 400 d.C.
117- Cristales de colores.
118- El año veinticinco de su vida.
119- En una costa italiana.
120- En la aburrida aldea.
121- Apolunio de Tiana en Rodas.
122- La enfermedad de Cleito.
123- En un pueblo de Asia Menor.
124- Un sacerdote en el templo de Serapis.
125- En las tabernas.
126- Una gran procesión de sacerdotes y seglares.
127- Sofista que abandonas Siria.
128- Juliano y los ciudadanos de Antioquia.
129- Ana Dalassena.
130- Días de 1896.
131- Dos jóvenes de 23 a 24 años.
132- Griega desde tiempos antiguos.
133- Días de 1901.
134- No has entendido.
135- Un joven poeta a sus veinticuatro años.
136- En Esparta.
137- Retrato de un joven de veintitrés años pintado por un amigo de la misma edad, un aficionado.
138- En una gran colonia griega.
139- Un príncipe de Libia occidental.
140- Quimón, hijo de Learco, 22 años, estudiante de literatura griega (en Cirene).
141- Camino de Sinope.
142- Días de 1909, 1910 y 1911.
143- Miris: Alejandría, 340 d.C.
144- Alejandro Janneo y Alejandra.
145- Preciosas flores blancas.
146- Ven, oh rey de los lacedemonios.
147- En el mismo espacio.
148- El espejo del vestíbulo.
149- Pregunto por la calidad.
150- Tomarse la molestia.
151- Siguiendo la receta de los antiguos magos greco-sirios.
152- En el año 200 a.C.
153- Días de 1908. Poemas no publicados en libros (1896-1933): 154- Juliano en los misterios.
155- El rey Claudio.
156- Cuando el vigía vio la luz.
157- Crecer en espíritu.
158- Setiembre, 1903.
159- Diciembre, 1903.
160- En las escaleras.
161- En el teatro.
162- Poseidonios.
163- El final de Antonio.
164- Cosas ocultas.
165- Al oír del amor.
166- El resto se lo diré a los del infierno.
167- La fotografía.
168- Al volver de Grecia.
169- Exiliados.
170- Teófilo Palaiologos.
171- Recorrí sus camas y me acosté en ellas.
172- Media hora.
173- Simeón.
174- La espalda vendada.
175- En las afueras de Antioquia.