Ed. Daniel Cortezo y C.ª, Calle de Pallars (Salón de S. Juan), Biblioteca “Arte y Letras”, Barcelona, año 1887. Primera Edición. Tapa dura, entelada. Tamaño 20.5 x 14.5 cm. Con ilustraciones de F. Gómez Soler. Estado: Muy Bueno. Cantidad de páginas: 396

Enrique Lucio Eugenio Gaspar y Rimbau (1842–1902) fue un diplomático y escritor español, autor de obras de teatro, zarzuelas y novelas. Hijo de actores, a la muerte de su padre se desplazó a Valencia con su madre y sus dos hermanos. Allí estudió Humanidades y Filosofía, aunque no terminó sus estudios, acabando por trabajar en la casa de banca y comercio del marqués de San Juan.

A los 13 años ya había escrito su primera zarzuela y a los 14 era redactor de La Ilustración Valenciana. A los 15 su madre protagonizó su primera comedia. A los 21 se trasladó a Madrid para dedicarse a ser escritor y entre 1868 y 1875 tuvo su época más fecunda, realizando obras donde criticaba los valores burgueses. Fue pionero del teatro social en España. Publicó numerosos artículos, poesías y narraciones en las principales publicaciones periódicas de la época: La Época, Blanco y Negro y La Ilustración Española.

A los 23 años se casó con Enriqueta Batllés y Bertán de Lis, una bella aristócrata, cuyos padres no aprobaron la boda. Tras el nacimiento del segundo hijo, ingresó a los 27 años en el cuerpo diplomático. Pasó un tiempo en Grecia y en Francia, luego Madrid y finalmente estuvo de cónsul en China, primero en Macao y luego en Hong-Kong. Durante este tiempo no dejó de escribir y estrenar obras, además de colaborar en El Diario de Manila.

De vuelta, es destinado a Olorón, aunque la familia reside en Barcelona. Seguirán varios destinos en el sur de Francia. Su esposa morirá en Marsella, dónde era cónsul, y, enfermo, se retira a Olorón con su hija, su yerno y sus nietos. Morirá en Olorón a los 60 años.

Escribió unas veintiséis piezas dramáticas muy interesantes e innovadoras, como El estómago (1874), sobre la preeminencia de este órgano en el cuerpo humano, o La lengua (1882), que trata sobre la maledicencia y la educación de la mujer. Si en su época imperaba el sentimentalismo en el teatro, Enrique Gaspar quiere sobre todo hacer pensar a sus espectadores, por eso rechaza todo lirismo y prefiere la prosa al verso. En Las circunstancias (1867), denuncia y satiriza la hipocresía e intereses de la burguesía. Huelga de hijos (1893) es una obra feminista muy adelantada para su época. Enrique Gaspar fue un autor minoritario por su realismo crítico y sus innovaciones dramáticas; manejaba a la perfección los personajes y el diálogo, muy movido, conciso y cáustico, y en ocasiones descarnado. Su visión del mundo es pesimista, pese al humor del que hace gala.

La creencia común es que el primero que concibió una máquina del tiempo fue H.G.Wells, en 1895. Sin embargo, en El anacronópete, publicada durante 1887 en Barcelona, Enrique Gaspar y el ilustrador Francesc Soler desarrollaron este tema, que se convertiría en uno de los clásicos de la ciencia ficción.

Novela en formato de zarzuela, es la primera en la que se inventa una máquina para viajar en el tiempo: el anacronópete, una caja enorme de hierro fundido que navega gracias a la electricidad y mueve cuatro grandes cucharas mecánicas para desplazarse, además de otra maquinaria que incluye la producción del fluido García, que hace que los pasajeros no rejuvenezcan cuando viajan hacia atrás en el tiempo. El artefacto también incluye toda clase de comodidades en su interior y, entre otras maravillas, escobas que barren solas.

La máquina sirve de excusa para una historia en tres actos en los que don Sindulfo García, científico de Zaragoza e inventor del ingenio, su amigo y ayudante Benjamín, la sobrina y pupila Clarita, la sirvienta, el capitán Luis, el amor de Clarita, unos cuantos húsares y algunas mujeres francesas de vida alegre se desplazan en el tiempo.
En el primer acto salen de París, de la Exposición Universal y viajan hasta al batalla de Tetuán en 1860. Acaban por regresar a Paris el día anterior de su salida, donde desembarcan unas señoritas francesas rejuvenecidas.

En el segundo acto se vuelve de nuevo a viajar hacia el pasado, parándose en diversos momentos históricos como Granada en 1492 o Rávena, durante el 690, para el aprovisionamiento. Acaban en la China del siglo III donde sufren algunas aventuras, consiguiendo escapar bajo el mando de Benjamín. Los personajes evolucionan, con Benjamín obsesionado por la vida eterna, don Sindulfo loco de Celos por Clarita, y Clarita enamorada del capitán Luis.
En el tercer acto, con una parada en la Pompeya del Vesubio en el año 79, llegan al siglo XXX a. C., los tiempos de Noé. Allí descubren el secreto de la vida eterna en Dios. Finalmente, don Sindulfo, enloquecido, acelera el anacronópete al punto de hacerlo estallar cuando llega al día de la creación.