Precio y stock a confirmar
DVD Original usado
Estado: Excelente
Origen: Francia / Estados Unidos / Argentina
Color
Formato: Widescreen
Idioma: Varios
Subtítulos: Castellano
Duración: 136′
Director: Jonathan Nossiter
Protagonistas: Yvonne Hegoburu (Francia), Battista y Lina Columbu (Italia], Michel Rolland (Francia), Aimé Guibert (Francia), Familia Mondavi (EEUU), Familia De Montille (Francia), Michael Broadbent (Gran Bretaña), Bernard Magrez (Francia), Familia Frescobaldi (Italia), Familia Antinori (Italia), Salvatore Ferragamo (Italia), Familia Etchart (Argentina), Antonio Cabezas (Argentina), entre otros.

Desde la selva brasileña hasta las callejuelas de Brooklyn, desde los Pirineos hasta los aristocráticos palacios
florentinos… ricos y pobres, emigrantes y nativos siempre compartieron un mismo sueño: el de convertir, como
por arte de magia, la uva en vino. Mondovino es un documental en el que el norteame¬ricano Jonathan Nossiter
nos ofrece un recorrido por la historia del vino a lo largo de tres continentes. La película retrata el enfrentamiento entre las grandes empresas de Francia, Italia y Argentina, y los pequeños viñedos de cada país, construyendo un diálogo entre los fascinantes personajes del mundo del vino.

«Para mí, el vino siempre ha estado ligado al placer y a la amistad. Empecé a interesarme por el vino a la edad de quince años cuando trabajaba como camarero en algunos restaurantes de París. Posteriormente, obtuve un diploma de sumiller en Nueva York, donde tuve la oportunidad de elaborar bastantes cartas de vinos para restaurantes. Mi padre, Bernard Nossiter, era corresponsal en el extranjero para periódicos americanos, y por esa razón crecí en diversos países como Francia, Italia, Grecia, India y Estados Unidos. De esta manera, desde muy joven tuve la ocasión de ver como mi padre le tomaba el pulso al país hablando con todo el mundo. En el curso de mis encuentros con viticultores de todo el mundo durante estos 20 últimos años, he podido constatar que este pequeño mundo del vino podría ser en sí mismo la representación «del resto del mundo». Existe una razón muy simple para ello: el vino, con toda su infinita complejidad de expresiones, es lo más semejante a la imagen del ser humano sobre la faz de la Tierra. Forma parte de las tradiciones judeocristianas y grecorromanas; las mantiene, o más bien, las prolonga, vivas, vitales y actuales. El vino es, pues, un depositario único de la civilización occidental. Intentar captar el estado del mundo del vino, supone forzosamente buscar nuestra relación con la vida y la muerte, y buscar la conexión con un pasado orientado hacia el futuro.

Un viticultor es a la vez un agricultor, un comerciante y un artista. Su vínculo con la tierra es de gran humildad (pues están sometidos a los caprichos de la naturaleza) y, al mismo tiempo, el vino que produce con su esfuerzo sobre esa misma tierra está directamente relacionado con las grandes ambiciones de la cultura en la que él vive. Y como los artistas, él intenta hacer soñar, aportar placer y provocar intercambios entre las personas. La obra por la que el viticultor entrega su alma es, a diferencia de las obras de arte, intrínsecamente efímera y producto de la inmediatez. Así pues, evita necesariamente la trampa aludida por Orson Welles, «la única cosa más vulgar que trabajar por dinero es trabajar para la posteridad.» Un viticultor es, en consecuencia, una de las personas mejor situadas para revelar las tendencias y las fuerzas subyacentes de una cultura en un momento dado».

Jonathan Nossiter