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Ed. DeBolsillo, año 2009. Tamaño 19 x 12,5cm. Traducción de Enrique Pezzoni. Prólogo de Jaime Rest. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 620

MOBY DICKEl protagonista de esta novela es el capitán Acab, un loco con poder de arrastrar a los demás en su locura, se lanza tras la Ballena Blanca identificándola como encarnación monomaníaca de todas las potencias maléficas. Es, sin duda, una novela de aventuras, pero también un poema épico en prosa que relata la exaltación de la lucha sostenida por el hombre contra el poder de la naturaleza. Sobre este libro y su autor ha escrito Jorge Luis Borges:

“Hay escritores cuya obra no se parece a lo que sabemos de su destino; tal no es el caso de Herman Melville, que padeció rigores y soledades que serían la arcilla de los símbolos de sus alegorías. Nació en New York en 1819. Vástago de una gran familia venida a menos, de severa tradición calvinista, perdió a su padre a los trece años. A los diecinueve emprendió la primera de sus largas navegaciones; fue como marinero a Liverpool.

En 1841 se alistó en una ballenera que zarpó de Nantucket. El capitán era muy duro con su gente; Melville desertó en una isla del Pacífico. Los isleños, que eran caníbales, lo acogieron. Cien días y cien noches pasaron y lo rescató una nave australiana. A bordo de esa nave, Melville capitaneó un motín. Hacia 1845 volvería a New York. Typee, su primer libro, data de 1846.

En 1851 publicó la novela Moby Dick, que pasó casi inadvertida. La crítica la descubriría hacia 1920. Ahora es famosa; la ballena blanca y Ahab tienen su lugar en esa heterogénea mitología que es la memoria de los hombres. Abunda en frases misteriosamente felices:

“El predicador, de rodillas, rezó con tanta devoción que parecía un hombre arrodillado y rezando en el fondo del mar.” La noción de que el blanco puede ser un color terrible ya estaba en Poe. También las sombras de Carlyle y de Shakespeare andan por ese volumen. Melville tenía, como Coleridge, el hábito de la desesperación. Moby Dick es, de hecho, una pesadilla.

El amor a la Biblia lo induciría a emprender el último de sus viajes. En 185 anduvo por tierras de Egipto y de Palestina. Nathaniel Hawthorne fue su amigo. Murió, casi olvidado, en New York, en 1891”.