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Ed. Fondo de Cultura Económica, año 2004. Tamaño 21 x 13,5 cm. Traducción de María Condor. Nuevo, 188 págs.

Lecciones de los maestros George Steiner481Por Leopoldo Brizuela Fuente

En épocas y ámbitos académicos que exigen la ultraespecialización, Steiner se propone realizar, en solo seis charlas, el análisis de las modalidades de la relación maestro-discípulo a lo largo de casi veinticinco siglos de cultura occidental. Platón e Internet, Henry James y Nadia Boulanger, Abelardo y Wittgenstein «dialogan» en el texto, produciendo sentidos siempre inesperados, deslumbrantes revelaciones. Por lo demás, Steiner, para quien la verdadera enseñanza ha sido siempre oral, escribe en una prosa a la vez «conversada» y precisa como la demostración de un teorema; y al mismo tiempo, deja aflorar en ella la pasión y el dolor de su circunstancia: pasión por el «diálogo» con sus propios discípulos (una de los cuales se convirtió en su esposa) y dolor «porque lo que experimento al jubilarme de la docencia me ha dejado huérfano».

Steiner solo considera a su propia muerte -la teme, la repudia- como la interrupcion de la gloria de aprender, de generar aprendizaje. Ahora bien, ¿cuál es la razón de que Lecciones de los maestros omita la mínima referencia a los famosos teóricos de la didáctica, aquellos que abarrotan los programas de las «materias pedagógicas» de todas las carreras en nuestras Universidades? Steiner no se expide al respecto, pero si como él dice -con un pesar que redobla su urgencia por transmitir conocimientos- «la antienseñanza ha triunfado», lo ha hecho en buena medida por culpa de estos «didactas»; y en lugar de aplicarse a compensar su mediocridad o rebatirla, Steiner se pone a pensar todo de nuevo y desde el principio.

Su método consiste en enfocar biografías de filósofos de todos los tiempos, para entender cómo transmitieron su saber y para contrastar esta práctica pedagógica con sus principales postulados filosóficos. La tarea se vuelve más difícil de lo que podría suponerse, no solo porque estos testimonios son escasos, incluso tratándose de pensadores «canónicos», sino porque hay algo de la circunstancia de cada aprendizaje que solo puede conocerse si se la vivió.

Para compensar esta carencia, Steiner recurre a obras de la literatura universal. No considera la ficción y la poesía como meras excusas para sus reflexiones sino como vías de conocimiento paralelas y del mismo nivel que la pura teoría. Lo cierto es que, para ayudarnos a seguirlo en su ir y venir por los siglos, Lecciones de los maestros plantea en la primera página tres modelos posibles de relación: 1) maestros que destruyen («vampirizan») a sus discípulos; 2) discípulos que solo logran construirse traicionando al maestro, ya en lo personal, ya tergiversando su legado; y 3) maestros y discípulos entre los cuales reina una «intensidad del dialogo que genera amistad en el sentido más elevado de la palabra».

El prólogo aclara, al mismo tiempo, que en los tres casos se trata de relaciones de poder: en lugar de negar esta asimetría esencial, se trata de comprender «cuál es la fuente» de la autoridad del Maestro. En el primer capítulo, «Unos orígenes perdurables», Steiner enfoca a los filósofos de la Grecia antigua, los más ajenos, desconfiados y hasta reacios a la escritura, y por lo tanto, muy cercanos al rapsoda y al poeta mismo; de Platón, en este sentido, Steiner se complace en decir que sus Diálogos revelan un sentido de lo dramático solo comparable al del propio Shakespeare; la consideración de Sócrates y su discípulo Alcibíades le sirve para postular el «eros del intercambio» como esencial a toda relación pedagógica, y lo hace con una originalidad deslumbrante respecto de todas las corrientes que enfocan el tema del homoerotismo.

Un segundo capitulo, «Lluvia de fuego», relaciona a San Agustín con las actuales teorías lingüísticas generativas («porque las competencias para descifrar los signos son, para el santo, innatas») y continúa con un análisis del aprendizaje del personaje Dante dentro de la Divina Comedia, guiado por su maestro Virgilio: «Dante asciende desde la perplejidad más tenebrosa hasta los límites del entendimiento humano que son exactamente los del lenguaje».

«Magnificus», el tercer capítulo, deplora la incomprensible ausencia de un maestro en toda la obra de Shakespeare y pasa a analizar el mito del doctor Fausto; Fausto, maestro universitario de leyenda y de ficción, abre paso a un estremecedor análisis de Heidegger, en su condición de nazi, discípulo traidor de Husserl y maestro-amante-maltratador de Hannah Arendt, ambos judíos: en ningún momento el libro está más cerca de esbozar una teoría del mal.

«Maitres a penser», el cuarto capítulo, se aplica a la consideración de Francia como una verdadera «república de instructores»; ciertos pensadores franceses dan pie para considerar a Nietzsche no solo como «académico antiacadémico par excellence» sino también como investigador del tema en Schopenhauer como educador.

En el quinto capítulo, «En tierra natal», Steiner emprende una feroz crítica del sistema educativo americano, afectado -según él- por dos patologías: la obsesiva voluntad, puritana al fin, de erradicar mediante sanciones el «eros» inherente a toda relación pedagógica y sobre todo, la «corrección política», que va emparejada con un concepto errado y absolutista de la democracia, que, como ahondará en el epílogo, encubre solo demagogia y masificación.

Un último capítulo, «El intelecto que no envejece», analiza «la enseñanza como elemento esencial de lo judío a lo largo de los siglos». Por supuesto, aquellos «tres modelos» sirven a George Steiner para poner de relieve, una y otra vez, ciertos planteos éticos: la coherencia entre lo que el Maestro enseña y lo que hace, «predica por el ejemplo», que convierte su vida «en un espectáculo»; la responsabilidad del Maestro en la conducta de sus discípulos; la tensión entre la naturaleza misma del enseñar y el aprender y la idea de cobrar o pagar por ello, esto es, ni más ni menos, las limitaciones de la enseñanza en el seno de la universidad -de la que desconfía profundamente- y del sistema capitalista.

Como al llegar al final del libro sus posturas sobre estos temas están muy claras, Steiner prefiere echar su mirada al futuro y se pregunta sobre tres factores que por fin parecen estar alterando estos «tres modelos invariables»: el surgimiento de Internet, en el que encuentra un posible «sustituto» del maestro tradicional y una expansión de la propia enseñanza con consecuencias imprevisibles; el surgimiento del feminismo y la presencia de la mujer como evidente introductora de cambios profundos, y por fin, un fenómeno inequívocamente negativo: la amenaza de esa «irreverencia», característica de nuestra época, de que se valen los medios y la demagogia política para alterar la «asimetría» fecunda del vínculo entre quien enseña y quien aprende, es decir, para menoscabar sistemáticamente la autoridad de quien enseña.

Sin embargo, más que por los enigmas que cierra y deja abiertos, más que por las indudables polémicas que puede generar, Lecciones de los maestros queda ardiendo en la memoria a modo de un homenaje a la enseñanza concebida como la actividad mas alta del género humano; la que no vence a la muerte, pero seguramente consigue trascenderla; la que permite recuperar, aun en estos tiempos, la esperanza.

INDICE
Introducción
1- Unos orígenes perdurables
2- Lluvia de fuego
3- Magnificus
4- Maitres á penser
5- En tierra natal
6- El intelecto que no envejece
Epílogo
Nota bibliográfica
Indice onomástico