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Ed. Era Naciente, año 1995. Tamaño 20 x 13,5 cm. Traducción de Raquel Albornoz. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 316

Por Alexander Lowen

Normalmente uno no se pregunta: “¿Quién soy?”, sino que da por descontada la identidad. Cada uno lleva en la cartera documentos que le sirven para identificarse. En el plano consciente sabemos quienes somos. Sin embargo, bajo la superficie existe un problema de identidad. En el límite de la conciencia, nos perturban ciertas insatisfacciones, nos inquietan las decisiones, nos atormenta la sensación de estar perdiéndonos cosas de la vida. Estamos en conflicto con nosotros mismos, inseguros de lo que sentimos, y esa inseguridad refleja nuestro problema de identidad. Cuando la insatisfacción se convierte en desesperanza y la inseguridad llega al borde del pánico, quizá nos preguntemos: “¿Quién soy”. Este interrogante da a entender que se está desmoronando la fachada tras la cual buscamos la identidad. Usar una fachada como forma de lograr la identidad denota una división entre el ego y el cuerpo. Esa división es, para mi, el trastorno esquizoide que subyace todo problema de identidad.

La sensación de identidad proviene de tener contacto con el cuerpo. Para saber quién es, el individuo debe tener conciencia de lo que siente. Debe conocer la expresión de su rostro, su porte, su manera de caminar. Sin este sentimiento y actitud corporales, la persona se escinde, y queda por un lado un espíritu incorpóreo, y por otro, un cuerpo desencantado.

La pérdida total de contacto con el cuerpo es característica del estado esquizofrénico. En términos generales, el esquizofrénico no sabe quién es, y está tan escindido de su realidad, que ni siquiera puede plantearse el interrogante. Sabe que tiene cuerpo, y por ende, esta orientado en el tiempo y el espacio. Pero dado que su ego no se identifica con su cuerpo y no lo percibe de una manera vital, se siente desconectado del mundo y de las demás personas. Este conflicto no existe en una persona sana cuyo ego se identifica con su cuerpo, una persona que sabe que su identidad proviene del hecho de sentir el propio cuerpo.

En nuestra cultura, la mayoría de las personas padece una confusión de identidad. Se desesperan cuando la imagen del ego que se han creado demuestra ser hueca y sin sentido. Se sienten amenazados y reaccionan con enojo cuando se pone en tela de juicio el rol que adoptaron en la vida. Tarde o temprano, la identidad asentada en imágenes y roles deja de brindar satisfacción.

El problema psíquico “típico” de nuestros tiempos no es la histeria, como en tiempos de Freud, sino el problema de las personas que están aisladas, que no se relacionan, que carecen de afectos, que tienden a la despersonalización y disimulan sus problemas mediante intelectualizaciones y formulaciones técnicas.

La alienación del individuo en los tiempos modernos -sentirse distanciado de su trabajo, de sus congéneres, de sí mismo- ha sido descrita por muchos autores, y constituyen el tema central de las obras de Erich Fromm. El amor que siente el individuo alienado es romántico, su expresión sexual es compulsiva, su trabajo es mecánico, y sus logros egoístas. En una sociedad alienada, tales actividades pierden su significación personal. Esta pérdida se reemplaza por medio de una imagen.

El trastorno esquizoide crea una disociación de la imagen con respecto a la realidad. El término «imagen» hace referencia a símbolos y creaciones mentales, en contraposición a la realidad de la experiencia física. Esto no quiere decir que las imágenes sean irreales, sino que poseen un orden distinto de realidad que los fenómenos corporales. La imagen obtiene su realidad por estar asociada con el sentimiento oi la sensación. Cuando se interrumpe esta asociación, la imagen se vuelve abstracta. La discrepancia entre imagen y realidad se ve muy claramente en los esquizofrénicos deliranmtes. El ejemplo clásico es la persona demente que imagina ser Jesucristo o Napoleón. Por otra parte, la “salud mental” es el estado donde coinciden imagen y realidad. La persona sana tiene una imagen de sí misma que concuerda con el aspecto de su cuerpo y con el modo en que su cuerpo siente.

En el campo social, la imagen tiene sus aspectos positivos tanto como negativos. No sería posible aliviar el dolor y la desgracia en gran escala sin el uso de una imagen que movilizara una respuesta masiva. Todo esfuerzo humanitario ha tenido éxito a través del uso de una imagen atrayente. Pero a la imagen se la puede usar negativamente con el fin de incitar al odio y provocar la destrucción a otros. Cuando al policía se lo presenta como símbolo de autoridad represiva se convierte en objeto de desconfianza y odio. Cuando los comunistas chinos pintan al norteamericano como un diabólico explotador de gente, éste se vuelve un monstruo al que hay que destruir. La imagen borra lo de humano y personal que tiene el individuo, lo reduce a una abstracción. Entonces se vuelve fácil matar a alguien si se lo ve sólo como una imagen.

Si la imagen es peligrosa en un nivel social, donde se reconoce abiertamente su función, sus efectos son desastrosos en las relaciones personales, donde su acción es insidiosa. Esto se ve en la familia donde el hombre trata de cristalizar la imagen que tiene de la paternidad oponiéndose a las necesidades de sus hijos. Así como él se ve desde el punto de vista de su imagen, también ve al hijo como imagen y no como persona con sentimientos y deseos propios. En esta situación, la crianza se reduce a tratar de que el niño se adapte a una imagen, que a menudo es la proyección de la imagen que el padre tiene de sí mismo en el inconsciente. El hijo que es obligado a adaptarse a un modelo inconsciente de un progenitor pierde su sentido de self, su sentido de identidad y el contacto con la realidad.

La pérdida del sentido de identidad tiene su origen en la situación familiar. Como lo criaron rodeándolo de imágenes de éxito, popularidad, atractivo sexual, esnobismo intelectual y cultural, posición social, abnegación, etcétera, el individuo ve otras imágenes en vez de ver personas. Rodeado por imágenes, se siente aislado. Al reaccionar ante imágenes, se siente desvinculado. Al tratar de satisfacer su propia imagen, se siente frustrado, cree que le han arrebatado la satisfacción emocional. La imagen es una abstracción, un ideal, un ídolo que exige el sacrificio del sentimiento personal; es una concepción mental que, impuesta sobre el ser físico, reduce la existencia humana a un papel subsidiario. El cuerpo se convierte en un instrumento de la voluntad al servicio de la imagen. El individuo se aliena de la realidad de su cuerpo. Y los individuos alienados crean una sociedad también alienada…

INDICE
1- El problema de identidad
2- El trastorno equizoide
3- La defensa contra el terror
4- El cuerpo abandonado
5- La imagen del cuerpo
6- La psicología de la desesperación
7- Ilusión y realidad
8- Demonios y monstruos
9- La psicología del pánico
10- El comer y el dormir
11- Orígenes y causas
12- Recuperar el cuerpo
13- El logro de la identidad
14- El ego y el cuerpo
Notas