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Ed. Consulado General de Italia en Córdoba/Instituto Italiano de Cultura en Córdoba, año 1987. Tamaño 19 x 14,5 cm. Estado: Usado muy bueno. Cantidad de páginas: 210
En el marco de la poesía italiana de la primera mitad del siglo XX, Umberto Saba (Trieste, 1883-1957) aparece como un poeta ignoto y solitario. Hasta pudo preguntarse si era un poeta fuera de la historia. El hecho es que mientras sus contemporáneos elegían las vías de la poesía órfica, hermética o pura, el decidía «vivir la vida / de todos / ser como todos los hombres de todos / los días» y componer su cancionero con «palabras…/ que luego cada uno entiende y son/…valores / de todos».
La revalorización de su poesía fue obra de críticos atentos y poco proclives a someterse a las estéticas en auge, como Guido Piovene, Eugenio Montales y Giacomo Debenedetti, quienes expusieron las razones de esa necesaria revisión en palabras de Giacomo Debenedetti:
«Otra vez, para hacer comprender la posición de Saba con respecto a sus mayores contemporáneos, se nos había ocurrido servirnos de un apólogo. Habíamos pensado, entonces, en el famoso viaje del salmón. El salmón, para ir a cumplir su acto más vital, el amor fecundante, emprende un camino opuesto al curso de las aguas: desde el mar a los ríos, a los torrentes, a los lagos de montaña hasta casi las fuentes. Haría falta saber describir, como lo imaginamos, aquel hocico que se afila y parece que busca, y ha encontrado ya, su inverosímil camino: aquella natación que se lanza contra los remolinos, contra los saltos, inventa un itinerario entre los obstáculos, entre las piedras, vence al subir el impulso contrario y el golpe de las cataratas, evita los remolinos impracticables y escurriéndose va más arriba. Los otros en cambio, los campeones de la poesía pura y después del hermertismo, habían seguido el curso histórico de la poesía, habían ido a lo que entonces er el mar, habían encontrado también, en medio de la sal, los manantiales puros. Pero si la historia de la poesía, esta transmisión no solo de formas sino de una cierta idea que se tiene de la poesía, en su curso principal parecía tener la otra dirección, ¿es quizá Saba un poeta fuera de la historia?»
Saba es ante todo un poeta autobiográfico y en sus libros ha recogido puntualmente sus experiencias, haciendo coincidir las estaciones de la vid con las de la poesía: la infancia en El pequeño Berto, la adolescencia y juventud en Poesías de la adolescencia y juveniles, los días de soldado en Versos militares y Poesías escritas durante la guerra, la vida cotidiana del hogar y de la ciudad en Casa y campo, Trieste y una mujer y Corazón moribundo, los soliloquios en Preludio y Fugas, los involuntarios exilios en La serena desesperación y 1944, los años de la madurez y vejez en Palabras, Ultimas cosas, Epígrafe, Casi un cuento y Seis poesías de la vejez. Hasta ha compilado en versos su Autobiografía.
Si por poesía moderna se entiende búsqueda de absoluto a través de la palabra esencial, rescate y catarsis de la memoria en la inocencia de la forma perfecta, revelación cifrada del misterio en la alusividad hermética del símbolo, pocos poetas merecen menos que Saba el calificativo de poeta moderno.
El suburbio
Fue entre las calles de este
Suburbio que algo nuevo
me sucedió
Fue como un vano
suspiro
el deseo imprevisto de salir
de mí mismo, de vivir la vida
de todos,
de ser como todos
los hombres de todos
los días
No tuve nunca tan grande
alegría, ni tenerla de la vida espero
Veinte años tenía aquella vez, y estaba
enfermo. Por la nuevas
calles del arrabal el deseo vano como un suspiro
me hizo suyo
Donde en el dulce tiempo
de la infancia
veía pocas y dispersas
casitas empinarse en la desnuda
colina,
surgía un Pueblo ferviente de humano
trabajo. En él sufrí
por vez primera el vano y dulce
deseo
de hundir mi vida dentro de la cálida
vida de todos,
de ser como todos
lo hombres de todos
los días
Tener la fe
de todos, decir
palabras, hacer
cosas que luego cada uno entiende, y son,
como el vino y el pan,
como los niños y las mujeres,
valores
de todos. Pero un rinconcito
ay, dejaba al deseo, azul
espiral,
para mirarme desde allí, gozar
la alta alegría obtenida
de no ser más yo mismo,
de ser esto tan solo: entre los hombres
un hombre
Nacido de oscuras
vicisitudes,
poco duró el deseo, apenas un breve
suspiro. Lo recobro
-eco perdido
de juventud- por las calles del Suburbio
cambiadas
más de lo que yo he cambiado. Sobre los muros
de las altas casas,
sobre hombres y trabajos, sobre todas las cosas,
ha descendido el velo que envuelve las cosas
finitas
INDICE
Un poeta «ignoto y solitario», por Trinidad Blanco de García
I-
De Recuerdos – Relatos (1910-1957)
Versiones de Trinidad Blanco de García
II-
La casa de la nodriza, por Esteban Gabriel Anadón
Poemas (1909-1931)
Versiones de Horacio Armani
Cuando el andar es leve, por Pablo Anadón
Poemas (1933-1943)
Versiones de Pablo Anadón y Esteban Gabriel Anadón
Algunas Mediterráneas y otras poesías, por Ricardo H. Herrera
Poemas (1946-1954)
Versiones de Ricardo H. Herrera