Ed. Centro Cultural Recoleta, año 2000. Tapa dura. Tamaño 29 x 29 cm. Incluye 51 fotografías en blanco y negro, 31 fotopinturas a color y 35 pinturas a color, todas sobre papel ilustración. Usado excelente, 214 págs. Precio y stock a confirmar.
“Toda construcción de una vida es también una destrucción: si la obra del pintor está lograda, es que el pintor se expresó en ella destruyendo, o al menos resquebrajando, la imagen que él tenía de sí mismo, lo que pensaba que iba a realizar. La obra, cuando lograda, es siempre superior a las intenciones del artista.
En el caso de Banier, me parece que todo se construye por instinto, sufre muy gravemente con la desaparición del individuo, incapaz de soportar el estado de dependencia que le impone el movimiento de ahora en más universal y cada vez más veloz, el cual introduce –como ninguna otra civilización- el estado técnico absoluto que amenaza la esencia misma del ser humano.
El hecho de que Banier haya sido conocido primero como escritor y, bastante más tarde, también como fotógrafo, no deja de tener alguna consecuencia en su posición de pintor. Lo instantáneo es la estética del Banier fotógrafo. Ahora bien, lo instantáneo no es sólo el instante, sino todo el pasado de un ser atrapado al vuelo –y perpetuado. Banier capta un aspecto, una actitud, una mirada, y así devela lo que es único, el carácter, la naturaleza misma del individuo.
¿Deberían clasificarse como una tercera actividad, muy diferente, las fotografías pintadas?. Fotografías pintadas…antes de verlas con mis ojos no creía en ellas: la pintura se volvería impura si se mezclase con un modo de expresión que abarca, mucho más eficazmente de lo que ella sabe hacerlo, ciertos aspectos inmediatos de la realidad. Mucho más cuando él, Banier, ya era un fotógrafo consagrado antes de entrar –con fuerza, con furia- en la pintura. En todas sus búsquedas –cuadros, libros, fotografías-, en toda su obra, demuestra una insaciable, afectuosa curiosidad. Y mucho coraje para afrontar el azar”.
Héctor Bianciotti.