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Ed. La Aurora, año 1978. Tamaño 22,5 x 15. Traducción de José Severino Croatto. Estado: Usado muy bueno. Cantidad de páginas: 378
Precisemos el tema de este libro e indiquemos con ello el objetivo que nos hemos fijado: recorrer los caminos principales de acceso a un texto bíblico. El objeto de nuestra preocupación principal será por tanto el texto escriturístico. Hoy se propone, con razón, leer ante todo el texto en sí, comprendido por sí mismo, fuera de toda referencia a un autor, a una historia o a un lector. Tal será también nuestro paso inicial.
Nuestra búsqueda hará sin embargo intervenir rápidamente, al lado del texto, al lector y sus instrumentos, es decir al biblista y los principales métodos de exégesis. Puesto que, como lectores de la Biblia, esperamos (¿no es la esperanza de todo lector?) tener acceso al texto y por él al sentido. Una reflexión sobre nuestro estatuto de lector se impondrá por tanto, así como se comprobará que es necesaria una investigación sobre los métodos más apropiados. La imagen de los caminos muestra que diversas vías de acercamiento son posibles y que cada una revela un aspecto del paisaje. Un texto no tiene una sola puerta, ni una sola llave.
No obstante su coherencia interna y su funcionamiento propio, un texto aislado queda incomprensible. Acabamos de aproximar el texto al lector y a los métodos de interpretación. Sin embargo no es suficiente todavía con tejer tales lazos. Para tomar o retomar vida, el texto debe ser asociado a otras realidades, es decir, insertado en sus diversos contextos: la lengua, la historia y la conciencia.
Retomando la oposición saussuriana entre la lengua (sistema) y el habla (acontecimiento), debemos ciertamente distinguir tal texto, griego de la lengua griega en general. Ello no impide que el texto sea inseparable de la lengua en la cual está redactado. No hay acceso a este acontecimiento de lengua que es un texto, sin conocimiento del sistema lingüístico (de la lengua por tanto), en el cual está agarrado, pero también fuera del cual surgió.
La lengua contiene por lo demás elementos constitutivos de un tipo particular, las palabras, que tienen una doble faz: la del significante y la del significado. Con el significado de un vocablo, pasamos del lado de la semántica. No es posible comprender la parábola del hijo pródigo, por ejemplo, sin saber lo que representa el concepto de padre o de hijo. Además, si relacionamos el padre con el hijo, imaginaremos diversas asociaciones significantes, que se reencuentran en otros textos, de los cuales nuestra memoria no es la menos rica. Estas asociaciones ayudan a comprender el alcance universal de tal o cual parte del texto.
Comprender un texto es por lo tanto aprender a situarlo en su doble relación con la lengua: a) ante todo frente al sistema lingüístico que le permite funcionar, b) luego frente a las unidades semánticas de las que nuestro texto, tal un caleidoscopio, es la fijación provisional. Para recurrir a una imagen, podemos decir que cada unidad semántica de un texto o cada asociación significante se asemeja a la ficha bibliográfica de un catálogo: manifiesta y oculta a la vez una riqueza apenas previsible.
El segundo nivel es el de la historia. De hecho, este nivel es apenas diferente del anterior ya que un texto no es comparable sino a otro texto y la historia es accesible solamente bajo forma verbal, escrita la mayoría de las veces. Situar un texto en sus relaciones con la historia, como queremos hacerlo, es en realidad asociarlo con otros textos. Retengamos no obstante la noción de historia, sabiendo bien que la historia no es jamás la presencia de bruta facta, sino la de un discurso sobre hechos cuya realidad no es verificable a la manera de los fenómenos naturales a menudo reiterables.
De hecho, existen por lo menos dos lazos entre el texto y la historia. Está ante todo la relación que todo escrito mantiene con el referente, a saber, con la realidad que tiene en vista el conjunto de los significantes. Esta realidad por lo demás no es siempre histórica: puede ser estética como en el caso de una obra de arte (las parábolas y las leyendas de la Biblia tienen un aspecto estético); puede también ser metahistórica (cuando se trata de una intervención de Dios en la vida de los hombres). En la Biblia, sin embargo, es histórica la mayoría de las veces. En efecto, cargado de información, el referente se constituye en historia.
Se ha notado, a pesar de ello, que la carga de información de un texto puede ser inversamente proporcional a su alcance semántico: más detalles exactos se cuentan sobre el asesinato de Kennedy, más el sentido de este suceso histórico se deshace. Será con todo necesario preguntarse si hay aún sentido cuando ya ninguna información es transmitida. En el Nuevo Testamento, la resurrección tiene por cierto tanto más sentido cuanto menos nos informan los relatos sobre el desarrollo de la resurrección. ¿Pero este sentido no desaparece de un golpe, con la velocidad del aire que sale de una pelota pinchada, si el hecho de la resurrección se derrumba? Sea lo que fuere, leer un texto es también ponerlo en relación con lo que cuenta.
Un texto tiene aun otros lazos con la historia. Como los hombres, los textos nacen y mueren. Tal como los hombres, son históricos. La expresión gnóstica «¿Qué éramos? ¿Qué hemos llegado a ser? ¿Dónde estábamos? ¿A dónde hemos sido arrojados? ¿Hacia qué fin nos precipitamos? ¿De dónde hemos sido rescatados? ¿Qué es la generación y la regeneración?» se puede aplicar al texto tanto como al hombre. Conocer los orígenes de un hombre, no es aún comprenderlo; pero ya es situarlo y comenzar a conocerlo. Determinando la génesis de un texto, luego descubriendo su Sitz im Leben, sabremos en qué medio, como un ser viviente, se ha sentido cómodo.
Por esta segunda relación con la historia, pasamos al tercer nivel que hemos distinguido, el de la conciencia. Algunos estructuralistas rehúsan considerar la historia (el referente) de otra manera que como un código entre otros. Excluyen también al sujeto, en nuestro caso el autor del texto. Por nuestra parte, siguiendo a Jean Starobinski, estimamos que, cualquiera sea nuestro interés por el texto considerado en sí, llegamos siempre al instante en que el texto pierde su finalidad de objeto de análisis para llegar a ser mediador de sentido y sujeto critico entre la conciencia que lee y la conciencia que ha escrito.
Estas consideraciones son teóricas: se apoyan sobre ciertos análisis contemporáneos que, sobre el modo de la explicación, buscan determinar el funcionamiento de los textos. Retoman también las preocupaciones de la hermenéutica moderna que, por un esfuerzo de comprensión, intenta restablecer un contacto viviente entre el autor y el lector. Nuestra esperanza se completaría si la distinción de W. Dilthey entre la explicación y la comprensión pudiera ser superada.
De hecho, el exégeta tiene preocupaciones a menudo más modestas pero con todo urgentes. ¿Qué forma del texto hay que retener (crítica textual)? ¿Qué límites poner al texto (crítica literaria)? ¿Qué sentido literal darle (exégesis)?
Este libro comenzará de manera empírica: dará primero la exé¬esis de dos textos-testimonio (Génesis 22:1-19, y Lucas 15:11-32) como se tiene la costumbre de hacerlo: siguiendo el método histórico-crítico usado por la casi totalidad de los exégetas contemporáneos. Es verdad que en este comienzo algunos elementos serán dejados de lado para ser retomados a continuación al presentar algunos grandes maestros del siglo XIX o al confrontarlos con las ciencias humanas. Hablando con propiedad, la exégesis de nuestros textos no finalizará provisionalmente sino al fin de la obra. No obstante, queremos partir de lo que se hace, de lo que hacemos cotidianamente en tanto exégetas. Durante la marcha reflexionaremos en el trabajo que se está cumpliendo. La preocupación, la sospecha metodológica, pesará sobre nuestro cometido desde el comienzo.
Esta sospecha llegará pronto a ser una indagación. ¿De dónde viene el método histórico-crítico? ¿Cuál fue la influencia del siglo de las luces y sobre todo del siglo XIX sobre nuestra manera de trabajar? ¿Qué papel jugó F. C. Baur y de qué utilidad fueron sus investigaciones históricas para la constitución de nuestra disciplina? ¿Qué lugar hacerle a J. Wellhausen? ¿Qué función, en fin, cumplió H. Gunkel con mi preocupación religiomgeschichtlich y literaria?
Comprobaremos que la exégesis ha seguido hasta aquí numerosas vías: ha tomado el camino de la teología desde los orígenes, el de la filología desde el Renacimiento y el de la historia desde el siglo XIX. ¿Por qué no tomaría otros: el de la crítica literaria, del psicoanálisis o de la sociología de la literatura?
Para las excursiones difíciles es prudente contratar un guía. Es lo que hemos hecho en la segunda etapa de nuestra investigación. Para cada uno de estos dominios mal conocidos de los exégetas hemos invitado a un especialista: al rector de la Academia de Orleáns, Gérald Antoine, quien expone, con algunos ejemplos muy concretos al mismo tiempo que sagrados, el provecho que se puede, esto es que se debe, sacar de los métodos de aproximación lingüísticos y estilísticos; el P. Luis Beirnaert, s.j., psicoanalista, quien aborda el problema difícil de la aplicación a textos literarios de ciertas categorías del psicoanálisis destinadas al contacto directo y oral entre el paciente y el analista: él ve en la parábola de Lucas 15:11-32 un testimonio de lo mejor del deseo insatisfecho; Jacques Leenhardt en fin, cuyos trabajos sociológicos sobre Robbe-Grillet, inspirados por Lucien Goldmann, han conmovido algunas
fortalezas de la crítica literaria tradicional. Cada invitado proporciona indicaciones metodológicas sobre la disciplina que representa y trata de aplicar su manera de leer a los textos-testimonio que le hemos sometido.
Philibert Secrétan, que nos ha acompañado durante la segunda etapa de nuestra investigación, fija la situación de este encuentro entre la exégesis bíblica y las ciencias humanas. A continuación del filósofo ginebrino, Paul Ricoeur intenta una síntesis provisional. En una carta que ha precedido su venida formula así su intención: «El título de mi contribución podría ser exégesis bíblica y hermenéutica. El tema sería la doble relación de la exégesis con la hermenéutica: como hermenéutica especial respecto de una hermenéutica general, como hermenéutica querigmática respecto de una hermenéutica considerada como canon.
La tercera etapa, solamente esbozada en este volumen, plantea la pregunta siguiente: ¿Estos caminos nuevos nos permiten comprender mejor los textos bíblicos? ¿O simplemente los comprenden en un sentido diferente? ¿Qué progreso o qué diferencia hay pues entre las exégesis propuestas hasta aquí en la obra y la interpretación cristiana de los siglos que precedieron la aparición de la conciencia crítica? ¿Algunos padres de la Iglesia serán entonces llamados, a título de testigos, a comparecer ante el tribunal?
Como lo atestigua la bibliografía adjunta, nuestro esfuerzo se inscribe en el cuadro de una búsqueda metodológica emprendida hoy en muchos países.
INDICE
Prólogo
Lista de abreviaturas
INTRODUCCION, por François Bovon
Primera parte
PRIMERA LECTURA DE LOS TEXTOS DE REFERENCIA: Génesis 22:1-19 y Lucas 15:11-32
El sacrificio de Isaac (Génesis 22:1-19), primera lectura, por Grégoire Rouiller
La parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32), primera lectura, por François Bovon
Segunda parte
EN LAS FUENTES DEL MÉTODO HISTORICO-CRITICO
Ferdinand Christian Baur. Aporte metodológico e interpretación de Lucas 15:11-32, por Christophe Senft
Julius Wellhausen. Su método histórico y crítico, por Grégoire Rouiller
La exégesis de Lucas 15:11-32 por Julius Wellhausen, por François Bovon
Hermann Gunkel, historiador de la religion y exégeta de los géneros literarios, por François Bovon
La interpretación de Génesis 22:1-19 por Hermann Gunkel, por Grégoire Rouiller
Tercera parte
DIALOGO CON LAS CIENCIAS HUMANAS
Crítica literaria
Panorama de metodología crítica, por Gérald Antoine
El sacrificio de Isaac. Explicación de Génesis 22:1-19, por Gérald Antoine
Las tres parábolas de la misericordia. Explicación de Lucas 15:1-32, por Gérald Antoine
Psicoanálisis
La parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32) leída por un analista, por Louis Beirnaert
Sociología de la literatura
Aproximación sociológica a un sermón de Massillon sobre Lucas 15:11-32, por Jacques Leenhardt
Hermenéutica
Hermenéutica y verdad, por Philibert Secretan
La tarea de la hermenéutica, por Paul Ricoeur
La función hermenéutica de la distanciación, por Paul Ricoeur
Hermenéutica filosófica y hermenéutica bíblica, por Paul Ricoeur
Cuarta parte
MIRADA SOBRE LA EXEGESIS DE LOS PADRES
Agustín de Hipona lee Génesis 22:1-19, por Grégoire Rouiller
Alegorías patrísticas de la parábola lucana de los dos hijos (Lucas 15:11-32), por Yves Tissot
Quinta parte
SEGUNDA LECTURA DE LOS TEXTOS DE REFERENCIA
El sacrificio de Isaac, segunda lectura, por Gregoire Rouiller
La parábola del hijo pródigo, segunda lectura, por François Bovon
Investigaciones metodológicas actuales: bibliografía selecta