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Ed. Siruela, año 1999. Tamaño 22 x 14,5 cm. Prefacio de Mircea Eliade. Traducción de Neus Clavera y Hélène Rufat. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 410

Eros y magia en el RenacimietoPor Ioan P. Culianu

Todavía suele pensarse que un abismo separa la visión del mundo que tenía el hombre del Renacimiento de la que tenemos nosotros mismos y nuestros contemporáneos. La marca visible de esta fractura sería la tecnología actual, fruto dela «ciencia cuantitativa», que empezó a desarrollarse a partir del siglo XVII. Sin embargo, y a pesar de que las mayores autoridades de la historia de la ciencia nos informen sobre la inexistente relación entre los propósitos de un Newton, un Kepler, un Descartes, un Galileo o un Bacon y esta supuesta «ciencia cuantitativa», seguimos perpetuando las mismas opiniones erróneas que nuestros antepasados racionalistas del siglo XIX. De hecho, éstos últimos creían firmemente en la idea de la razón y del progreso, y la defendían a ultranza.

Postular la existencia de una ruptura entre una edad infantil de la humanidad, que se terminaba con el Renacimiento, y la edad de su madurez, que culminaba con el advenimiento de la técnica moderna, era útil, en aquel momento, para los objetivos sociopolíticos de nuestros partidarios del progreso, que se creían rodeados, o realmente lo estaban, por fuerzas hostiles. Pero hoy en día, cuando las pruebas palpables de la tecnología quitan toda su eficacia a una mirada demasiado nostálgica hacia el pasado, se hace indispensable revisar por completo esta actitud cuya intolerancia pretende esconder la falsedad.

La idea que el hombre moderno tiene de la magia es muy extraña: solo ve en ella un montón risible de recetas y de métodos que provienen de un concepto primitivo, no científico, de la naturaleza. Desgraciadamente, los pocos «especialistas» que se arriesgan a explorar ese dominio llevan, como únicas herramientas para su viaje, los mismos prejuicios. Se pueden contar con los dedos de una mano las obras que rompen con esta persistente tradición.

Ciertamente, sería difícil sostener que el método de la magia tiene algo que ver con nuestras ciencias de la naturaleza: la estructura de la materia queda ignorada por completo, y los fenómenos físico-químicos se atribuyen a fuerzas ocultas que actúan en el cosmos. A pesar de ello, la magia tiene en común con la tecnología moderna el ansia de llegar, por otros medios, a los mismos resultados: comunicación a distancia, transportes rápidos, viajes interplanetarios forman parte de los éxitos corrientes del mago.

Sin embargo, si la magia ha seguido existiendo, riéndose de cuantos creían que ya llevaba tiempo desaparecida, no ha sido gracias a estos éxitos. Más bien son las ciencias psicológicas y sociales contemporáneas las que derivan directamente de ella. Por esta razón convendría, ante todo, restablecer una visión correcta de la esencia y la metodología de la magia para poder hacerse una idea de lo que todavía le debemos.

En principio, la magia de la que nos ocuparemos aquí es una ciencia del imaginario; explora este imaginario con medios propios y pretende manipularlo más o menos según su voluntad. En su desarrollo máximo, alcanzado con la obra de Giordano Bruno, la magia es un método de control sobre el individuo y los medios de comunicación, basada en el conocimiento profundo de las pulsiones eróticas personales y colectivas. Se puede reconocer en ella el antepasado lejano, no solo del psicoanálisis sino también, en primer lugar, del de la psicosociología aplicada y la psicología de masas.

Al ser una ciencia de la manipulación de fantasmas, la magia va dirigida, en primer lugar, a la imaginación humana, donde intenta suscitar impresiones persistentes. El mago del Renacimiento es un psicoanalista y un profeta, pero también se anticipa respecto a profesiones modernas, como las de jefe de relaciones públicas, agente de propaganda, espía, hombre político, censor, director de los medios de comunicación de masa, agente de publicidad.

Las operaciones fantásticas que conoce el Renacimiento son más o menos complejas: el eros es la primera que ya se manifiesta en la naturaleza, sin que intervenga la voluntad humana. La magia solo es un eros aplicado, dirigido, provocado por el operador. Pero también existen otros aspectos de la manipulación de los fantasmas: uno de ellos es el maravilloso arte de la memoria. La relación entre eros, mnemotécnica y magia es hasta tal punto indisoluble que resulta imposible comprender esta última sin estudiar previamente los principios y los mecanismos de los dos primeros.

En cierto modo, obramos como precursores al estudiar la imaginación en el Renacimiento y los cambios a los que se vio sometida en la época de la Reforma. Sin embargo, sería ingenuo pretender que nuestro libro no se sitúe en la línea de toda una tradición de estudios dedicados a la historia y filosofía de las ciencias, de los que intenta, a veces, corregir algún error de enfoque.

La obra de Paul K. Feyerabend, aunque no haya inspirado nuestras investigaciones, se ve a menudo confirmada, en un sentido histórico, a través de ellas. Efectivamente, Feyerabend debe mucho a los estudios de sociología de las ciencias que surgieron en el mundo anglosajón como consecuencia de la influencia ejercida por Max Weber sobre la interpretación de la aparición de las ciencias modernas en el siglo XVII. Robert K. Merton, sobre todo, constató un shift of vocational interest hacia la ciencia en la Inglaterra puritana, relacionando las vocaciones científicas con la influencia del puritanismo religioso. Así fue como el alcance del puritanismo, que llevaría, según Weber, a la formación del «espíritu del capitalismo», se vio ampliado hacia la formación de las esferas de interés social, aptas para explicar el desarrollo de la ciencia y la técnica modernas. (Cierto es que junto al puritanismo, Merton sitúa los intereses militares entre los factores fundamentales que explican este fenómeno cuya relación con las ciencias casi parecía insospechable: la religión y la guerra).

Max Weber, al que no obstante se ha intentado atribuir un espíritu antipuritano (para compensar las exageraciones inversas de su familia), fue el primero en sostener la necesidad de unas observaciones de orden sociológico e histórico que fueran wertfrei, esto es, sin ningún tipo de juicio de valor. Merton, por su parte, se sitúa en esta perspectiva, pero costaría no atribuirle una admiración implícita por este puritanismo inglés que, al cabo de unas décadas, transformaría por completo el destino de la civilización occidental. En cuanto a Feyerabend, no disimula sus prejuicios llegando así a unas conclusiones realmente extrañas. En efecto, en una obra, cuyo mérito por haber puesto de manifiesto los límites del racionalismo reconocemos con gusto, Feyerabend no duda en afirmar que la intervención del Estado es a menudo saludable para frenar la evolución unidireccional de la ciencia. Ofrece como ejemplo de operación conseguida con éxito para corregir el imperialismo científico occidental, el resurgimiento de la medicina tradicional en China por orden de Mao, y también recuerda la influencia de ]os puritanos en la Inglaterra del siglo XVII, que llevó a la aparición de las ciencias cuantitativas modernas.

Cierto es que la perspectlva de Feyerabend no es la única posible. Implica atribuir un valor a un fenómeno histórico (en este caso, la aparición de la ciencia moderna bajo la influencia del puritanismo) que no posse ninguno. En el caso de Feyerabend, asi como en el caso de:todos los historiadores racionalistas de las ciencias (de los cuales nuestro filósofo pretende
distanciarse en varios aspectos), la influencia del protestantismo inglés sobre el desarrollo de las ciencias se beneficia de una valorización que es, sin lugar a dudas, intensamente positiva. Con todo ello, es posible invertir esta óptica y afirmar, por ejemplo, que la humanidad moderna debe su mayor mal a los dos factores que lo produjeron, en el alba de la nueva época tecnológica: la religión y la guerra. Está lejos de nosotros la intención de seguir esta posición radical. Pero bien debemos constatar que no es menos legítima que la de los adeptos al «triunfalismo» cientificista, entre los cuales hay que contar el que ha declarado formalmente ser su adversario: Paul K. Feyerabend.

En cuanto a nosotros, más bien nos inclinamos por seguir a Max Weber y rechazar, por principio, cualquier juicio de valor sobre las constataciones históricas que se desprenden de los análisis contenidos en este libro.

Es evidente que la materia, cuyas vicisitudes históricas examinaremos a lo largo de esta obra, es el «imaginario humano» tal como viene expresado en los documentos relativos al eros y a la magia en el Renacimiento. En alguna ocasión, será imposible no enfrentarse con el tema de las pretensiones del mago cuando efectúa operaciones fuera de lo común. Y. por lo tanto, será imposible no comparar estas pretensiones -cuya validez no tiene por qué ser examinada- con las realizaciones de la ciencia y la tecnología modernas. Magia y ciencia representan, en última instancia, las necesidades imaginarias; y el paso de una sociedad dominada por la magia hacia una sociedad dominada por la ciencia se explica, en primer lugar, por un cambio del imaginario. En este sentido se concreta la novedad de este libro: examina las transformaciones al nivel de los descubrimientos científicos, y lo hace partiendo de la idea de que un descubrimiento solo es posible gracias a una cierta perspectiva de conocimientos y creencias relativos a su posibilidad.

Si hoy en día podemos enorgullecernos de tener a nuestra disposición unos conocimientos y una tecnología que solo existían en la fantasía de los magos, hay que admitir que, desde el Renacimiento, han disminuido nuestras facultades para obrar directamente con nuestros propios fantasmas, o con los de los demás. La proporción entre consciente e inconsciente se ha modificado en profundidad, y nuestra capacidad para dominar nuestros propios procesos imaginarios se ha quedado en nada.

No solo es interesante aprender cuál era la relación entre un hombre del Renacimiento y sus propios fantasmas, sino que también interesa comprender cuáles han sido las razones ideológicas que han favorecido la evolución de dicha relación. De hecho, esto es equivalente a una justa comprensión de los orígenes de la ciencia moderna: esta última no hubiera podido aparecer si no hubiera existido una serie de factores capaces de producir la modificación del imaginario humano. Ahora bien, estos factores no fueron económicos y tampoco procedían de una pretendida «evolución» de nuestra raza. Por el contrario, las fuerzas que los suscitaron eran regresivas, en un plano psicosocial, e incluso «reaccionarias», en un plano sociopolítico. ¿Cómo puede ser que, a pesar de ello, les debamos la aparición del espíritu que paulatinamente llevaría a la expansión de la ciencia moderna? Este es el enigma de la historia que este libro se propone resolver.

Para prevenir el malestar del lector ante unas afirmaciones demasiado chocantes, consistiendo la primera en que seguimos viviendo en un mundo donde la magia sigue teniendo un papel importante y ocupa un lugar preferente, hemos dejado que los textos hablaran por sí solos. Para él, hemos emprendido el esfuerzo de comprenderlos, tanto en su letra como en su espíritu. Finalmente, las conclusiones que hemos obtenido nos parecen recompensar con creces unos estudios laboriosos, realizados durante doce años, casi sin interrupciones; estudios para los que la filología solo fue un instrumento de acceso y no una finalidad en sí. El hecho de que la meditación asidua sobre el significado de los documentos haya sustituido aquí la simple comunicación de su contenido, basta para explicar la singularidad de esta obra; singularidad por la cual no creemos que debamos pedir disculpas. Por lo demás, el lector está destinado a juzgar por sí mismo.

Este libro, como cualquier otro, es una siembra de fantasmas que va dirigido a un segador desconocido.

El es quien decidirá sobre su uso

INDICE
Prefacio
Prólogo
EROS Y MAGIA EN EL RENACIMIENTO
Introducción
Primera Parte, Fantasmas en acción
I- Historia de lo fantástico
1- Sobre el sentido interno
Algunas consideraciones preliminares
El pneuma fantástico
2- Flujo y reflujo de los valores en el siglo XII
Aculturación de Occidente
Cómo una mujer, que es tan grande, penetra por los ojos, que son tan pequeños
3- El vehículo del alma y la experiencia prenatal
II- Psicología empírica y psicología abisal del eros
1- La psicología empirica de Ficino y sus orígenes
2- El arte de la memoria
3- Eros fantástico y apaciguamiento del deseo
4- Fantasmas en acción
5- La psicología abisal de Ficino
Descenso del alma
Melancolía y Saturno
III- Amistades peligrosas
1- Juan Pico, continuador de Ficino
2- Los dioses ambiguos del eros
Giordano Bruno, el hombre del pasado fantástico
Escándalo en Londres
Fantasmas mnemotécnicos
Ambigüedad del eros
En el corazón de la doctrina de Bruno
Acteón
Diana
a) la naturaleza
b) la luna
c) la reina
La parábola de los nueve ciegos
Circe
Segunda Parte, El gran manipulador
IV- Eros y Magia
1- Identidad de sustancia, identidad de operación
2- Manipulación de las masas y los individuos
3- Vinculum vinculorum
4- Eyaculación y retención del semen
5- De la magia como psicosociología general
V- La magia pneumática
1- El grado cero de la magia
2- Magia «subjetiva» y magia «transitiva»
3- La conspiración de las cosas
4- La teoría de las radiaciones
5- Magia pneumática
VI- La magia intersubjetiva
1- Magia intrasubjetiva
2- Magia intersubjetiva
Presencias superiores
Los cebos
Los momentos oportunos
VII- La demonomagia
1- Algunas nociones de domonología
2- Los demonios y el eros
3- Brujas y endemoniados
4- La demonomagia desde Ficino hasta Giordano Bruno
Clasificaciones de la magia
Trithemius de Würzburg
Tercera Parte, Final de partida
VIII- 1484
1- Una mosca áptera
2- ¿Por qué fue tan temible el año 1484?
IX- La gran censura de lo fantástico
1- Abolición de lo fantástico
2- Algunas paradojas históricas
3- La controversia en torno a la asnidad
4- Las astucias de Giordano Bruno
5- Solo hubo una Reforma
6- La modificación de la imagen del mundo
X- El doctor Fausto, de Antioquía a Sevilla
1- La permisividad del Renacimiento
2- ¡Más calor hará en el infierno!
3- Un moralismo exhaustivo: la leyenda de Fausto
4- ¿Un producto final?
Apéndices
Notas