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Ed. Alianza, año 2006. Traducción de Keiko Takahashi y Jordi Fibla. Estado: Excelente. Cantidad de páginas: 198
Guiado por su admiración hacia el modelo humano y la tradición bucólica de la Grecia clásica, que era capaz de establecer una perfecta coincidencia entre la vida humana y la misteriosa belleza de la naturaleza, Yukio Mishima (1925-1970) construye una de las más grandes y bellas historias de amor de la literatura.
El rumor del oleaje narra el nacimiento y consumación del idilio entre dos adolescentes situados en un mundo arcádico, primitivo y elemental: una minúscula isla japonesa en la que sobrevive una comunidad de pescadores apartada de la civilización y donde se percibe por doquier el olor salado del mar, la fragancia de las cuerdas de cáñamo, el humo invisible de las hogueras y el rumor de un oleaje azul intenso que todo lo circunda.
Sobre el autor
Yukio Mishima (1925-1970) fue un prolífico escritor japonés, autor de más de veinte novelas, decenas de piezas teatrales y numerosos cuentos, poemas, artículos y ensayos. Su temática audaz y descarnada, atenta a los aspectos más oscuros de las pasiones humanas, contrasta con la delicadeza y contención de su estilo. Probablemente el escritor nipón más conocido en el extranjero, trazó con doloroso detalle el desarrollo de la personalidad y el efecto devastador de las crueles paradojas de deseo y rechazo, de belleza y violencia, que la van conformando. De él dijo el galardonado Y. Kawabata: «No comprendo cómo me han dado el premio Nobel a mí existiendo Mishima. Un genio literario como el suyo lo produce la humanidad sólo cada dos o tres siglos. Tiene un don casi milagroso para las palabras».
Nacido en una familia de burguesía media, Mishima se vanagloriaba sin embargo de pertenecer por sus antepasados a la clase de los samuráis. Criado por su abuela, realizó los estudios en Gakushüim, la escuela por tradición reservada a la nobleza. Escribió su primer cuento a los trece años y a los dieciséis su primer libro de relatos, que coincidió con su ingreso en la Facultad de Derecho. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó en una fábrica aeronáutica, tras ser desestimado como piloto suicida. Sobrevivir a una guerra en la que habían muerto tantos compatriotas se convirtió para él en un trauma lacerante e imborrable.
Mishima recibió el influjo del Nihon romanha, o romanticismo japonés, que poniendo énfasis en la unidad del Japón y de sus valores culturales, servía de base de apoyo a la ideología nacionalista y dominaba el mundo literario de los años de la guerra. Sin embargo, también la literatura occidental moderna fue para Mishima objeto de destacado interés y de atenta lectura. Su primer trabajo extenso, El bosque en flor, fue publicado en 1941. Una característica de esta obra, como de El cigarrillo (1946), Ladrones (1946-48) y de otras que escribió en el período de la Segunda Guerra Mundial y en los años inmediatamente subsiguientes, es el total alejamiento de la trágica realidad de la guerra y de la derrota.
Tras obtener el doctorado en Derecho en 1947, fue encargado del Ministerio de Finanzas, pero tras un breve tiempo abandonó el empleo para dedicarse por entero a la actividad literaria. En junio de 1949 publicó Confesiones de una máscara, obra que cosechó un inmediato éxito y que supuso su definitiva consagración en el mundo literario. Aunque en general se acogió la novela con un juicio favorable, algunos críticos mostraron perplejidad y reservas frente a la particularidad del tema (la confesión por parte del protagonista de su homosexualidad) que ciertamente representaba una novedad en la literatura japonesa. Confesiones de una máscara es la historia del itinerario interior del protagonista a través de los recuerdos de la primera infancia hasta las fantasías de la adolescencia, y del lento y aceptado proceso de toma de conciencia de su diferencia y de la incapacidad, experimentada hasta el límite, de amar al sexo opuesto.
El pabellón de oro (1956) fue su obra de mayor éxito en los años cincuenta. Se trata del retrato de un joven monje fascinado y al mismo tiempo oprimido por la belleza de un famoso templo budista.
En 1958, a su vuelta de un viaje a los Estados Unidos, Mishima se casó con la hija de un conocido pintor.
En 1959 publica la novela La casa de Kyoko.
En los años sesenta la figura de Mishima es vista siguiendo las dos distintas pero inseparables facetas de su personalidad. El Mishima hombre de acción encontró su soporte teórico en la idea de que la verdad puede ser alcanzada sólo a través de un proceso intuitivo en el que pensamiento y acción no son dos modalidades distintas. Encontró la ejemplificación de ello y la summa de los más auténticos valores nipones en la ética de los samuráis. Fascinado por la ideología transmitida de los guerreros escribió El camino del samurai. En defensa de la cultura (1968). Mishima se hace portavoz de la necesidad de restaurar los valores de la cultura prebélica y militarista.
La obsesión por la decadencia física y una concepción esteticista y masoquista del heroísmo le impulsaron a practicar halterofilia y artes marciales, y a llevar una vida turbulenta, signada por las actitudes retóricas y las posturas extremas. Era un maestro de la representación: actor de teatro, espadachín ritual, modelo de fotografías de simbología inquietante, adalid de una misoginia espartana. Desde 1955 Mishima había emprendido un intenso programa de actividad física que comprendía, además del body building, la práctica de las artes marciales. El paso siguiente fue el inicio del adiestramiento militar en la base de Sietai, junto con un grupo de estudiantes universitarios.
Sin embargo, jamás descuidó su ingente producción literaria. Tras la posguerra publicaría un gran número de novelas, entre las que destacan, junto a las ya citadas, El color prohibido (1951), La muerte de la mitad del verano (1953), La voz de la onda (1954), El sabor de la gloria (1963) y Sed de amor (1964). Después del banquete (1960) fue una de sus novelas de más éxito. Poco tiempo después escribió Patriotismo (1961) y Muerte en la tarde y otros cuentos (1971), recopilación de relatos breves muy representativos de su romántica nostalgia por una época en la que todavía se podía morir en nombre de nobles ideales. Entre su producción teatral de estos años cabe destacar Madame de Sade (1965) y Mi amigo Hitler (1968).
Su obra cumbre es, no obstante, la tetralogía El mar de la fertilidad, compuesta por las novelas Nieve de primavera (1966), Caballos desbocados (1968), El templo de la aurora (1970) y La corrupción de un ángel, completada esta última el mismo día de su muerte. Cada una corresponde a una reencarnación distinta del mismo ser: primero es un joven aristócrata, luego un fanático político de los años treinta, una princesa thai antes y después de la guerra y por fin un perverso huérfano de la década del sesenta.
El tema central en esta singular obra es la crítica a la sociedad nipona por la pérdida de los valores tradicionales; en resumen: una historia épica del «país del sol naciente» moderno. A Yukio Mishima le preocupaba la creciente occidentalización de su país y analizaba la transformación del Japón desde una perspectiva pesimista y crítica; para él esta metamorfosis resultaría estéril en el futuro de un país dueño de tantas y tan sabias tradiciones. Sus héroes son jóvenes rebeldes aspirantes a una pureza utópica. El autor recrea los rituales de la vida y de la muerte, de la transmigración y la purificación del alma, tan presentes en años de tradición japonesa.
La última novela de esta novedosa tetralogía, La corrupción de un ángel, terminada prácticamente el día del suicidio de su autor, se centra en la transformación hacia el individualismo de Toru, un joven imperturbable, prototipo de belleza masculina. Una evolución-involución, que a Toru le lleva a lograr una sublimación tal que es capaz de destruir su propia personalidad. Esta obra personal de notable belleza literaria, sin precedentes en la literatura moderna japonesa, contiene e invoca el sentido que para Mishima guardaba el honor y el respeto a las tradiciones. Su compromiso con la literatura y la cultura lo llevaba a rebelarse contra una sociedad sumida en el vacío espiritual y la decadencia moral.
En 1968 fundó con un grupo de amigos la Sociedad de los Escudos, una organización paramilitar de jóvenes que, desencantados con la debilidad de las instituciones imperiales y la obsecuencia constitucional del ejército, propiciaban un resurgimiento del Bushido, el tradicional código de honor samurai. Dos años más tarde, ocupó con su grupo, aunque sin uso de armas, la sede del estado mayor nipón en un intento de forzar la recuperación de los ideales heroicos de preguerra. El 25 de noviembre de 1970, ante el fracaso de su acción, se suicidó mediante el rito del seppuku al grito de «Larga vida al emperador».