Ed. Premia editora, año 1981, México D.F. Tamaño 21.5 x 12.5 cm. Traducción de Leticia Hülsz Piccone. Estado: Usado muy bueno. Cantidad de págs.: 224.

La Rochelle (1893–1945) fue un escritor francés que logró acuñar la imagen del héroe crispado en busca de una causa que no acertó a encontrar. Su vida y su obra fueron signadas por las lecturas de Kipling, Barrés y Nietzsche en la adolescencia. Finalizados sus estudios en la Escuela de Ciencias Políticas, con el talante imbuido por las lecturas de los poetas de la acción, parte para el frente en 1914 apenas se declara la entonces llamada Gran Guerra. Destinado en Bélgica, participa en la batalla de Charleroi. Veinte años después, en 1934, aquellos combates le inspirarán ‘La comedia de Charleroi’, una de sus novelas más aplaudidas.

Protagonizada por él mismo, lo que viene a contarnos en sus páginas es el regreso a aquel campo del honor en 1919, tras el cese de las hostilidades, como secretario de la madre de un camarada muerto en la batalla: el heroísmo, la rebeldía y la desesperación son los tres conceptos que gravitan en la obra. Mucho antes de la firma del armisticio, Drieu La Rochelle es herido en Verdún. Mientras cura sus heridas escribe los poemas que en 1917 publicará bajo el título de ‘Interrogación’. En esta ocasión, la confraternización de los héroes, por encima de la causa que los ha llevado a la lucha, es el tema que lo ocupa.

Ya en la postguerra, París se rinde a sus pies. Interesado por todas las corrientes estéticas de su tiempo, del surrealismo pasa al dandismo, mientras experimenta con las drogas, antes de hacerse comunista. Su principal obsesión de entonces es la decadencia. La decadencia marcará la pauta de su ensayo más conocido, ‘Medida de Francia’ (1922), y de cuantas novelas escribe entre ‘El hombre cubierto de mujeres’ (1925) y ‘El fuego fatuo’ (1931). Todas ellas constituyen el mejor retrato de la alegre burguesía parisina de entreguerras, preocupada únicamente por sus amantes.

La relación del escritor con la Argentina es detallada por Roberto Bardini y Giselle Dexter: “El ex combatiente francés visitó Argentina en 1933, donde dio conferencias en el aristocrático Jockey Club, conoció a Jorge Luis Borges y se convirtió en uno de los primeros críticos en reconocer su talento. En agosto de ese año publicó un elogioso comentario sobre la erudición del escritor argentino –que entonces tenía 33 años– en la revista Megáfono, en el que declara que «Borges vaut le voyage» (Borges vale el viaje).

Pero su relación más intensa en Buenos Aires fue con Victoria Ocampo, directora durante cuarenta años de la revista cultural Sur. Las inquietudes políticas de Drieu La Rochelle datan de comienzos de los años 30. Para entonces, de su adhesión al comunismo no queda nada. Tras adscribirse a la ultraderechista Action Française, cuando publica la ya citada Comedia de Charleroi se declara abiertamente fascista. Interesado por la agrupación del «capitalismo inteligente» en una unión europea, en 1934 publica ‘Socialisme fasciste’: su idea de la unidad del Viejo Continente coincide plenamente con la Hitler.

Defensor por tanto del gobierno títere del Reich que Pétain organiza en Vichy, dirigirá durante los primeros años de la ocupación la revista Nouvelle revue française. Decepcionado y asustado de la política alemana en los países ocupados, abandona el cargo en 1943.

Al igual que Louis-Ferdinand Céline, Paul Morand, Robert Brasillach, Lucien Rebatet, Jacques Boulenger, Henry de Montherlant y Maurice Sachs, los escritores que habían apoyado al gabinete del mariscal Pétain, sabía que su vida corría peligro. A excepción de Sachs, confidente de la Gestapo, la colaboración del resto de los escritores franceses con la abyecta causa de los invasores de su país se había limitado a la publicación de artículos periodísticos. Ante la comprensible sed de venganza de la liberación, era suficiente para llevarles frente al pelotón de fusilamiento.

Meses después, cuando los aliados avanzan inexorablemente hacia París, Pierre Drieu La Rochelle se esconde en casa de una amiga norteamericana a la que había salvado de un campo de concentración. A diferencia de Céline, nada parece indicar que La Rochelle fuera antisemita: con anterioridad también había salvado a su primera mujer -judía- del campo de concentración. Entre los amigos que lo protegen tras la liberación se encuentra el mismísimo André Malraux.

Tras un intento fallido de suicidio el 11 de agosto de 1944, Pierre Drieu La Rochelle, dejando inconclusa la novela en que trabaja -Memorias de Dirk Raspe- pone fin a sus días el 15 de marzo de 1945: acaba de enterarse que se ha dictado una orden de arresto contra él.

Su obra es el registro fascinante de una época. La Rochelle es el testigo presencial de la convulsión de los años que le tocaron vivir, la guerra, el golpe del fascismo, el cambio y la pesadilla constante.

El hombre a caballo, uno de sus últimos trabajos literarios, publicado por primera vez en 1943, sella en cuatro cuentos ligados a lo equino la lucha que Drieu emprende contra su tiempo a partir de las obsesiones que siempre lo intrigaron: el pesimismo, la idea de la decadencia y el suicidio.

Indice:
1- El puro de Don Benito.
2- Doña Camila Bustamante.
3- La Rebelión de los indios.
4- El lago Titicaca.