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DVD Original usado
Estado: Excelente
Origen: Alemania / EE.UU / Francia
Color
Idioma: Inglés
Subtítulos: Castellano
Duración: 116′
Director: Wim Wenders
Actores: Bill Pullman, Andie MacDowell, Gabriel Byrne, Traci Lind, Rosalind Chao, K. Todd Freeman, Chris Douridas, John Diehl, Pruitt Taylor Vince, Frederic Forrest, Loren Dean, Udo Kier, Soledad St. Hilaire, Sal López, Samuel Fuller

Esta película propone una meditación en torno a la actitud personal con respecto a la violencia. En primer lugar habría que definir la palabra violencia: Acción de utilizar la fuerza y la intimidación para conseguir algo. Uno de los personajes del film, el policía, la define como miedo, ausencia de amor.

El protagonista es un productor de cine que de niño sentía pavor por las películas violentas de acción, y al crecer se convierte en un creador de éstas. Entonces le toca vivir un hecho sumamente agresivo que lo hace cambiar totalmente y decide dejar su vida antigua, su viejo ser, y convertirse en un humano colaborador y sensible, desechando el egoísmo que había direccionado su existencia.

Vivimos en un mundo cuyo paradigma enaltece la competitividad y la lucha por la vida como motor evolutivo, justificando por estos propósitos los actos violentos. Incluso la teoría oficial vigente sobre el origen del universo comienza con una gran explosión (Big Bang) y suele aceptarse como verdad absoluta a pesar de que es simplemente una teoría más. Poca gente se detiene a cuestionarse estas visiones, olvidando que el espíritu científico debe tener a la duda como aliada si no quiere llegar a convertirse en un dogma.

A mi modo de ver la película nos plantea que el camino que nos haría salir de la violencia en nuestras vidas comienza con una decisión personal. Es decir, todos somos responsables de este mundo y a todos nos atañe asumir y alimentar un tipo de vibración que tenga que ver más con la cooperación y el amor que con la agresividad.

Las escenas donde ocurren las sesiones de Spoken Word (Poesía hablada) muestran cómo se desnuda el alma de las personas, sus miedos, las cosas que duelen o engrandecen. Esta identificación con “el otro“ es lo que nos hace desechar el egocentrismo y ser solidarios.

Por otra parte está el Sistema, que instiga a la violencia porque es el modo de tenernos atemorizados y controlados. Nos vigilan a través de miles de cámaras y mecanismos, y nos insuflan el miedo y las ansias de hacernos de corazas protectoras que nos separen del mundo exterior y nos den poder sobre los otros. Pero estos seres que están detrás de las cámaras, detrás de las pistolas, detrás de los que ordenan disparar, también son personas. ¿Qué es lo que los mantiene aún al servicio de estas ideas de violencia? Pues quizá una recia fe en el dogma de que eso es lo “natural“…

María Villares