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Ed. Topía, año 1996. Tamaño 20,5 x 14,5 cm. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 268

el-edipo-despues-de-el-edipo324Por Enrique Carpintero

Los sofistas, aquellos sabios griegos que supieron crear a partir de la muerte una retórica, llamaron prólogo a todos los ademanes, gestos y posturas que desarrollaba el disertante durante el corto espacio de tiempo que necesitaba para llegar desde su asiento anónimo en la asamblea comunitaria hasta el púlpito central. Estos ademanes, gestos y posturas ayudaban a preparar a la audiencia para recibir amablemente su discurso.

En el presente prólogo, trataré de disponer al lector sobre el texto de Alfredo Grande con el que inauguramos la colección «Psicoanálisis, sociedad y cultura» de Topía Editorial.

Quisiera encabezar el mismo con un título: El recuerdo está exiliado. Veamos por qué.

Un clásico axioma del psicoanálisis dice que lo que no se recuerda se repite. Es decir, aquellas situaciones traumáticas que vivimos en el pasado y luego olvidamos van a reaparecer en actos que se constituyen en síntomas de nuestros padecimientos.

Si extendemos estas conclusiones a la actualidad de nuestra cultura, quizá podamos entender algunas de sus manifestaciones.

La globalización de nuestra occidental cultura ha determinado problemas comunes que adquieren características particulares en cada región del planeta. Creo que aquel que define nuestro presente está dado por lo que denominaré la re-resignación de los noventa. Es decir, una vuelta a los valores del conformismo individual y social.

El fin de siglo es vivido no sólo con una sensación apocalíptica sino también con una sensación de que nada puede ser cambiado, de que todo va a seguir siendo lo mismo. Su resultado: el encierro narcisista, donde el sálvese quien pueda lleva a la ruptura de los lazos de solidaridad necesarios para vivir en sociedad.

Es aquí donde vuelve a repetirse con características propias en cada país el auge del racismo, el aumento de la pobreza y la exclusión, la violencia destructiva y autodestructiva, la corrupción generalizada, etc.

Olvidar las consecuencias que estos problemas han traído en el pasado a nuestra humana humanidad nos lleva a la resignación. El recordar nos va a plantear un desafío: crear una cultura basada en una ética del respeto de las diferencias, una cultura universalista y democrática sostenida en la equidad de los bienes materiales y no materiales.

El recuerdo está exiliado.

Está exiliado en el interior de nuestros propios cuerpos que se manifiestan con miedos y angustias ante la incertidumbre de una cultura que no responde a nuestras necesidades.

Está exiliado en personas, grupos y organizaciones que nos dicen sobre las consecuencias previsibles del actual desarrollo de nuestra civilización.

Está exiliado en las reacciones desesperadas de grupos marginados que no aceptan el destino que les quiere hacer vivir la cultura dominante.

Está exiliado en las minorías que luchan para que se respeten sus derechos. También en las mayorías que intentan respuestas que aún no satisfacen sus necesidades.

Está exiliado en las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, cuya presencia nos habla de un pasado que muchos quisieran olvidar y cuyas consecuencias hoy adquieren características que es necesario dilucidar. Está exiliado en las manifestaciones artísticas que muestran los deseos y fantasías del ser humano.

Sacar el recuerdo del exilio es uno de los logros de este texto. El mismo está compuesto, en su mayoría, por artículos que fueron leídos ante diferentes auditorios. Es decir, palabras dichas desde el cuerpo. De ahí la fuerza de algunas de sus frases que llevan al lector a implicarse en la necesaria tarea de recordar el porqué y para qué de su práctica como ciudadano y profesional en la actual crisis de nuestra cultura.

Es así como trata de evitar que el recuerdo no se transforme solamente en lo que se realiza con demasiada frecuencia: impedir el retorno de acontecimientos funestos. El miedo a la repetición a veces esconde la nostalgia por enemigos del pasado. Como si en el presente y el siglo que viene no fueran portadores de nuevos enemigos.

De esta manera, al desarrollar los efectos de la cultura dominante, lo lleva a afirmar la doble dimensión libidinal y política de la castración edípica: «La cultura represora condenó a todos ellos (inocentes latentes) para que vieran en la maestra a la segunda mamá, implícita prohibición de no verla como la primera mujer».

En este sentido, toda la niñez transcurrió «en un pesebre hasta que a un idiota se le ocurrió hablar de sexualidad infantil, parricidio e incesto. El pesebre es el lugar del no-conflicto. El idiota es el inconsciente del pesebre. Es el loco, el poeta, el niño».

Alfredo Grande, al colocarse en el lugar del «idiota», se implica en tanto sujeto del inconsciente y por lo tanto social.

Por ello, afirma que «el psicoanálisis implicado en un extremo límite no es una forma de terapia, ni una teoría sobre la subjetividad. Es un forma de entender y enfrentar la vida».

Esto nos lleva a preguntarnos sobre dos conceptos nodales de la clínica psicoanalítica: el principio de abstinencia y de neutralidad. El concepto de abstinencia establece que la cura analítica debe ser dirigida de tal forma que el paciente encuentre el mínimo posible de satisfacciones sustitutivas. Implica no satisfacer la demanda del paciente, no desempeñar los papeles que éste tiende a imponerle.

Con el término ‘neutralidad’, nos referimos a la abstinencia del terapeuta en cuanto a no dirigir una cura en función de un ideal cualquiera, abstenerse de dar consejos y tener en cuenta el discurso del paciente. La abstinencia alude a la función de analista, el que da las interpretaciones y crea lo que denominó un espacio soporte de las manifestaciones pulsionales que se juegan en la transferencia.

En este sentido, el principio de abstinencia funda la práctica psicoanalítica, ya que la diferencia de otras prácticas, en especial de la práctica médica.

En cambio, el concepto de neutralidad es tributario de una concepción positivista que pretende la ilusión de un analista neutral.

Esto nos lleva al necesario trabajo del analista para elucidar su contra-transferencia. Por ello, la implicación del analista nos habla del compromiso con su subjetividad, la cual remite a su pasión. Pasión en todos los sentidos de la palabra: pasión crítica, pasión de los deseos, pasión apasionada.

De esta manera, con el psicoanálisis implicado, Alfredo Grande dice lo que Spinoza formuló en una frase «El concepto de perro no ladra».

Por ello las preguntas que se formula: ¿Qué hacer ante el dolor de los pacientes, no sólo ante la realidad psíquica, sino social?.

¿Cómo responder a la demanda de instituciones que se sostienen desde un poder del saber?

¿Cuál es el lugar de los nuevos dispositivos psicoanalíticos que permiten dar cuenta de sintomatologías que desbordan la práctica psicoanalítica tradicional?

En nuestra época, hay una ideología no explicitada que se esconde detrás de la supuesta objetividad de la leyes del mercado. Su resultado es el miedo. Un miedo que se transforma, en muchas oportunidades, en cinismo y que se describe en algunos artículos con frases contundentes: la doble moral cultural no oculta los ensueños revolucionarios por miedo, sino por vergüenza. La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. La vergüenza del eunuco que se siente castrado por una economía de mercado que lo ha degradado de ciudadano a consumidor, de consumidor a contribuyente».

Es así como lo que se plantea a lo largo del texto no es la fuerza de nuestros principios, sino su traición. En definitiva, traición a nosotros mismos a partir de «la captura superyoica de ideal que se transforma en soporte de racionalizaciones cientificistas que anticipan el fin de la historia. Que en realidad es el fin de la historia libidinal por el imperio absoluto, global, del modo de producción superyoica».

Por ello, nada mejor que recordar lo que decía un «idiota» como Antonin Artaud, un poeta que vivió el exilio de la marginalidad y la locura:

El tiempo donde el hombre era un árbol sin
Órgano ni función
Pero de voluntad
y árbol de voluntad que avanza
Volverá
Ha sido y volverá
Pues la gran mentira ha sido hacer del
Hombre un organismo
Ingestión, asimilación
Incubación,
Lo que existía creó todo un orden de funciones
latentes
y que escapan
Al dominio de la voluntad
deliberadora
La voluntad que decide de sí a cada instante
Pues era este árbol humano que
avanza
Una voluntad que decide de sí a cada instante,
Sin funciones ocultas, subyacentes, regidas por el
Inconsciente.

En este sentido, si el objetivo del psicoanálisis es hacer consciente lo inconsciente para así recordar y elegir nuestro destino; en lo social la función del recuerdo debe operar como una necesidad para plantearnos cómo responder a la disolución del tejido social y ecológico. Es así como la necesaria búsqueda de la alianza fraterna nos lleva a una pregunta que hoy es fundamental: ¿cómo reinventamos lo que nos mantenía unidos? Intentar algunas respuestas posibles es uno de los objetivos del presente texto.

INDICE
CARTÓLOGO, por Gregorio Baremblitt
PRÓLOGO, por Enrique Carpintero
INTRODUCCIÓN: Antes del Edipo
1- El Edipo después del Edipo
2- Nuevos Dispositivos Psicoanalíticos
a) El psicoanálisis implicado
b) La sexualidad represora
c) El Ideal del Superyó
PARTE I: la dimensión organizacional y material de la implicación
3- Cooperativismo: modelo participativo en salud mental
4- Freud y el monoteísmo: reflexiones sobre la enseñanza totémica y la asistencia tabú
5- Los dos principios del suceder asistencial
6- El pescador de instituciones: la ilusión en la clínica y la soberanía perdida
7- Los juegos de los otros
8- Psicología social: ¿la revolución congelada?
9- Papá cumple cien años
10- Nuevos dispositivos psicoanalíticos: la paradoja final
11- ¿Por qué Villa Freud no queda en Claypole?
Parte II: la dimension libidinal y afectiva de la implicación
12- Discriminación y valor: para salvar a la fratria
13- Elogio de la discriminación
14- Todos somos eunucos: el analizador Farinelli y la última castración
15- Perfume de apropiación
16- Elogio de la urgencia
17- El cuerpo del guerrero
18- Imagen y mirada en la cultura actual
19- Esto no es psicoanálisis
Parte III: la dimensión ideológica y política de la implicación
20- El idiota del pesebre: sobre el inconsciente político de las organizaciones económico-sociales hegemónicas
21- Matar el futuro: las máquinas de matar como organizadoras de la institución del genocidio
22- Consumo, luego existo
23- El profesional work-less: crónica de un abuso vocacional
24- La insoportable pesadez de la impunidad
25- Terrorismo puro: una lógica institucional
26- Yo tengo Menem
27- El rey León y la ética del traidor
28- Elogio del recuerdo
29- Travesía institucional
EPÍLOGO: Después del Edipo
GRATITUDES: Análisis de la implicación del autor /