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Ed. Destino, año 1993. Tamaño 21,5 x 15 cm. Incluye más de 170 reproducciones a color y blanco y negro sobre papel ilustración. Cantidad de páginas: 214
¿Qué es un diseñador? A partir de esta pregunta, Peter Dormer desvela las constantes del mundo del diseño, prestando especial atención al diseño industrial, gráfico, de muebles y utensilios domésticos y al diseño textil.
Desde 1945, el diseño se ha convertido en una profesión por derecho propio y se ha superado la dicotomía clásica que distinguía entre diseño y bellas artes y atribuía a los diseñadores el carácter de artesanos, limitando el concepto de artistas a pintores y escultores. Dormer analiza las diferentes revoluciones del diseño, el empleo de nuevos materiales fácilmente reciclables y la adaptación de recientes tecnologías para desmontar los más sofisticados o usuales aparatos de nuestra civilización.
Un coche, una corbata, un televisor o una lámpara cobran, gracias al diseño, un especial protagonismo en nuestras vidas.
La profesión del diseño se ha desarrollado con mucha rapidez desde 1945, principalmente porque las oportunidades han sido considerables. En cada cambio en la historia del mundo de la tecnología y la fabricación de posguerra el diseñador encuentra que tiene un nicho. Cada vez que el mercado cambia —como lo hizo en Europa, por ejemplo, desde la negra austeridad a la preocupación verde—, el diseñador cambia con él. El diseñador es un camaleón: puede, según la necesidad, ser un estilista, un estratega de imagen colectiva, un ergonomista o un ecologista.
A no todos los diseñadores les gusta ser institucionalizados de esta manera, como criados profesionales. Algunos se han convertido en diseñadores-operarios, diseñando y haciendo sólo aquellas cosas que quieren crear. Sus clientes son personas muy adineradas o coleccionistas y museos.
Algunos diseñadores, especialmente en Italia, trabajan como simples diseñadores de productos para corporaciones, mientras que al mismo tiempo experimentan, se divierten y filosofan con amigos del mismo parecer en asociaciones o estudios pasajeros, el más famoso de los cuales fue Memphis, de Milán.
A muchos más diseñadores les gusta reivindicar que están en algún sentido relacionados con el «arte». En tanto que a menudo crean estilos que capturan nuestra imaginación y se convierten así en atractivos para nosotros, hay en ello cierta parte de verdad.
No obstante, este libro ofrece un punto de vista que se basa en una comprensión del diseñador como miembro de un equipo. El diseño, subordinado a la fabricación, el mercado y el consumidor, se considera un proceso evolutivo antes que una serie de inspiraciones. Esto no es para negar el papel del individuo como fuerza impulsora del diseño, sino para diluir la importancia de la «expresión de la personalidad».
Tácitamente, este libro trata de los consumidores; y está escrito en la creencia de que los buenos diseñadores saben que los consumidores no son pasivos ni fáciles de engañar.
Desde 1945 el diseño se ha convertido en una profesión por derecho propio. Al principio gradualmente, pero luego con mayor rapidez (en especial a medida que Japón surgía en la década de 1960 como un competidor comercial de formidable ingeniosidad), los gobiernos y las grandes corporaciones se convencieron de que el diseño era «una cosa buena». Se vio que el diseño tenía dos funciones separadas, pero relacionadas: una corporación podía utilizarlo estratégicamente para ayudar a planificar su fabricación y determinar su marketing; y tenía un papel más evidente al hacer los productos particulares más atractivos a los consumidores.
El diseño no es una actividad nueva. Todas las civilizaciones anteriores lo han utilizado. La configuración, la forma y la estructura de muchos objetos, tales como recipientes, herramientas, ropas y adornos, fueron establecidas diez, veinte e incluso cien generaciones atrás.
Ni siquiera la profesionalización del diseño es «nueva». Desde hace mucho la gente se ha especializado como alfareros o ingenieros, tejedores o albañiles, y a menudo diseñaban lo que hacían. Por otra parte, las antiguas industrias, como las textiles y la alfarera, diferenciaban entre diseñadores y operarios: quienes diseñaban tejidos en el siglo XIV eran mejor pagados que quienes los tejían.
Los diseñadores no fabrican cosas. Piensan, analizan, hacen modelos o dibujan, e indican. Algunos diseñadores se complican en realizar sus propios prototipos. Todos los buenos diseñadores hacen preguntas a su cliente y dedican tiempo a ayudarle a esclarecer lo que realmente desea. El diseño es cuestión de planificar y explicitar las ideas: si el producto se va a hacer según las especificaciones del diseñador, entonces éste debe asegurarse de que la fábrica cuenta con las herramientas y la información, y de que cada elemento indicado es realizable.
En los trabajos complejos estarán implicados varios ingenieros, hoy en día con paquetes de software, para ayudar a realizar el diseño con precisión. La diferencia más grande entre el diseñador y el simple operario independiente es que éste no tiene el problema de comunicar sus intenciones a otros para convertirlas en objetos. El diseñador, sin embargo, debe explicitar sus intenciones: la comunicación es la esencia del diseño industrial…
INDICE
Prefacio
I- ¿Qué es un diseñador?
II- Diseño industrial y diseño del producto
III- El estilo en el diseño del producto
IV- Diseño gráfico
V- Diseño de muebles
VI- Utensilios domésticos
VII- Diseño textil
VIII- Futuros diseños
Cronología
Bibliografía seleccionada