Ed. Sudamericana, año 1981. Tamaño 20 x 14 cm. Usado excelente, 508 págs. Precio y stock a confirmar.
“¿Por qué el 45? Por dos órdenes de razones. En primer lugar, porque 1945 fue un año decisivo, en cuyo transcurso se determinó el sentido que tendría la próxima década argentina. Y no solamente porque Perón haya llegado al poder e iniciado su hegemonía, sino porque el país entero decidió entonces adquirir un determinado estilo político y asumir una determinada conciencia. Ciertos valores cayeron para siempre y ciertos valores quedaron afirmados, también para siempre, en 1945. Probablemente no haya año alguno, en el último medio siglo, que señale una transición nacional con caracteres tan’ claros y netos. Además, 1945 estuvo lleno de hechos singulares, quizás irrepetibles, que adquieren una fecunda perspectiva histórica en la medida que se los analice tratando de llegar al fondo del asunto. Son estos hechos los que hay que extraer del fárrago de una historia casi olvidada o (peor aún) deformada por recuerdos personales limitados o comprometidos.
En los últimos años se ha escrito un buen número de ensayos sobre el peronismo y sus orígenes pero se ha omitido la etapa previa, consistente en la exposición de los hechos concretos: aquellos que deben ser la sustancia de las eventuales interpretaciones y que en estas páginas intentaremos reconstruir. Desde un punto de vista puramente objetivo, 1945 es un año, pues, que merece un estudio detenido. Pero hay también razones personales que me han llevado a regresar a un cuarto de siglo atrás. En 1945, mucha gente joven —yo también— fue catapultada hacia la política. Ese año, con su tensión emocional, con la presentación directa de un rostro nuevo de la Nación, nos marcó para siempre con el signo de la preocupación política y su trajinar. Fue para muchos un tiempo inaugural, inolvidable, cargado de motivaciones, de fervor y ansiedad. Esto ocurrió a la mayoría de los argentinos de los dos bandos, pero muy especialmente a los más jóvenes.
A los que hoy —como me sucede a mí— vuelven su espíritu a aquel año y con un poco de melancolía evocan esas jornadas exaltadas y gritonas, populosas y conversadas, añorando su magia y hasta sus equivocaciones. En cierto sentido este es un libro de memorias. Pero no individual (mis recuerdos personales son insignificantes) sino de memoria colectiva. Lo cual exige una actitud mental que tienda a superar los enfrentamientos que entonces protagonizamos para tratar de asumir la comprensión posible de las razones y sinrazones de cada bando.
Esta actitud mental, adoptada retrospectivamente, me ayuda a entender lo que en el 45 no entendí y me permite revivir esas jornadas de una manera más amplia y generosa. En alguna medida es recuperar el pasado ennobleciéndolo. No deformándolo ni idealizándolo sino haciendo un esfuerzo para rescatar lo que hubo de legítimo y auténtico en las dos maneras de concebir el país que ese año se confrontaron. Los pueblos pueden perecer por muchas causas. Pero acaso la más trágica de todas es la división que en algún momento incomunica totalmente a la comunidad. Y la división puede nacer tanto de los enfrentamientos presentes como del recuerdo que se tiene de los enfrentamientos pasados.
En 1945 la división de los argentinos fue abrupta y la incomunicación de los dos frentes de lucha tuvo características totales. A casi un cuarto de siglo —y esta es la tercera justificación de este libro— es conveniente intentar una crónica que establezca si el recuerdo del 45 puede contribuir a unir a los argentinos, en el reconocimiento de errores recíprocos y afinidades ocultas que en ese momento no pudieron expresarse pero que acaso ahora se puedan certificar.
Con estas intenciones retorno a esa época y me miro y miro a mi país a través de una larga bruma. Nosotros éramos todos parecidos. Buscábamos desesperadamente la verdad y la justicia y éramos simples, puros, rigurosos…El tiempo y sus mudanzas ha convertido la simpleza en complejidad, la pureza en complicidad y el rigor en un abanico de matices: pero hemos seguido persiguiendo ia verdad y la justicia. Y esa terquedad —me parece— nos ha salvado de caer en las cosas peores”. Félix Luna, 1969.
Indice: Prólogo hacia el año decisivo. I- El camino de la oposición (abril-setiembre de 1945). II- El camino de Perón (abril-setiembre de 1945). III- El huracán de la historia (setiembre-octubre). IV- La Unión Democrática (noviembre 1945-febrero 1946). Epílogo hacia le década peronista. Aclaración sobre metodología.