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Ed. Crítica, año 2012. Tamaño 23 x 16 cm. Traducción de Alejandra Chaparro. Estado: Usado excelente

Dios en el nuevo mundoLa religión tiene muchas caras. Este libro se concentra más en la historia religiosa y el desarrollo histórico que en las cuestiones teológicas y las diversas formas de espiritualidad, aunque tampoco las desatiende por completo. Dentro de este marco, estudia la vida de la Iglesia y la recepción del cristianismo en los pueblos latinoamericanos, y posee una dimensión tanto social como religiosa. En los últimos años, distintas obras de teólogos, historiadores, evangelizadores y catequistas han enriquecido
este ámbito, y los materiales con que hoy contamos son suficientes para intentar una historia moderna de la religión en Latinoamérica, aunque no tanto como para que tal empresa resulte superflua. El historiador tiene espacio para adoptar una nueva perspectiva en viejas cuestiones con el objetivo de hallar un equilibrio entre el prolongado período colonial y la Edad Moderna, más corta, pero más rica en acontecimientos.

La narración sigue el desarrollo de la religión en Latinoamérica desde la conquista española hasta tiempos recientes. Evita la noción de «conquista espiritual» del Nuevo Mundo, un enfoque que no cuenta ya con el favor de las interpretaciones modernas. Los evangelizadores españoles se toparon con las huellas de las antiguas religiones precolombinas. En la posterior fusión cada bando luchó por imponer o preservar su cultura al máximo. El resultado fue una continuidad indudable de la religión indígena y la supervivencia de formas ancestrales en el sano de una nueva estructura cristiana. En la conquista y la colonización de América, la Iglesia desempeñó un papel crucial y, mientras los sacerdotes y frailes consideraban un deber cristiano la evangelización de las diversas regiones del subcontinente, los funcionarios coloniales veían en ella un mecanismo de control clave. Para predicar la religión libres de presiones políticas, algunos misioneros concibieron formas alternativas de evangelización, como la prédica pacífica del Evangelio llevada a cabo por Bartolomé de las Casas, los pueblos hospitales de Vasco de Quiroga en México, inspirados
en la Utopía de Tomás Moro, y las reducciones de los jesuitas en Paraguay.

Romana en cuestiones de fe y moral, la lglesia colonial era española en cuestiones de organizaci6n y disciplina. Este modelo, transmitido en las acciones de obispos, sacerdotes y religiosos, se implantó en los siglos XVI y XVII. En el siglo XVIII, sin embargo, bajo la presión de los monarcas Borbones, la lglesia colonial se convirti6 de forma inequívoca en una Iglesia estatal. La tarea del historiador es rastrear este proceso e identificar las dos características, riqueza y privilegio, que hicieron que la
Iglesia fuera vulnerable a las políticas borbónicas. La narración se ocupa no solo de la religión de las élites clericales sino también de la fe del pueblo. A lo largo y ancho de las Américas, los sacerdotes distinguían entre moral y piedad: su pueblo era creyente, pero pecador; la fe era sólida, pero la conducta, imperfecta; el adulterio, el concubinato, la embriaguez, el homicidio y el robo eran generalizados. La brecha entre la fe y las costumbres fue una característica duradera, aunque no exclusiva, del catolicismo latinoamericano, así como una fuente de vilipendio para los observadores externos.

El trauma de la independencia política dividió a la Iglesia, pero llegado el momento ésta se vio obligada a repudiar el Estado colonial y colaborar con los gobiernos nacionales. Roma reemplazó a España como el manantial de la doctrina y la disciplina. En el primer Concilio Vaticano los prelados latinoamericanos adoptaron posiciones conservadoras en materia de fe y moral y respaldaron la definición de la infalibilidad pontificia.

La romanizaci6n de la Iglesia latinoamericana coincidió con la liberalización de los Estados latinoamericanos. En la segunda mitad del siglo XIX la Iglesia tuvo que aceptar la pérdida del poder y los privilegios temporales que ostentaba y reconocer el triunfo del Estado secular. El libro buscará explicar la amplia variación de las relaciones Iglesia-Estado en los diferentes países de Latinoamérica y propondrá que allí donde la Iglesia era grande en clero y recursos, como en México, más probable era que incitara reacciones anticlericales y envidia, pero que, asimismo, era allí donde estaba en una mejor posición para defenderse. El conflicto resultante probablemente sería amargo y conduciría a guerras de religión.

EI siglo XX trajo consigo problemas adicionales para la religión. Para que la Iglesia entendiera que necesitaba cambiar, se requeriría del dramático impacto de las nuevas condiciones sociales y la llamada de alerta de Roma. La inmigración masiva y la industrialización incipiente sometieron las instituciones eclesiásticas a una dura prueba. De manera gradual, se transformaron y, con frecuencia, se descristianizaron. La encíclica papal Rerum novarum (1891) proclamó los dewrechos de los trabajadores y las injusticias del liberalismo y abogó por cierto nivel de intervención del Estado a favor de los trabajadores. Se trató tanto de un grito de alarma como de una petición de justicia y, en Latinoamérica, el mensaje encontró respuestas variadas: en algunos países, oportunas y serias; en otros, lentas y tímidas; entre el clero bajo, entusiasta; entre los jerarcas, no tanto.

La reacción de la Iglesia a las dictaduras populistas, como la de Perón en Argentina, es una fase que el libro buscará aclarar. Un desafío más serio para la religión fue el que presentaron los dictadores militares de la segunda mitad del siglo XX. Las divisiones entre tradicionalistas y progresistas se hicieron más pronunciadas a medida que la Iglesia se vio obligada a definir sus políticas en relación con los regímenes represivos, manifestarse a favor de la justicia social y hacer una defensa clara de los derechos
humanos. Aquí el historiador ha de distinguir no solo entre tradicionalistas y reformistas sino también entre un clero más joven que, influenciado por su experiencia en seminarios fuera de Latinoamérica, buscó añadir una dimensión social al mensa;je de la Iglesia, y algunos de sus colegas más radicales, que defendían una versión socialista y marxista del cristianismo.

El Concilio Vaticano II daría un nuevo impulso a la modernización de la Iglesia. La afirmación de la tolerancia religiosa iba en contra de muchos prejuicios arraigados del catolicismo más rancio y, por otra parte, la promesa de una colegialidad mayor suscitó la esperanza (en algunos casos infundada) de una Iglesia más incluyente. En Latinoamérica, los cató1icos liberales se sintieron desilusionados por la respuesta de las jerarquías al que se produleron los cambios después. Si bien la narración no pretende ofrecer el mismo tratamiento a todos los países de forma individual, sí busca abordar todos los problemas más relevantes y estudia las diferencias regionales de la experiencia espiritual entre el Cono Sur, la América andina y el Caribe; también se examinan la
posición de la Iglesia tras lasm revoluciones cubana y nicaragüense y su respuesta al régimen de Pinochet en Chile. La ideología estaba cambiando. En Brasil, en particular, la teología de la liberación inspiró una nueva forma de pensar acerca del conflicto y el cambio sociales y, aunque algunos lo consideran solo una desviaci6n de la ortodoxia, hay quienes ven en el basismo (la religión de las bases) un modelo para el desarrollo religioso futuro.

Como complemento de la narración principal, el libro también estudia una serie de cuestiones especiales que destacan por su singularidad y su interés general. (1) La lucha española por la justicia en la conquista de América y la defensa de los indígenas por parte de las Casas y otros ante los conquistadores y colonizadores han generado un animado debate entre los historiadores. (2) El caso de la esclavitud y el tráfico de esclavos fue una cuestión de la que la Iglesia no salió con su reputación intacta y,
en el caso de Brasil, le valió el reproche de que «la deserción de nuestro clero de la función que el Evangelio le otorgara no puede ser mas vergonzosa». (3) Las reducciones jesuitas y el llamado «Estado jesuita» en Paraguay son más que una mera curiosidad, pues ilustran algunos de los problemas básicos de la religi6n en el contexto del colonialismo. (4) Los historiadores y sociólogos invocan con frecuencia la noción de religión popular como algo distinto de la religión oficial, peso la palabra «popular» tiene muchas connotaciones. La palabra «religión» también es célebre por su diversidad. Juntos, los dos términos pueden ser una fuente de
confusión. (5) La teología de la liberación, su desarrollo, controversias e implicaciones, constituye una historia que vale la pena contar y, en la historia religiosa de países como Brasil y Nicaragua, es imposible de ignorar. Quizá en el curso del libro emerja la percepci6n de que algunos de estos tomas forman un hilo conductor y evidencian que la preocupación por la paz y la justicia ha tenido continuidad en la Iglesia latinoamericana desde la época de la conquista hasta tiempos más recientes.

Algunos historiadores hablan actualmente de «religiones latinoamericanas» en lugar de «religión» y es cierto que las tradiciones indígenas, africanas y protestantes también han formado parte de la experiencia latinoamericana, como también es indudable que las Iglesias evangélicas modernas han echado raíces en el continente. Estas tendencias no pueden desatenderse, así como tampoco debe olvidarse la presencia de la comunidad judía. No obstante, los testimonios indican que durante cinco siglos la religión que definió

INDICE
Prefacio
I- RELIGION E IMPERIO
La lglesia española en vísperas de la conquista
Religiones amerindias: los mayas, los aztecas y los incas
México: una misión mendicante
Perú: una religión de conquistadores
Cultura y religión
La lucha por la justicia
La versión portuguesa
II- EL CRISTIANISMO EN EL NUEVO MUNDO
Justicia y paz para los indios
Campanas contra la idolatría
Inquisición
La vía jesuita
Brasil: entre Europa y Africa
La Iglesia y la esclavitud
III- LA RELIGION EN LA ERA DE LA ILUSTRACION
La Ilustración en el mundo hispánico
La Iglesia servil
La expulsión de los jesuitas
Los sacerdotes y el pueblo
La Ilustración y el mundo indígena
La resistencia de los indios
La expansión misionera
La Iglesia en el siglo XVIII
IV- INDEPENDENCIA: UNA REVOLUCION PECAMINOSA
La crisis de la Iglesia colonial
Las raíces ideológicas de la independencia
La Iglesia responde a la independencia
La hostilidad del papado
La religión de los libertadores
La Iglesia poscolonial
V- LA CREACI6N DE UNA IGLESIA LATINOAMERICANA
Continuidad y cambio
Curas y prelados
El laicado y la é1ite
La romanización de la Iglesia Latinoamericana
Reforma y renovación
Nuevos evangelizadores
La religión en Brasil: monarquía y esclavitud
VI- LA RELIGION DEL PUEBLO
Las tradiciones de la fe
Religión popular, religión formal
La búsqueda del milenio
Señales milenarias: Argentina
Los mesias de Brasil
Los rebeldes milenaristas de México
VII- IGLESIA Y ESTADO EN UN MUNDO LIBERAL
Brasil
Argentina y el Cono Sur
La América andina
Centroamérica
México
Pérdidas y ganancias
VIII- NUEVO SIGLO, NUEVOS DESAFIOS
Mensajes sociales
Respuestas argentinas
Ecos de la América andina
Despertar las conciencias en México
Mártir de la revolución mexicana
Los guerreros de Cristo
La Iglesia en 1930: herencia y legado
IX- LA IGLESIA Y LOS DICTADORES
Brasil: un modelo de línea dura
El dictador populista: Perón y la Iglesia
La Iglesia argentina y los dictadores militares
Complicidad
La democracia cristiana, una opción chilena
Allende: un paréntesis fatídico
Pinochet
X- RELIGION Y REVOLUCION
Cuba: una Iglesia en silencio
Promesa y prejuicio en Nicaragua
El Salvador: la santidad en tiempo de masacres
Guatemala: la guerra en la tierra de la paz
XI- DIFERENCIA Y DIVERSIDAD
Los judíos en Latinoamérica
Religiones afrolatinoamericanas
Protestantes y pentecostales
XII- ENTRE LIBERACION Y TRADICION
La teología de la liberación
Las comunidades de base
El Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín
La voz de Roma
Notas
Bibliografía