Ed. Muchnik, año 1998. Tapa dura. Tamaño 20,5 x 13 cm. Traducción del italiano por Celia Filipetto. Usado excelente, 266 págs. Precio y stock a confirmar.

Corto Maltés había nacido en La Valletta (isla de Malta) el 10 de julio de 1887, fruto de la explosiva relación entre una gitana de Sevilla apodada «La Niña de Gibraltar» y un marinero inglés procedente de Cornualles que se habían conocido en Gibraltar. Debido a la nacionalidad de su padre Corto era súbdito británico, y si bien a efectos prácticos se trataba de un marinero sin patria ni puerto, mucho más adelante establecería su residencia oficial en La Antigua, Las Antillas, siendo Hong Kong, no obstante, su lugar preferido.

A este mestizaje sanguíneo se vendrían a sumar los años que pasó de niño en Córdoba y que le pondrían en contacto con las culturas árabes, judías y cristianas, despertando de este modo su fascinación y respeto por otros pueblos y tradiciones, pero también por lo oculto. En este último sentido, sería muy significativa la influencia ejercida por el Talmud, el Zohar y la Cábala, que estudió bajo la protección del rabino Ezra Toledano.

Maltés no tardó mucho en lanzarse a recorrer mundo, empezando por Egipto, donde conseguiría un mapa para encontrar el preciado tesoro del Rey Salomón, y continuando por Manchuria. Allí, en plena guerra entre rusos y japoneses, Corto entabla amistad con el norteamericano Jack London, lo que, a su vez, lo lleva a conocer al desertor Rasputín, al que se le encarga que rescate.

Ambos huyen en dirección a África en busca del famoso tesoro, pero un motín de su tripulación y diversas circunstancias adversas provocan que terminen dando con sus huesos en la Patagonia, lugar en el que coinciden con Butch Cassidy, Sundance Kid, su mujer Etta Place y su banda de cuatreros. Tras haber dado tumbos por medio mundo y parte del otro, Corto Maltés reaparece durante 1913, en los momentos previos a la Primera Guerra Mundial. Es capitán de su propio barco y ejerce como pirata al servicio del misterioso «El Monje», un personaje legendario que tiene su refugio en la secreta isla de «La Escondida».

«La balada del mar salado» nos traslada a las peligrosas aguas del Pacífico en una época en que los albores de la Primera Guerra Mundial ya son una realidad cercana, introduciéndonos así en un exuberante universo poblado por piratas, mercenarios, soldados, insospechados aventureros, indígenas al servicio de los primeros y tribus salvajes. Todo comienza cuando Rasputín (también al servicio de “El Monje”) recoge en su catamarán tripulado por melanesios a dos jóvenes náufragos de El Chica de Ámsterdam, la guapa y madura Pandora y su impulsivo primo Caín.

Cuando el pirata de origen ruso descubre que los muchachos pertenecen a una conocida y acaudalada familia, decide retenerlos en cautividad para, más adelante, solicitar un rescate. A continuación, Rasputín y compañía se encuentran con Corto Maltés, abandonado a su suerte en medio del mar por su tripulación después de un motín, al que también rescatan. Cumpliendo los mandatos de «El Monje», se dirigen entonces a negociar con los alemanes, a los que suministran el carbón para la guerra que consiguen mediante la piratería.

Al comienzo de este libro, Corto Maltés es un pirata que no tiene reparos a la hora de venderse a causas nada nobles, aunque conserva ciertos principios éticos que lo distancian de las maneras toscas, aviesas y traicioneras del ambicioso Rasputín, con el que mantiene una relación de amor-odio. «La balada del mar salado» no sólo significa la primera aparición del personaje, sino también la experiencia que terminaría de consolidar su identidad definitiva.