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Ed. Funambulista, Madrid, año 2010. Tamaño 22 x 16 cm. Traducción de Manuel Lobo Serra. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 460

Cegador, de Mircea CartarescuRumania, plena década de los 60: la modernidad llega con cuentagotas a la balcánica República Socialista, pero el niño Mircea recrea un universo imaginario ultramoderno en torno a las visiones que imagina desde la ventana de su habitación, en su Bucarest natal: una extraña mezcla de autobiografía onírica y de saga familiar «edípica», un mixto de mundos soñados que, en palabras del crítico Andrei Codrescu, «tiene su lugar reservado junto a la obra de Proust, Kafka, Borges y Cortázar».

«Cegador» desprende la luz rara de lo grotesco, de las obsesiones, de los recuerdos umbríos y del inaprehensible mundo de los sueños. Es una historia deslumbrante, brillante, cegadora. Mircea Cartarescu cuenta aquí su infancia («Lulu», recoge su adolescencia), con un inicio que sitúa al lector en uno de sus primeros recuerdos: el pequeño Mircea está dejando pasar el tiempo mirando Bucarest por la ventana de su habitación, un recuerdo objetivo y claro. Pero, poco a poco, de forma progresiva y muy sutil, aparecen escenas delirantes y brutalmente metafóricas que traen al presente sus recuerdos, escenas que proceden del mundo de los sueños y que retroceden a lo primitivo, a los miedos atávicos, llenas de situaciones y de personajes ancestrales.

La maestría de Cartarescu se demuestra cuando el lector percibe esos descensos al mundo de lo irreal sólo cuando ya ha llegado, ya que la línea se cruza con tanta naturalidad y fluidez que no es fácil percibir el cambio. Así, el mundo real y el imaginado que conforman la existencia de todo ser humano se mezclan en una suerte de danza antigua que Cartarescu nos brinda con artes de prestidigitador.

En estas escenas oníricas y magistrales aparecen de forma recurrente las obsesiones que forman el mundo del escritor, como la composición del cuerpo humano o los insectos. Las mariposas, en concreto, protagonizan una de la escenas más inquietantes y destacables (pero hay tantas) de la narración: aquélla en la que una mujer permanece encerrada en la cabina de un ascensor junto con una mariposa gigante, disfrutando de una existencia desquiciante: este pasaje, en concreto, es demoledor y está maravillosamente bien escrito.

La literatura de Cartarescu es desgarrada, desnuda y absolutamente pura. Establece una continua conexión con el mundo de lo primitivo que permanece encerrado en lo más profundo de los seres humanos.

«(…) En cuanto a lo que está fuera… ¿Pero qué hay, fuera? Sin los fotones que caen sobre los objetos y rebotan en el cristalino de mis ojos -esferas horribles plantadas en un hueso del cráneo-, el mundo sería un fango oscuro de reverberaciones, como el universo de las arañas, para las que sólo existe lo que hace vibrar su red irrisoria. Para mí, la imagen horrorosa de la muerte no es el no ser, es el ser sin ser, es la vida terrorífica de la larva, de la lombriz, de la concha en el fondo del abismo, es la carne viva e inconsciente con la que todos estamos remendados. Recibimos la luz por dos óvulos córneos llenos de gelatina, la convertimos en impulsos eléctricos y la trasladamos a un montón de mucílagos húmedos en una concha caliza. Jamás sabremos cómo una longitud de onda se convierte en una sensación subjetiva, cómo vemos ¿pero cómo vemos, Señor? un pétalo de diente de león. Jamás llegaremos a comprender cómo puede existir lo que en toda nuestra vida no vimos, oímos, probamos, olimos ni tocamos. Nuestra vida: limitada a nuestro universo enrollado sobre nuestro cadáver como una mortaja, como las cintas esteladas de las momias. Nuestro mundo: el campo de nuestras sensaciones. El moho tierno de la luz que nos cubre las pupilas, el fieltro sonoro que nos crece sobre los tímpanos».

«Me pasaba casi toda la noche leyendo. Los libros llegaban en el momento oportuno, misteriosamente, se diría que eran piezas de
rompecabezas de una imagen, clara y sin embargo incomprensible, incompleta, una especie de superlibro aparecido en la frontera entre los libros y mi mente. Leía sumergido profundamente en la noche, el silencio silbaba cada vez más fuerte, a veces un insecto daba vueltas zumbando bajo la pantalla y acababa por quemarse en la bombilla ardiente. De cuando en cuando, algún camión hacía vibrar los cristales de la ventana. Parpadeaba cada vez más a menudo, muy rápidamente con el ojo derecho, con más titubeos con el izquierdo. Me acuerdo de las noches en las que tenía que taparme un ojo con los dedos para conseguir dormirme…»

Sobre el autor
Mircea Cartarescu nacido en Bucarest, en 1956, es un poeta, prosista y crítico literario rumano. Está casado con la poetisa Ioana Nicolaie. Es considerado por la crítica literaria el más importante poeta rumano de la generación de 1980. Es conferenciante universitario doctor en la Cátedra de Literatura Rumana de la Facultad de Letras de la Universidad de Bucarest.

Graduado del instituto «Dimitrie Cantemir» de Bucarest, siguió los cursos de la Facultad de Lengua y Literatura Rumana, dentro de la
Universidad de Bucarest. En 1980 presentó su tesis de licenciatura, sobre el imaginario poético de la lírica eminesciana, que más tarde se convirtió en el volumen «Visul chimeric» («El sueño quimérico»). En 1999 obtuvo su doctorado en literatura rumana, con una tesis acerca del Posmodernismo rumano, coordinada por Paul Cornea, y publicada en ese mismo año por la editorial Humanitas.

Debutó con poesía en el círculo literario Cenaclul de Luni, coordinado por el profesor Nicolae Manolescu, y en volumen en la antología «Aer cu diamante» («Aire con diamantes»), pero leyó también prosa en el círculo literario de Ovid S. Crohmalniceanu, Junimea. De hecho publicó prosa en la antología Desant’83. Su primer volumen individual fue «Faruri, vitrine, fotografii» («Luces, escaparates, fotografías»), publicado por la editura Cartea Româneasca en el año 1980. Continuó escribiendo versos, publicando varios volúmenes, de los cuales destacan «Poeme de amor» o «Totul».

Un proyecto único en su manera es «Levantul», una epopeya heroicómica que es también una aventura a través de la historia de la literatura
rumana. La técnica fue utilizada también por el escritor irlandés James Joyce en el capítulo intitulado «Los bueyes del sol», de su obra maestra Ulises. El escritor recicla todo los estilos poéticos, desde Dosoftei hasta Nichita Stanescu, logro único hasta ahora.

Es un teórico importante del posmodernismo rumano, y un autor contemporáneo apreciado tanto dentro, como fuera de las fronteras de Rumania. Es un prosista y novelista que cultiva las especies de la literatura fantástica, como en la novela Visul («El sueño», editado después como «Nostalgia»), cuyo prólogo lo constituye el pequeño relato Ruletistul, publicado en español bajo el nombre de El Ruletista, y que incluye la nouvelle REM, considerada su mejor pieza corta hasta el momento. Uno de sus últimos proyectos editoriales hasta la fecha, la trilogía novelística «Orbitor», tiene la forma de una mariposa, y es de una dificultad estilística notable, tanto que se considera de difícil traducción a otros idiomas, y de difícil lectura. Contiene tres volúmenes, Aripa stânga («El ala izquierda»), Corpul («El cuerpo») y Aripa dreapta («El ala derecha»), el último volumen publicado en julio de 2007. Sus obras han sido traducidas al inglés, italiano, francés, polaco, sueco, búlgaro, húngaro etc.