Ed. Cisa y De La Flor, México, año 1981. Primera Edición. Tamaño 20 x 15.5 cm. Prólogo de Armando Ponce. Estado: Excelente. Cantidad de páginas: 104

Boogie «el Aceitoso» era un profesional de la violencia. Matón a sueldo, podía según en encargo, perseguir judíos, negros, homosexuales o chicanos. Al mejor estilo de la novela negra –de moda en esos años– en su trama se confunden la víctima, el asesino y el detective. Boogie es cruel y escéptico, descree de esta sociedad y será su punto de vista el que guíe la narración.

Así, la historieta comprendia el gangsterismo, el tráfico de droga, los manejos sucios en la policía y la corrupción de la sociedad norteamericana. También es posible asociarla a la violencia en Argentina.

Dice el propio Fontanarrosa:

«Durante el Proceso pienso que pudo haber aparecido Boogie en (el bar) El Cairo. Es más estoy casi seguro de que estuvo. Vi a alguien corpulento que bajó de un auto con un cigarrillo en los labios, cerrando la puerta con violencia. Entró por el lado de la ochava como si el lugar fuera suyo. Llevaba saco abierto para que uno entreviese el bufo. Boogie y sus amigos decían que El Cairo era una cueva de zurdos y seguramente él estaba allí para llenarnos de espanto».

A continuación transcribimos el prólogo, donde Armando Ponce le realiza una entrevista a Fontanarrosa:

Solitario cuarentón de la Gran Ciudad nor­teamericana, racista, macho, cruel con tal de ser eficiente, mercenario de cualquier causa pero no la que atenta contra su país, produc­to de la sociedad de Estados Unidos —única en la que podía haberse dado—, sin amigos, Boogie «El Aceitoso» podría matar, si pu­diera, a Fontanarrosa.

Pero es más bien Roberto Fontanarrosa, historietista argentino de 33 años de edad, quien podría dar el golpe: «Un día, si me canso, lo eliminaré».

Por ahora parece estar bastante seguro de defender con el humor la violencia de «El Aceitoso». Y son ya algunos años de rela­ción. ¿Cómo se conocieron?

Fontanarrosa, de paso por México, no ha­ce mucha luz sobre el asunto. Acaso su gusto por las series de TV y el cine norteamericano policial o la lectura de notas de prensa sobre los Estados Unidos le acercaron a Boogie. Este por su parte, «reacio a viajar, no parece tener idea de América Latina», dice Fontanarrosa y agrega:

«No creo que el norteamericano en gene­ral la tenga».

—¿Cuáles son las ideas políticas de Boo­gie?

—Es un mercenario, no puede tener ideas políticas. Es un defensor del sistema de vida norteamericano, es racista, defiende la vio­lencia. Boogie, antihéroe, es un personaje sin alteraciones anímicas, es coherente. Alguien me dijo alguna vez que Boogie tenía la glán­dula moral alterada.

—¿Cuáles son sus lecturas?

—A veces me gustaría dar más detalles. Me falta espacio. Lee pensamientos de Al Capo­ne, informes sobre armas y municiones.

—¿Tiene varias mujeres?

—Si, pero es fundamentalmente machista, desprecia a las mujeres. Alguna vez tuvo una mujer medio poeta, lo que es un contrasenti­do. Vive normalmente solo, para vivir con alguien es un personaje intratable.

—¿Tiene amigos?

—Circunstanciales. Particularmente es un personaje que me gusta y por eso lo he segui­do. Muchas veces me preguntan si me identi­fico con él. No se puede. Maneja una ironía que a veces me seduce. Boogie es siempre el personaje que alguien quisiera ser: duro, in­violable, coherente. A veces tiene emociones bastante distorsionadas. Por ejemplo, en una ocasión se acerca un conocido que está heri­do, deduce el arma que lo hirió a causa de la forma de la herida y dice: «Nunca pude te­ner un arma como ésa».

—¿Qué piensa Boogie sobre México?

—No sé. Uña vez mató a tres chicanos. No tengo mucha información sobre lo que pien­sen los norteamericanos acerca de México, sólo tengo la imagen que el cine nos dio: la violencia por la violencia misma. No sé qué piense sobre México.

—¿Cuáles son los valores de Boogie?

—Es un profesional eficiente, ese es su va­lor moral. Se mueve de acuerdo con el di­nero.

—¿Es Boogie un personaje de psiquiatra?

—Al principio iba al psiquiatra, luego lo mató porque no quería que se metiera en su vida.

Sobre la infancia y la adolescencia de Boo­gie, Fontanarrosa sólo acierta a decir: «Es una temática linda», pero asegura no saber nada de su pasado.

—¿Hay en Estados Unidos muchos Boogies?

—Por la información que yo tengo, sí. Es un personaje típico de Estados Unidos.

—¿ Podría Boogie ser de la CÍA?

—Un día la CÍA le propuso un trabajo y se negó porque creía que lo matarían, pero la gente de la CÍA aceptó su decisión porque respetaba la Iniciativa Privada.

—¿Está consciente de las trasnacionales?

—En principio, sí, porque no es un bruto. Pero lo movilizan pocas cosas. Difícilmente se alegra o se enoja. Lo que sí pienso es que es consciente de lo que es Estados Unidos y su injerencia.

¿Y está de acuerdo?

—Aparentemente sí. Una vez le dice su tía que se case y tenga hijos porque es el sistema de vida de Estados Unidos y él contesta: «Yo me ocupo del sistema de muerte.»

—¿Es infeliz?

—No es feliz. No sé si llegue a ser infeliz. Boogie es un poco la imagen que uno ve de afuera sobre Estados Unidos. No creo que sea tan fácil conocer Estados Unidos. Cómo será la influencia, que uno tiene la imagen tan definida.

Con el término de la entrevista, Efrén, de editorial Proceso, concluye un dibujo de Fontanarrosa, a quien acompaña Crist, otro humorista argentino.

Finalmente, Fontanarrosa (tiene una tira cómica que todo Buenos Aires sigue, la del gaucho Inodoro Pereira) define en estos tér­minos el humor:

«Es una forma de enfrentar y encarar los problemas que nos rodean. Es un mecanis­mo para actuar y desenvolverse».