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Ed. Seix Barral, año 2013. Tamaño 23 x 14 cm. Estado: Nuevo. Cantidad de páginas: 224
Intemperie es una historia de supervivencia que transcurre en un lugar y época desconocidos. El contexto carece de fechas y
de ciudades, sólo se compone por una larga sequía que cambia las reglas del juego en el poblado del que huyen los protagonistas.
Son personajes sin nombre a los que apenas conocemos pero con los que vamos empatizando poco a poco hasta que sentimos sus desgracias
como nuestras. Son simplemente un niño y un viejo; de cuyo pasado sabemos muy poco, y es que el único tiempo que importa en esta obra
es el tiempo presente. No se nos deja espacio para pensar más allá del aquí y ahora porque las situaciones de vida o muerte se van
sucediendo una tras otra.
El narrador de la historia es el niño, que decide huir de la violencia del hogar y en su huida encuentra a un compañero que no hace preguntas y altera los esquemas de barbarie que le habían rodeado hasta entonces. Más adelante, él mismo deberá decidir entre aplicar las reglas de la violencia o de la piedad a la hora de escapar de situaciones en las que se juega su libertad.
Se trata de un libro duro que rara vez da un respiro al lector. Toda la historia está impregnada de una tensión desgarradora pues,
aunque hay momentos reconfortantes, son demasiado pocos y efímeros. El autor consigue transmitir la angustia y la incertidumbre
del juego entre el cazador y su presa, un juego al que se suma un importante obstáculo: las dificultades que atraviesan los
protagonistas para cubrir sus necesidades básicas.
El principio de la historia es lento, así en las primeras veinte páginas no hay diálogos. La estructura narrativa se apoya en esta
primera parte en los monólogos internos del niño y sus observaciones del entorno. Pero luego el ritmo se acelera y el autor consigue
colocar al lector en la misma posición que los personajes, esto es, en un estado de alerta constante.
La relación entre los protagonistas avanza desde un contacto basado en la necesidad del otro hasta un vínculo mucho más emocional. En principio, se ayudan mutuamente porque es la única forma que tienen de sobrevivir pero poco a poco se establece una preocupación real y desinteresada por el bienestar del otro. Ésta es la parte reconfortante de la historia, la única esperanzadora en un ambiente de brutalidad y violencia.
Sobre el autor
Jesús Carrasco nació en Badajoz en 1972 y en 2005 se trasladó a Sevilla, donde reside en la actualidad. Desde 1996 trabaja
como redactor publicitario, actividad que compagina con la escritura. Intemperie lo ha consagrado como uno de los debuts más deslumbrantes del panorama literario internacional.
Entrevista. Diario ABC, enero de 2013
Un niño que huye, un alguacil que le sigue los pasos. ¿Por qué sabemos tan pocas cosas: los motivos por los que el niño se ha escapado, los motivos por los que es perseguido?
«Mientras escriba, espero poder seguir mejorando mi habilidad para la poda» Creo que la evocación o la sugerencia pueden producir un efecto incluso mayor que la explicitación del hecho mismo. La imagen incompleta provoca en el receptor una especie de impulso que tiende a completar lo inacabado. Existe, por tanto, un terreno intermedio entre el texto y el lector en el que este se apropia de lo escrito y, en cierto modo, lo finaliza.
Tampoco hay nombres, solo «el niño», «el cabrero», «el alguacil».
Han sido despojados de aquello que puede resultar superfluo. He optado por eliminar lo reconocible como forma de desenfoque, intentando así que lo sustancial, es decir, las relaciones entre los personajes y de los personajes con lo que les rodea, emerja de la manera más nítida posible.
¿Qué es «Intemperie»? ¿Un «western»?
Es una de las etiquetas posibles. Un «western», en todo caso, ibérico. En mí, como en casi todos, viven las imágenes y las formas narrativas que Hollywood ha sembrado a lo largo y ancho del mundo durante ya varias generaciones. También podría ser una novela de iniciación, una «walk movie» o una tragedia clásica.
Hay quien ha visto en «Intemperie» la influencia de Miguel Delibes.
«La evocación puede producir un efecto mayor que la explicitación del hecho». Me reconozco en los paisajes de Delibes. La forma en que nos habla de la parcela de tierra que le ha tocado en suerte, Castilla. Pienso que hay paisajes que han sido privilegiados, quizá por la publicidad, el cine o la literatura, y que todo el mundo admite como bellos: los bosques de secuoyas en California, los lagos alpinos o las playas tropicales de arena blanca. Son los lugares comúnmente aceptados como de alta belleza natural. Sin embargo, Delibes nos ayuda a reconocer la belleza de las llanuras mesetarias, de las riberas o de los pueblos.
Su otra influencia es Cormac McCarthy.
Lo que me maravilla de McCarthy es su aspecto más poético, incluso a la hora de presentarnos escenas de extrema crudeza. Su narrativa posee, además, un sentido del misterio en el que me siento extrañamente cómodo.
¿El mal? ¿La violencia? ¿Qué inspira «Intemperie»?
El mal y la violencia son el resultado de la fricción entre personajes que habitan un territorio empobrecido. Sucede cuando hay poco pan y muchas bocas. Sin embargo, el mal, la mezquindad o la violencia son temas accesorios. «Intemperie» gira en torno a la idea de dignidad. Un concepto de un altísimo valor ético.
Le ha salido una novela seca, contenida.
Mientras escriba, espero poder seguir mejorando mi habilidad para la poda. Si el estilo pudiera definirse como la marca personal que el autor le imprime al texto, me gustaría que esa marca fuera, en mi caso, lo más tenue posible. Me gustan los autores, o los músicos, que se ponen al servicio de la obra hasta diluirse en ella y desaparecer.