Ed. Phaidon, año 1946. Tapa dura con sobrecubierta. Tamaño 36,5 x 26,5 cm. Traducción del inglés por E. Lafuente. Introducción de Tancred Borenius. Incluye 97 láminas en blanco y negro y 8 a color. Estado: Muy bueno. Cantidad de páginas: 146

«En el siglo XVII, las actuales Bélgica y Holanda quedaron separadas políticamente; Bélgica continuó reconociendo la soberanía de los Reyes de España, al paso que Holanda afirmó su completa independencia política. En Bélgica continuó siendo el catolicismo la religión predominante, lo que significaba para la pintura un vasto campo abierto, en la decoración de las iglesias, al cultivo del estilo de dibujo monumental, el estilo en el que Rubens, el más grande artista flamenco del XVII, legó a tal maestría suprema. Por su parte, Holanda adhirió a una forma de protestantismo especialmente opuesta a la decoración de los lugares de culto y con ello los pintores holandeses se vieron privados de desarrollar un estilo de dibujo monumental. Otra diferencia consistía en que Holanda era, con notable diferencia, el país más democrático de los dos; en Bélgica, por el contrario, hallamos una división mucho más desigual tanto del poder político como de la riqueza, por lo que sus pintores tuvieron abundancia de encargos de pinturas deorativas, de asuntos históricos y mitológicos, escenas de caza, destinados a palacios y castillos de la aristocracia, mientras que en Holanda los artistas hallaban su principal ocupación en la producción de pinturas para los hogares más reducidos de los burgueses acomodados, cuadros de pequeñas dimensiones y de carácter más íntimo: retratos, escenas de la vida diarias. No faltan en la escuela flamenca artistas que produzcan también obras de estos géneros, pero no son predominantes como sucede en la escuela de Holanda. Si lanzamos una ojeada general sobre la pintura holandesa del XVII nos encontraremos que si los pintores carecen raramente de sensibilidad para el color, muestran, por otra parte una tendencia hacia el realismo trivial al propio tiempo que desdeñan. Estos hechos se explican fácilmente por las condiciones que presiden el desenvolvimiento del arte holandés durante el XVII.

El pintor holandés más grande de esa centuria, Rembrandt, fue, sin embargo, un artista de imaginación poderosamente poética, dotado de vocación decidida por lo fantástico y profundamente interesado en los problemas del dibujo, y aunque sus discípulos fueron muchos y su influencia se dejó sentir ampliamente, el maestro continúa siendo, no obstante, una cierta excepción entre los artistas contemporáneos de la escuela holandesa. Dedicó todas sus energías a su arte, trabajando sin cesar y permitiendo muy raramente la colaboración de discípulos en la ejecución de una obra. Todavía se conservan hoy más de seiscientas pinturas de Rembrandt, a las cuales hemos de agregar más de doscientos grabados y unos dos mil dibujos.

Rembrandt Harmenszoon van Rijn era hijo de un molinero de Leyden llanado Harmen Gerritszoon van Rijn, había nacido en 1606. Sus padres desearon que fuera un hombre de carrera y para ello recibió una educación esmerada, llegando a matricularse en la Universidad de Leyden. Poco después abandonó los estudios y entró como aprendiz con un artista local de Leyden, Jacob van Swanenburgh, pintor mediocre bajo cuya dirección trabajó durante tres años. Marchó luego a Amsterdam donde entró como discípulo con Pieter Lastman, uno de los pintores holandeses más celebrados de su época. Rembrandt permaneció unos seis meses con este segundo maestro y luego regresó a Leyden. Durante estos años de aprendizaje parece haber recibido también lecciones de otro maestro, Jacob Pynas de Amsterdam. Pronto logró Rembrandt en su ciudad natal trabajo abundante, a pesar de lo cual en 1632 abandonó Leyden y se estableció en Amsterdam, donde pronto logró fama y riqueza. En 1634 se casó; abundantes retratos nos han hecho familiares los rasgos de su bella esposa, Saskia van Vylenburch. Mas pronto comenzaron a torcerse sus asuntos; su gran cuadro denominado «La Ronda de Noche», terminado en 1642, y que representa una compañía de la Guardia cívica de Amsterdam, no agradó; perdió a su esposa en el mismo año y se vio envuelto en dificultades económicas que no hicieron sino aumentar. Por último, en 1656 fue públicamente declarado insolvente y tanto su casa como todos los tesoros quecontenía fueron vendidos en subasta pública.

El resto de la vida de Rembrandt transcurrió en la pobreza; murió en 1669, sin haber llegado a pagar a sus acreedores, que tenían derecho a percibir un tanto por ciento de sus ingresos; para escapar a tan dura obligación, Titus, el hijo de Rembrandt y Saskia, juntamente con Hendrickje Stoffels, ama de llaves del pintor -ambos retratados tan frecuentemente por el artista-, se establecieron como comerciantes de arte para los cuales trabajaba el maestro, consiguiendo de este modo que todas las ganancias pasaran nominalmente a y dicha firma comercial. Pero el arte de Rembrandt no era ya un activo muy valioso, pues aunque para nosotros la magna plenitud del arte de Rembrandt sólo llega a madurez en estas obras de su última época, con su grandeza de concepción, su valentía y libertad de factura, lo que el gusto de los contemporáneos comenzaba a estimar en arte eran los productos afectados de un falso clasicismo de forma y una laxa blandura de técnica».

Indice:

1- Introducción
2- Tres biografías antiguas de Rembrandt
por Sandrart
por Baldinucci
por Houbraken
3- Notas a las láminas
4- Obras
5- Indice de Museos y Colecciones