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Ed. Plaza y Jané, año 1994. Tamaño 18 x 11,5 cm. Traducción del francés de Ana María de la Fuente. Estado: Usado muy bueno. Cantidad de páginas: 304
«Yo no soy hombre de pluma. Tras largas conversaciones, Jean Claude Carrière, fiel a cuanto yo le conté, me ayudó a escribir este libro.
La memoria es invadida constantemente por la imaginación y el ensueño y, puesto que existe la tentación de creer en la realidad de lo imaginario, acabamos por hacer una verdad de nuestra mentira. Lo cual, por otra parte, no tiene sino una importancia relativa, ya que tan vital y personal es la una como la otra.
En este libro semibiográfico, en el que de vez en cuando me extravío como en una novela picaresca, dejándome arrastrar por el encanto irresistible del relato inesperado, tal vez subsista, a pesar de mi vigilancia, algún que otro falso recuerdo. Lo repito, esto no tiene mayor importancia. Mis errores y mis dudas forman parte de mí tanto como mis certidumbres. Como no soy historiador, no me he ayudado de notas ni de libros y, de todos modos, el retrato que presento es el mío, con mis convicciones, mis vacilaciones, mis reiteraciones y mis lagunas, con mis verdades y mis mentiras, en una palabra: mi memoria».
Mon dernier soupir, también conocido como las memorias de Luis Buñuel, fue publicado por primera vez en francés, por la editorial Robert Laffont en 1982. Poco después, y dentro de ese mismo año salió a la luz en español por la editorial Plaza & Janés con el título de Mi último suspiro. No fue una traducción muy afortunada:
«El francés soupir y el español suspiro tienen la misma raíz latina y pueden ser semánticamente equivalentes, pero no es siempre el caso. La locución gala «rendre le dernier soupir» significa «exhalar el postrer aliento», no el postrer suspiro. Buñuel no era persona dada a los suspiros, todo lo contrario, y jamás se le habría ocurrido elegir para su autobiografía un título que implicara cualquier lamentación final (o anterior) al acercarse la fecha fatal…Estamos ante el aliento final, el último momento, o, si se quiere, los últimos momentos, del cineasta, cuyo tiempo se va acabando. No ante un suspiro «terminal»» -sostiene Ian Gibson
Sobre el origen del libro, Jean-Claude Carrière señaló: «Escribir las memorias para mí ha sido una alegría fantástica. Primero porque [Buñuel] no podía realizar películas y se aburría en México. Me fui allá, tomando como pretexto la filmación de Antonieta por parte de Carlos Saura, para verlo y ofrecerle la posibilidad de escribir un libro juntos. Habíamos tomado muchas notas, fueron dieciocho años juntos; pero me dijo: «No, no, las memorias me dan asco. Todo el mundo ahora escribe sus memorias. No, no y no»…
Para convencerlo un día escribí cuatro o cinco páginas del capítulo sobre los bares y los puros. Se lo enseñé al día siguiente. Lo leyó y me dijo: «Me parece que lo he escrito yo. Soy yo mismo, hablando, escribiendo. Son mis palabras, mi manera de contar, de hablar». Pensamos un nuevo tipo de libro, no memorias, sino el retrato de un hombre en particular, de un individuo, a través de un libro concebido como una novela picaresca. De vez en cuando nos parábamos para hablar de otra cosa, dar la bienvenida a otra historia, y etcétera, etcétera. Y eso lo convenció totalmente.
Y a partir de este primer capítulo, Luis decidió trabajar conmigo, tres o cuatro semanas en México. Cada mañana, como si fuera un guión. Había escenas del guión que yo conocía bien, y otras que no conocía, como el capítulo que trata la Guerra Civil española. Me había hablado de ello de vez en cuando, pero de forma fragmentada. Traté de preguntarle lo que pensaba y lo que sabía de la guerra.
Finalmente, lo escribí, lo leyó Luis, hicimos algunas correcciones, pero muy pocas. Lo que me parece es que el libro es un retrato bastante fiel de Luis, los amigos de Luis, los miembros de su familia que lo conocían bien, lo reconocían en los capítulos del libro, parece que el libro está bastante cerca, como si fuera su compañero».
Según Carrière las razones que le llevaron a emprender el proyecto fueron dos: «La primera razón fue darle algo que hacer en sus últimos años…La segunda razón fue que tenía muchas cosas que decir; o sea, la primera razón fue para él [Buñuel], y la segunda para nosotros, porque hay en el libro cosas que no están en sus películas, o si están se hallan escondidas. El libro es como la coronación de la obra de don Luis. Yo sabía que encima de su trabajo como director y de su vida de cineasta tenía una personalidad tan tremenda que aún tenía cosas que decir. Existen otros cineastas que son fantásticos, pero no saben hablar, no tienen más que decir sino sus películas. Con Don Luis yo sabía que era distinto, era otra cosa. Dentro de sí mismo tenía un libro fantástico y lo quería escribir».
Para terminar, la reflexión final de Buñuel en su libro:
«Al aproximarse mi último suspiro, imagino con frecuencia una última broma. Hago llamar a aquellos de mis viejos amigos que son ateos convencidos como yo. Entristecidos, se colocan alrededor de mi lecho. Llega entonces un sacerdote al que yo he mandado llamar. Con gran escándalo de mis amigos, me confieso, pido la absolución de todos mis pecados y recibo la Extremaunción. Después de lo cual, me vuelvo de lado y muero.
Pero, ¿se tendrán fuerzas para bromear en ese momento?
Una cosa lamento: no saber lo que va a pasar. Abandonar el mundo en pleno movimiento, como en medio de un folletín. Yo creo que esta curiosidad por lo que suceda después de la muerte no existía antaño, o existía menos, en un mundo que no cambiaba apenas. Una confesión: pese a mi odio a la información, me gustaría poder levantarme de entre los muertos cada diez años, llegarme hasta un quiosco y comprar varios periódicos. No pediría nada más. Con mis periódicos bajo el brazo, pálido, rozando las paredes, regresaría al cementerio y leería los desastres del mundo antes de volverme a dormir, satisfecho, en el refugio tranquilizador de la tumba».
INDICE
Memoria´
Recuerdos de la Edad Media
Los tambores de Calanda
Zaragoza
Los recuerdos de Conchita
Los placeres de aquí abajo
Madrid: la residencia de estudiantes (1917-1925)
París (1925-1929)
Sueños y ensueños
El Surrealismo (1929-1933)
América
España y Francia (1931-1936)
Amor, amores
La guerra de España (1936-1939)
Ateo gracia a Dios
De nuevo mérica
Hollywood, continuación y fin
México (1946-1961)
A favor y en contra
España-México-Francia (1960-1977)
El canto del cisne