Ed. Sudamericana, año 1988. Tapa dura. Tamaño 20 x 12,5 cm. Usado excelente (varias páginas subrayadas con birome), 102 págs. Precio y stock a confirmar.

Onetti (1908 -94) fue un escritor uruguayo, considerado no sólo el escritor más importante de su país sino uno de los máximos creadores de la narrativa en lengua castellana del siglo XX. Hijo segundo de un funcionario de aduanas descendiente de emigrados irlandeses (O’Netty, parece haber sido el apellido original) y de una brasileña que pertenecía a una familia de hacendados gauchos, desertó de los estudios de derecho a mitad de la carrera, y desde la temprana adolescencia frecuentó las redacciones de periódicos y revistas de ambas márgenes del Río de la Plata, viviendo alternativamente en Montevideo y Buenos Aires, ciudad esta última en la que se instaló a los veinte años.

Secretario de redacción del mítico semanario Marcha, donde firmaba sus críticas y colaboraciones con el popular seudónimo de Periquito el Aguador, asiduo del diario La Prensa y de la revista Vea y Lea, y encargado posteriormente de la sucursal rioplatense de la agencia Reuter, vivió un cuarto de siglo entre ambas capitales, de cuya síntesis surgiría la fantasmal Santa María, donde transcurren sus principales ficciones (y algo más tarde Lavanda, resumen o boceto de la Banda Oriental).

Afincado en Montevideo, entre 1955 y 1975 fue director de bibliotecas municipales del distrito montevideano y luego integrante de la junta directiva de la Comedia Nacional, hasta que en el último de los citados años fue acusado de actividades subversivas por la dictadura que gobernaba su país, y eligió el exilio madrileño que ya no abandonaría hasta su muerte.

Los temas y la atmósfera que van configurando la producción de Onetti son comunes y sórdidos: la soledad, la prostitución, la rutina, el dinero. Onetti se planteó para sí mismo una escritura lacónica, que unida a su temperamento escéptico y desencantado produjo un estilo que no tiene antecedentes.

A Magda, la protagonista de este relato, “era más hermoso mirarle el perfil que enfrentarla”. Esta evidencia que el narrador comprueba es además la marca de un estilo propio, la clave que Onetti proporciona para recuperar la historia del amor desesperado de Magda y el Comandante, también la de Lamas, el periodista que oficia ritos de escritor perdido en busca de un tiempo reticente y afanoso.