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Ed. Anagrama, año 2014. Tapa dura. Tamaño 23 x 15 cm. Estado: Nuevo. Cantidad de páginas: 1126

Por Francesc Bon

2666 Roberto Bolaño007Este es el libro conscientemente inacabado de Bolaño, o casi. No esos que han salido de la puesta en orden de sus notas o el escarbado a fondo en el disco duro de su PC y en las carpetas de su escritorio. Bolaño era conocedor de ello, cuando esperaba el trasplante de hígado que no llegó, y se percibe en su escritura, que es intensa. Este es su libro más parecido a lo que sería un testamento o un legado y muchas de sus páginas lo dejan entrever.

También es verdad que, para quien lee el libro conociendo la historia y el mito erigido, los hechos pesan. Fallecido en circunstancias normales para el desarrollo de su enfermedad, pero al que la leyenda aderezó de manera sensacionalista (atribuyendo al autor un abanico de hábitos tóxicos, cuando lo único comprobado es que se fotografiaba siempre con un sempiterno cigarrillo colgando de los labios), de manera que, tendamos al morbo como lectores o no, queramos encontrar tras esas líneas al escritor de pura raza vaciando exhausto su talento, y cayendo extenuado sobre el teclado para no desperdiciar ni una sola línea de texto. No: Bolaño sería algo excéntrico, pero era un tipo normal, de esos que escuchan las conversaciones ajenas en los bares a la búsqueda de inspiración.

Lo cierto es que Bolaño simplemente no podía dejar ni de escribir ni de leer porque esas eran sus pasiones desde joven. 2666 es solamente la unión (con sus problemas de ajuste) de cinco novelas en una obra más ambiciosa, y ello no debe hacernos pensar que es inabarcable, ni que él pensara en cambiar el rumbo de la historia con ella. Hecha esa salvedad, vistas sus cinco partes como entes individuales, es justo lo que nos encontramos. Cinco obras relacionadas por nexos comunes.

Claro que hay irregularidad, y claro que hay algunos pasajes discutibles. Pero tantas páginas del Bolaño más maduro y más bregado (porque su obra anterior no carece de altibajos) contienen muchos cientos de páginas de espléndida literatura. Que la necesidad de etiquetarla y lo seductor de su temática central – los crímenes de Santa Teresa, que son los crímenes no resueltos de Ciudad Juárez y las maquiladoras – le atribuyan pertenencia al misterio o a lo policíaco, no nos deben hacer incurrir en el error.

2666 es extraordinario porque todo lo bueno de Bolaño está ahí, desde la broma de inventarse carreras literarias hasta el intercalado de historias que a otros escritores les darían para facturar trilogías. Está ahí presente con su inigualable estilo, contemporáneo pero erudito, poético pero desprovisto de excentricidades absurdas. Todo está justificado, desde el tono metaliterario de La parte de los críticos hasta el relato forense de La parte de los crímenes. Es un escritor chileno escribiendo una novela mexicana y una novela norteamericana, pero a la vez está bien incrustado el clasicismo de la narrativa europea. Es una persecución, la de Archimboldi a la vez que una huida, la de Amalfitano.

Puede que dé igual 4, 5 o 100 párrafos. Pretender describir la grandeza de este libro sería, en cualquier caso, inútil. Es un libro que hay que leer hasta acabar con él: cerrarlo, acariciar el lomo, y darse cuenta de lo difícil que será, después, encontrar algo de su nivel. Esa es la conclusión exacta, hoy o hace diez años: quién narices iguala eso.