Precio y stock a confirmar
Ed. Agape, año 2008. Tamaño 19 x 13 cm. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 204

quien-eres-senor-pironio293Por Pbro. Lucio Gera

En esta última etapa de mi vida, particularmente en el año en que celebraba mis bodas de oro sacerdotales, se fue haciendo cada vez más insistente en mi interior esta pregunta: ¿Quién es Cristo? ¿Quién eres? No es que no lo supiera, aun menos que no creyera en Él. Lo había aprendido en mi catequesis de niño; a lo largo de mi vida había leído la palabra evangélica que habla de Cristo, había dictado clases de cristología; había leído y predicado sobre Cristo. Pero la pregunta comenzó entonces a cobrar una hondura especial y venía acompañada de un cierto estremecimiento. Es comprensible. Yo había ya llegado a una edad en la que, mirando hacia atrás, y al ver mi vida ya casi completada, podía decirme que, por ser cristiano y sacerdote, había entregado toda mi vida a Cristo. Con todas mis pequeñas y grandes infidelidades; pero aun así, la había entregado y permanecía en mi entrega. Y no es de poca monta entregarle la propia vida a alguien. Si de joven estuvo cargada de inicial entusiasmo la entrega de una vida que aún era futura, de anciano, la conciencia viene penetrada de la sorpresa de haberla ya entregado. Era obvio entonces que comenzara a ahondarse en mí la pregunta: ¿Quién es este Cristo a quien he entregado mi vida? Por otra parte, el hecho de que mi vida se acercara a su propio límite, llevaba a pensar que Cristo estaba más cercano, aun cronológicamente, por así decirlo, que en cualquier otro momento de mi vida. Bastaría con dar un paso y cruzar el tenue velo que la separa del más allá, y encontrarme allí cara a cara con Cristo. Se me hacía que, como al viejo Simeón, era urgente reconocer «al que había de venir» con mayor profundidad e intimidad, antes de que cruzara esa barrera.

Y no era tan solo una pregunta, sino también una admiración, una sorpresa: ¡Quién es este Cristo, a quien he entregado mi vida y con quien he de encontrarme!

El retiro predicado por el Cardenal Eduardo Pironio, que ahora presentamos, atizó en mí este interrogante cargado de sorpresa. Como lo indica el título de esta edición, él enfocó el desarrollo de todo este retiro desde esta pregunta -¿Quién eres tú?- que fue la que Saulo, caído del caballo, dirigió hacia el todavía Desconocido que le salía al encuentro (cf. Hch 9,5) y que Eduardo Pironio, cargando con su enfermedad, se hizo e hizo a sus oyentes con gran énfasis espiritual en éste su último retiro, predicado por él en el año 1995, tres años antes de fallecer, a las Hermanas de la Presentación de la Virgen María (de Granada), en la ciudad de Sevilla, España.

Todo el retiro se concentra en esta pregunta y se despliega desde ella. Desde el comienzo, en la plática introductoria, queda anunciado a sus oyentes que, en este retiro, el tema será Jesucristo. Obviamente, el tema corresponde a un retiro predicado durante una Semana Santa. De todos modos, no se debe sólo a esa circunstancia. El talante espiritual de Pironio era notablemente cristocéntrico. Pero, mientras en otros retiros el contenido cristológico venía condicionado en relación a uno u otro tema particular, en éste se presenta como contenido absoluto. Sobre este tema Pironio desarrolla, después de su plática introductoria, diez meditaciones y siete homilías que corresponden a los diversos días de la Semana Santa, del Lunes Santo al Domingo de Pascua.

La persona de Jesucristo es presentada desde una perspectiva temporal que, iniciada en la Encarnación, y continuada en el curso de sucesivas expresiones bíblicas que interpretan quién es Jesús, concluye con la despedida en el monte de la Ascensión. Se trata de expresiones que ponen de manifiesto la autoconciencia de Jesús, dentro de las cuales destacan las fórmulas «Yo soy» (la luz, el buen pastor, la vida, el siervo, la imagen de Dios invisible y particularmente la fórmula del absoluto «Yo soy»). En el momento de la despedida, esta fórmula se traduce en el «Yo estoy», «yo estaré con ustedes…».

Si, desde el punto de vista temático hubiera algo que destacar, no dejaría yo de aludir a la presentación que Pironio hace de Cristo como el Testigo fiel de la inmutabilidad y fidelidad de Dios, también a la figura de Jesús resucitado, «Primogénito de entre los muertos», y no menos, a la consideración del sacerdocio de Cristo, inspirada en la Carta a los Hebreos, y del correspondiente sacerdocio común a todos l,os fieles cristianos.

Por otra parte, el retiro fue planteado por Pironio como preparación a la celebración del entonces próximo comienzo del nuevo milenio, de modo que el interrogante y la respuesta acerca de Jesús estaban propuestos, como dice él expresamente, en la perspectiva de futuro, vale decir, de esperanza. Esta edición del retiro bien podría llevar también el siguiente título: Jesucristo, nuestra feliz esperanza.

El estilo de pensamiento y reflexión del Cardenal Pironio es bien conocido por sus lectores y oyentes. La Sagrada Escritura es su fuente de inspiración, casi exclusiva, salvo una que otra referencia a Tomás de Aquino. Sus exposiciones son un entretejido de textos bíblicos, muy brevemente aclarados, cuando lo juzga necesario, pero fundamentalmente dejados a la intuición creyente de los oyentes. El intenta que éstos, a través de las palabras bíblicas, puedan contemplarla Cristo, en uno u otro aspecto de su divinidad y de su humanidad, de su relación con el Padre y con el Espíritu Santo, como también de su acción salvadora; sobre todo de su cruz y su gloria, que él considera estrechamente unidas en la profundidad del misterio de la Pascua. Desde la lectura del texto bíblico y la contemplación de Cristo, Pironio interpela inmediatamente al oyente para que se apropie y resuelva personalmente en su vida la palabra escuchada y el misterio contemplado: ¿Qué te dice a ti el texto? ¿Cómo respondes a lo que el texto te dice? ¿Cómo respondes a quien se te muestra a través de él? ¿Cómo respondes con tu afecto, tu oración y tu comportamiento cotidiano? Éstos son los interrogantes que van suscitando las exposiciones del Cardenal, con las cuales convoca a cada uno a realizar una apropiación personal del texto meditado, en lo cotidiano de su vida, de su convivencia en comunión con los demás y en su propia misión.

Guiado por la lógica de la Encarnación -Dios hecho hombre- que alcanza su culmen en el Misterio pascual -la cruz como comienzo de la exaltación, simultánea experiencia de abandono y de amparo-, Pironio tiende a mostrar los contrastes y, sobre todo, a afirmar la unión de los mismos en la experiencia espiritual del cristiano que contempla a Cristo y se identifica místicamente con Él: cruz y esperanza, sufrimiento y paz, cruz y alegría, contemplación y anuncio profético.

La profundidad del misterio de Cristo es expresada por Pironio con un estilo simple, ingenuo, esto es, libre, sin doblez, sincero, claro y entusiasta, pero sin agresividad, como el lenguaje de aquellos niños de cuya boca veraz fue preparada la aclamación de alabanza al Hijo de Dios (cf. Sal 8,3; Mt 21,15-16). Su estilo era el reflejo de su personalidad.

El texto de esta edición recoge la transcripción de las cintas magnetofónicas en las que fue grabado el retiro. Lamentablemente durante la grabación se han producido algunas interrupciones, que nos han privado de algunas pocas partes de la exposición del Cardenal: particularmente de la homilía correspondiente al Martes Santo y además de un par de trozos, como viene indicado en el correspondiente lugar de esta edición.

INDICE
Prólogo
MEDITACIONES
Plática introductoria
Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre Primera meditación
¿Quién dicen que soy yo?
Segunda meditación
La Palabra se hizo carne
Tercera meditación
Cristo, imagen de Dios invisible
Cuarta meditación
Yo soy
Quinta meditación
Yo soy la Luz del mundo
Sexta meditación
Yo sgy el Buen Pastor
Séptima meditación
Yo soy la Vid
Octava meditación
Mi Siervo será enaltecido
Novena meditación
Las siete palabras
Décima meditación
Yo estoy con ustedes
HOMILÍAS
Lunes Santo .’
Miércoles Santo
Jueves Santo
Misa de la Cena del Señor
Viernes Santo
Celebración de la Pasión del Señor
Paraliturgia del Sábado Santo
María al pie de la cruz
Vigilia Pascual
Domingo de Resurrección