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Ed. Tecnos, año 1982. Tamaño 21,5 x 13,5 cm. Traducción de Vicente Peris Mingueza. Estado: Usado muy bueno. Cantidad de páginas: 172
La reflexión sobre la naturaleza de nuestro conocimiento da origen a algunos problemas filosóficos complejos. Estos constituyen la temática de la epistemología o teoría del conocimiento. Casi todos ellos fueron discutidos por los antiguos griegos y aún hoy existe escaso acuerdo en cuanto a cómo han de resolverse o, por lo contrario, disolverse.
Las cuestiones principales en la teoría del conocimiento parecen ser las siguientes:
1- ¿Cuál es la distinción entre conocimiento y opinión verdadera? Si un hombre ha hecho una conjetura acertada («yo diría que es el siete de diamantes») pero en realidad no lo sabe, y otro hombre lo sabe pero no lo dice, y no ha de suponerlo, ¿qué es lo que tiene el segundo hombre (si tiene algo) que no tiene el primero? Por supuesto uno puede decir que el segundo hombre tiene evidencia y que el primero no la tiene, o que algo que le es evidente a uno no le es evidente al otro. Pero, ¿qué es tener evidencia, y cómo hemos de decidir en algún caso concreto si tenemos o no evidencia?
Estas cuestiones tienen sus análogas tanto en la lógica como en la filosofía moral. ¿Qué significa que una acción es justa y cómo hemos de decidir en algún caso particular si una acción dada es justa o no? ¿Qué significa que una deducción es válida y cómo hemos de decidir en algún caso concreto si una deducción dada es válida o no?
2- Parece que nuestra evidencia para algunas cosas consiste en el hecho de que tenemos evidencia para otras cosas. «Mi evidencia de que él cumplirá su promesa se basa en el hecho de que él dijo que cumpliría su promesa. Y mi evidencia de que él dijo que cumpliría su promesa se basa en el hecho de que…». ¿Debemos decir de todo de lo que tenemos evidencia que nuestra evidencia para esa cosa consiste en el hecho de que tenemos evidencia para alguna otra cosa?
Si, de un modo socrático, tratamos de formular nuestra justificación de alguna determinada condición para el conocer («Mi justificación para pensar que yo sé que A, se basa en el hecho de que B»), y si no cejamos en nuestra indagación («y mi justificación para pensar que yo sé que B, se basa en el hecho de que C»), llegaremos, tarde o temprano, a una especie de punto de parada («pero mi justificación para pensar que yo sé que N, se basa simplemente en el hecho de que N»). Un ejemplo de N podría ser el hecho de que pienso que algo me parece azul en este momento, o el hecho de que me parece recordar haber estado aquí antes.
Este tipo de punto de parada puede ser descrito de dos modos bastante diferentes. Podríamos decir: «Hay algunas cosas (por ejemplo, el hecho de que me parece recordar haber estado aquí antes) que me son evidentes y que son tales que mi evidencia para esas cosas no consiste en el hecho de que hay ciertas otras cosas que me son evidentes». O podríamos, por otra parte, decir: «Hay algunas cosas (por ejemplo, el hecho de que me parece recordar haber estado aquí antes) que no puede decirse de sí mismas que son evidentes, pero de las cuales parece que puede decirse que son evidentes por cuanto pueden funcionar como evidencia para ciertas otras cosas». Estas dos formulaciones parecen diferir sólo de palabra. Si aceptamos la primera, podemos decir que algunas cosas son inmediatamente evidentes.
3. Las cosas que usualmente decimos que conocemos no son cosas que sean «inmediatamente evidentes» de ese modo. Pero al justificar la condición para conocer alguna de estas cosas en concreto, podemos ser llevados, del modo descrito, a varias cosas que son inmediatamente evidentes. ¿Diríamos, por tanto, que la totalidad de lo que conocemos en algún momento dado, es una especie de «estructura» que tiene su «fundamento» en lo que resulta ser inmediatamente evidente en ese momento? Si afirmamos esto, entonces hemos de estar justamente preparados para decir cómo es que el fundamento sirve para sostener el resto de la estructura. Pero esta cuestión es difícil de responder, ya que el apoyo que el fundamento da no parece ser ni inductivo ni deductivo. Es decir, no es la clase de soporte que las premisas de un argumento deductivo dan a su conclusión, ni es la clase de sostén que las premisas de un argumento inductivo dan a su conclusión. Pues si tomamos como nuestras premisas la totalidad de lo que es inmediatamente evidente en cualquier momento, y si no hacemos uso de premisas adicionales, entonces no podemos formular un buen argumento deductivo, ni podemos formular un buen argumento inductivo, en el cual alguna de las cosas que ordinariamente decimos que conocemos aparezca como conclusión. Por lo tanto, puede ser que, además de las «reglas de deducción» y las «reglas de inducción», también haya ciertas «reglas de evidencia» básicas. El lógico deductivo intenta formular el primer tipo de regla; el lógico inductivo intenta formular el segundo, y el epistemólogo trata de formular el tercero.
4- Uno puede preguntar: «¿Qué conocemos?, ¿cuál es el alcance de nuestro conocimiento?» También puede preguntar: «¿Cómo decidimos si de hecho conocemos en algún caso concreto?, ¿cuáles son los criterios, si existe alguno, del conocer?». El «problema del criterio» proviene del hecho de que si no tenemos respuesta al segundo par de cuestiones, entonces parece que no tenemos procedimiento razonable para encontrar la respuesta del primero; y si no tenemos la respuesta del primer par de cuestiones, entonces parece que no tenemos ningún procedimiento razonable para averiguar la respuesta del segundo. El problema puede formularse más específicamente en relación a diferentes temas; por ejemplo, nuestro conocimiento (en caso de que exista) de «cosas externas», de «otras mentes», de «lo justo y lo injusto», de «las verdades de la teología». Muchos filósofos consideran, al parecer sin motivo suficiente, alguna de estas versiones más específicas del problema del criterio desde un punto de vista, y otros desde un punto de vista completamente diferente.
5- Nuestro conocimiento (si es que hay tal) de lo que a veces se denominan «verdades de razón» (las verdades de la lógica y de las matemáticas y la que se expresa mediante el enunciado: «Una superficie que es completamente roja no es al mismo tiempo verde») nos proporciona un ejemplo especialmente ilustrativo del problema del criterio. Algunos filósofos creen que cualquier teoría satisfactoria del conocimiento debe adecuarse al hecho de que algunas de «las verdades de razón» figuren entre las cosas que conocemos. Pero otros filósofos formulan criterios dél conocer que son tales que «las verdades de razón», tal como tradicionalmente se las concibe, no figuran entre las cosas que conocemos. Aún hay otros que intentan simplificar el problema diciendo que, en cierto modo, las denominadas «verdades de razón» en realidad tienen que ver únicamente con las maneras en que la gente piensa o con las formas en que ellos usan su lenguaje. Pero, una vez que estas sugerencias se exponen claramente, pierden toda la credibilidad que en principio pueden parecer tener.
6- El «problema de la verdad» parece ser uno de los problemas más simples de la teoría del conocimiento. Si decimos de un hombre: «El cree que Sócrates es mortal», y añadimos a continuación: «Y además su creencia es verdadera», entonces, seguramente, lo que hemos añadido es simplemente que Sócrates es mortal. Y «Sócrates es mortal» nos dice exactamente tanto como «Es verdad que Sócrates es mortal». Pero ¿y si dijéramos de un hombre que alguna de sus creencias es verdadera, sin especificar qué creencia? ¿Qué propiedad, si es que alguna, sería atribuida a su creencia?
Supóngase que decimos: «Lo que él está diciendo ahora es verdad», cuando lo que él está diciendo ahora es que lo que nosotros estamos diciendo en ese momento es falso. En este caso, ¿estamos diciendo algo verdadero o estamos diciendo algo falso?
Por último, ¿cuál es la relación entre las condiciones de la verdad y los criterios de la evidencia? Probablemente tenemos buena evidencia para creer que hay nueve planetas. Esta evidencia consiste en el conocimiento de otros diversos hechos sobre astronomía, pero en sí misma no incluye el hecho de que hay nueve planetas. Por tanto, parece ser lógicamente posible para una persona el tener buena evidencia con respecto a una creencia que, sin embargo, es falsa. ¿Significa esto que el hecho de que hay nueve planetas, en caso de que sea un hecho, es en realidad algo que no puede ser evidente? ¿Diríamos, por tanto, que nadie puede realmente saber que hay nueve planetas? ¿O debiéramos decir que, aunque puede resultar posible saber que hay nueve planetas, no es posible saber que nosotros sabemos que hay nueve planetas? ¿O la evidencia que tenemos para creer que hay nueve planetas garantiza de algún modo que la creencia es verdadera y, por tanto, garantiza que hay nueve planetas?
Cuestiones y problemas como éstos constituyen el campo de la teoría del conocimiento. Más adelante se verá que algunos de ellos simplemente se deben a malentendidos; y una vez que se los desenmascara los problemas desaparecen. Pero hay otros, como este libro pretende mostrar, de los que es más difícil ocuparse.
Este libro es un intento de presentar y defender un modo de tratar estas cuestiones y problemas. En las notas a pie de página he aludido a diversos escritos que representan otros modos de abordar el tema, pero en general no he intentado resumir ni criticar otros posibles puntos de vista.
INDICE GENERAL
Introducción
I- Términos de valoración epistemológica
1- Valoración epistemológica
2- Algunos conceptos epistemológicos básicos
3- Certeza
4- Lo evidente
5- Sobre la preferibilidad epistemológica
II- Lo inmediatamente evidente
1- Preguntas socráticas
2- ¿Un punto de parada?
3- Un punto de parada impropio
4- Estados que se presentan por sí mismos
5- La naturaleza de lo autopresente
6- Una definición de lo inmediatamente evidente
7- Una descripción alternativa
8- Una objeción escéptica
9- Parecer [seemig] y aparecer [appearing]
10- Algunas interpretaciones erróneas
III- Las verdades de razón
1- Una concepción metafísica tradicional
2- No todo conocimiento es necesariamente a posteriori
3- Inducción intuitiva
4- Axiomas
5- A priori y a posteriori
6- Escepticismo con respecto a lo a priori
7- «Psicologismo»
8- «Lingüisticismo»
9- Extraer el predicado del sujeto
10- Lo sintético a priori
11- ¿Un dualismo insostenible?
IV- Lo mediatamente evidente
1- La justificación de lo mediatamente evidente
2- Más allá de los principios de la lógica
3- La teoría de Carneades
4- La confirmación
5- Percepción y «autopresentación»
6- La percepción y lo evidente
7- La memoria
8- Confirmación y concordancia
9- Conclusión
V- La verdad
1- ¿Qué es la verdad?
2- Aserciones y oraciones como vehículos de la verdad
3- La paradoja de Epiménides
4- Algunos rompecabezas relativos a las oraciones-instancia
5- Algunos rompecabezas relativos al creer
6- El pragmatismo
7- Lo verdadero y lo evidente
VI- El conocimiento
1- Un problema para la concepción tradicional del conocimiento
2- Un diagnóstico
3- La definición tradicional corregida
4- Defensa de nuestro diagnóstico
5- Saber que uno sabe
6- El derecho a estar seguro
VII- El problema del criterio
1- Introducción
2- Dos cuestiones
3- «Fuentes» de conocimiento
4- Un ejemplo: el «conocimiento de lo bueno [right] y lo malo [wrong]»
5- Otro ejemplo: el «conocimiento de las cosas externas»
6- «Otras mentes»
7- Un último ejemplo
Apéndice: Definiciones y principios
Indice analítico