Ed. Seuil, año 1984. Tamaño 18 x 11.5 cm. Traducción del inglés de Micheline Pouteau. Usado excelente, 292 págs. Precio y stock a confirmar.
El principal objetivo de Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo (1948) es reflexionar sobre cómo una cuestión aparentemente intrascendente como la cuestión judía puede convertirse en la causante del movimiento nazi y, seguidamente, de una guerra mundial y, por último, de las fábricas de la muerte.
En su opinión, la respuesta es que la sociedad de masas desembocaba en el aislamiento y la soledad. En tales condiciones, la vida política no podía sino deteriorarse, el fascismo o el comunismo debían su fuerza al hecho de que proporcionaban a sus seguidores una vida pública, uniformes que denotaban su pertenencia, rangos específicos reconocidos y respetados por otros, mítines multitudinarios que favorecían la aclamación y permitían exaltar la figura del jefe.
«La soledad, el terreno propio del terror, la esencia del gobierno totalitario, y para la ideología o la lógica, la preparación de ejecutores y víctimas, está estrechamente relacionadas con el desarraigo y la superfluidad que han sido el azote de las masas modernas desde el comienzo de la revolución industrial […] La soledad no es la vida solitaria […] La vida solitaria puede convertirse en soledad; esto sucede cuando yo mismo soy abandonado por mi propio yo. Los hombres solitarios siempre han experimentado el peligro de la soledad cuando ya no pueden hallar la gracia redentora de la compañía para salvarles de la dualidad, del equívoco y de la duda. […] Lo que prepara a los hombres para la dominación totalitaria en el mundo no totalitario es el hecho de que la soledad, antaño una experiencia liminal habitualmente sufrida en ciertas condiciones sociales marginales como la vejez, se ha convertido en una experiencia cotidiana de un número cada vez mayor de masas en nuestro siglo. El proceso implacable por el que el totalitarismo impulsa y organiza a las masas parece como un escape suicida a esta realidad».
Arendt mantuvo siempre la conclusión de que la masificación de la sociedad constituía un paso hacia el totalitarismo, hacia el «mal radical», aun expresión clave, y de que la sociedad de masas occidental corría el riesgo de confluir con el totalitarismo oriental. Las dos primeras partes del libro están dedicadas al antisemitismo y al antiimperialismo. Fueron escritas, y parcialmente publicadas, entre 1944 y 1946, y en ellas la atención de la autora se centra, preferentemente, es establecer los orígenes del nazismo.
No se limitan a la historia de Alemania; por el contrario, consideran Europa y las corrientes que llegaron a la decadencia del estado-nación como el trasfondo de la catástrofe alemana. El antisemitismo moderno es para Arendt consecuencia de la asimilación de los judíos en el marco del estado nación y se manifiesta sobre todo en la Alemana y la Francia del siglo XIX.
El imperialismo, ligado al afán de expansión de la burguesía, y que origina la alianza política entre el populacho y el gran capital, hace surgir de este modo una ideología racial que se hace visible en Francia en el caso Dreyfus, y en la Inglaterra victoriana con la idea de la superioridad racial de los colonizadores difundida a través del imperio británico.
Finalmente, se manifiesta también su forma continental en los movimientos pangermánico y paneslavista. En este último caso, el colapso del estado-nación alcanza su punto álgido, pues se acusa a éste de traicionar una idea racial de alcance mucho más importante. El pangermanismo daría origen al totalitarismo nazi, y el paneslavismo al bolchevique.
Indice: Prefacio. I- El antisemitismo, insulto al sentido común. II- Los judíos, el Estado-Nación y el nacimiento del antisemitismo. III- Los judíos y la sociedad. IV- El affaire Dreyfus. Bibliografía.