Ed. Biblioteca Popula Constancio C. Vigil, año 1966. Tamaño 18 x 12 cm. Estado: Usado muy bueno. Cantidad de páginas: 124

Realidad interna y función de la poesía, Bayley 001Por Edgar Bayley

Quiero dar aquí, no solo un panorama de la materia de este libro, sino también un testimonio de ami actitud presente ante algunos de los temas a que se refieren estos ensayos.

Una tendencia general de la nueva poesía es la voluntad de delimitar el lenguaje y la experiencia que le son propios. Por de pronto resulta claro que la poesía no es discurso, no es confidencia, no es lamento o efusión. Lo que a mí me pasa a pienso, lo que odio o amo no es poesía. Todo eso tiene que cambiarse, trasmutarse en el proceso poético. Son materiales posibles -no los únicos- para la experiencia de la poesía, y ésta no es algo meramente subjetivo, inefable, sino que precisamente culmina en el lenguaje, se completa y se determina en última instancia en la expresión verbal.

El trabajo del, poeta descansa pues en un reconocimiento y una asunción del territorio que le pertenece. Están el sueño, los otros hombres, las cosas; están el mundo y la condición personal del creador. Y no es que el poeta deba hablar de todo ello, o narrarlo. Su oficio es posibilitar que el sueño, los hombres, las cosas, su condición y su acaecer individual se hagan presentes, con voz y autonomía, en el poema, integrándose allí en una estructura nueva.

El sentido de la obra constituye el tema de algunos trabajos de este libro. ¿Cómo se vuelve significativa la obra? ¿Por sus referencias retrospectivas? ¿Por su novedad? Es indudable que, como dice Roland Barthes, la obra de arte es lo que el hombre le arranca al azar. ¿Pero de qué manera decidir en qué casos no es azar, y sí unidad orgánica en el más alto nivel posible? La pregunta nos introduce de lleno en el campo crítico de la comunicación o sea en el de la captación del sentido y el valor de la obra.

«Puede parecer una exageración, expresaba I. A. Richards en Practical Criticism, afirmar que la meta de todo esfuerzo crítico, de toda interpretación, apreciación, exhortación, elogio o censura sea incrementar la comunicación. Pero en la práctica es así. Todo el aparato de las reglas y los principios críticos constituye un medio para lograr una comunicación más sutil, más precisa, más esclarecida. Hay, es verdad, una evaluación unida a la crítica, pero solo cuando hayamos resuelto completamente el problema de la comunicación, cuando hayamos alcanzado cabalmente la experiencia, la condición mental adecuada al poema, podremos juzgarlo y decidir con respecto a su valor. En la actualidad es raro que alguien se plantee este problema frente a la obra; lo frecuente es que nuestra naturaleza interior y la naturaleza del mundo en que vivimos decidan por nosotros en este aspecto. Por eso pienso que nuestra primera y principal preocupación debe ser alcanzar la condición mental del poema y partir de allí para nuestro análisis».

Este punto de partida, sin duda válido y operante, habría de degenerar en los excesos de la Nueva Crítica, tan a menudo alejada en sus juicios de la experiencia poética. Justo es reconocer que ha sido el propio Richards quien ha deplorado esos extravíos en The future of poetry, donde señala que «la poesía» es la más compleja actividad del más complejo de los organismos, pues detrás de cada línea de versos no está solo la experiencia del poeta, sino las inmensas reservas del lenguaje, la acumulación milenaria de esfuerzos humanos para comprender el puesto del hombre en el mundo».

Reiteremos, sin embargo, con Cummings, que la poesía y cualquier otro arte fue, es y será siempre una cuestión de individualidad. «Si tu objetivo es la poesía tienes que olvidar completamente castigos y premios, y recordar solo una cosa: que eres tú -nadie más- quien determina tu suerte y decide tu destino». Por eso lo que importa en el oficio del poeta es ser verdadero. O sea reconocer los propios límites, la forma o la condición personal. Es el punto de arranque de la actividad creadora. Es decir que la poesía es fundamentalmente el ejercicio de la posibilidad propia.

«Puedo decir -afirmaba Camus-, y diré en seguida que lo que cuenta es ser humano y simple. No, lo que cuenta es ser verdadero y entonces lo demás está incluido allí, la humanidad y la simplicidad».

La capacidad, por una parte, de negar toda salida en este o cualquier mundo, de rechazar los valores y la ideología del conformismo y el miedo, de asumir, en suma, hasta sus últimas consecuencias la rebeldía y la desesperación, y, por otra, la voluntad de no disolver la propia voz en el desprecio y la agresividad, de afirmar una difícil esperanza, un modo de estar entre los hombres y las cosas, continuarán signando, como hasta ahora, la vida y el trabajo creador del poeta. Nada hay aquí que sugiera la cancelación de tales alimentos y contradicciones.

INDICE
Introducción
Relidad interna y función de la poesía
Riesgo y ventura del poeta contemporáneo
El arte, fundamento de la libertad
La poesía como realidad y comunicación
En torno de la palabra y el arte de narrar
Breve historia de algunas ideas sobre la poesía
La poesía es el principal alimento de la realidad
Texto de un reportaje a Edgar Bayley por Radio Universidad de La Plata