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Ed. Tercer Mundo, año 1991. Tamaño 21 x 13,5 cm. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 260

Percusión, de José Balza 001Nacido en el Delta del Orinoco (Venezuela) en 1939, José Balza cuenta con más de cincuenta obras entre ensayos, cuentos y novelas.

“En verdad lo que quise con esa ejercitación era tocar una verdad, cada narración buscaba una verdad, y no sé si pude lograr alguna vez esas verdades o eran transitorias. Tal vez me ha servido la ejercitación para vislumbrar verdades”, indicó Balza.

Considerado “de culto” por lectores de todo el mundo de habla hispana, Percusión es un relato poético del mundo interior de un anciano que narra, a través de personas que marcaron su vida, el paso del tiempo y un mágico reencuentro del joven que fue con el viejo que es.

Obsesionado por la forma en la que se escribe un libro, Balza no llama a sus novelas, o cuentos, con esos nombres, sino que los denomina “ejercicios narrativos” —robándole el nombre a un texto del también venezolano Guillermo Meneses—, una expresión que le permite zafarse de las limitaciones genéricas. Dice que no tiene imaginación, que escribe sobre las cosas que ve y de las que toma nota, pero crea situaciones y mundos “que luego trae la realidad”, dice entre sonrisas.

Le pasó con el sida (su amigo Reinaldo Arenas fue quien le develó que existía la enfermedad sexual que mata a una de las protagonistas de Percusión, Janneke, casi diez años antes de saber su existencia); con la ciudad en que se convierte Caranat (Caracas); o con la guerra que “devora lo concreto” y destruye imaginación y la sensibilidad, y “en la que aún estamos metidos”, se lamenta.

“Empecé (muy temprano) a imitar: yo era un salvaje, mis hermanos y yo éramos como animales, así que poder leer me permitió diferenciarme: era como si yo estuviera destinado a ser árbol y la posibilidad de leer ya no me dejara ser árbol”, explica el escritor, que reconoce a Kafka como su escritor predilecto.

Otras novelas suyas son Marzo anterior (1968); D (1982), Medianoche en video: 1/5 (1995), Después Caracas y la última, Un hombre de aceite (2008) sobre la situación política actual de Venezuela. “Es terrible”, opina, “estamos en manos de un gobierno estéril, y al ser estéril el gobierno, el país se queda en nada”.

El narrador de Percusión es un hombre de sesenta y cinco años que regresa, de un larguísimo viaje de más de cuarenta años, a su ciudad, Caranat, donde vuelve a encontrarse con él mismo rejuvenecido. Después de un viaje resuelto en espirales alrededor de sí mismo se reencuentra con ese jovencito que marchó de la ciudad en busca de una estabilidad seriamente truncada por una frustración amorosa. La frase que inicia la novela es también de las que te arrastran a seguir leyendo: “El hombre más bello es quien llega desde el lugar más lejano dices al verme, como si yo hubiera partido ayer, como si este encuentro no ocurriese con cuarenta años de separación”.

En el viaje del narrador, un compañero de excepción: Giordano Bruno. Memoria y vida van a estar marcadas por las lecturas del filósofo italiano que murió en la hoguera inquisitorial. La observación gozosa de la naturaleza, de las ciudades, de las personas y sus sistemas, y su deseo de ser parte activa de ellos, van a mover al narrador que sale con veinticinco años de Caranat (trasunto de Caracas), donde ha sufrido un desengaño amoroso con Nefer, pero donde además no encuentra acomodo, ni personal ni laboral.

El primer destino del viaje es Dawaschuwa, “tan diferente de Caranat, nuestra ciudad modernísima (…) la dulzura de sus gentes me decidió”. La presencia en esta ciudad, que es Managua, y en sus alrededores; el trato con sus gentes y con sus paisajes. Eran los años finales de la dictadura de los Somoza. En la novela asoma la figura de Cardibal (Ernesto Cardenal), que ya iba forjándose como la figura que luego fue, que ahora es. La revolución sandinista es la música de fondo para mostrarnos las relaciones personales con Harry, un joven al que instruye y transforma de un buen salvaje en un prometedor licenciado, y que finalmente casi le lleva al suicidio, y a abandonar la ciudad. El segundo destino será “la Isla”, que trata de ser una imagen más o menos utópica de Cuba. El narrador sabe que allí nunca encontrará su sitio. De hecho es el único lugar donde no encuentra el amor, porque todo está demasiado reglado: también el sexo. El tercer lugar es Shamteri, que nos recuerda a Nueva York. Los círculos concéntricos nos muestran lugares opuestos. Las demás ciudades están citadas explícitamente: La Haya, Erevan, Samarcanda. La novela termina en un 2005 con un mundo desquiciado, con amenazas exteriores y con la necesidad de volver al principio de todo: Caranat.

“El hombre más bello es quien llega desde el lugar más lejano.” La belleza es el conocimiento, la sabiduría que da haber conocido tantas situaciones diferentes y a tantas mujeres. Las mujeres son parte esencial de cada ciudad. El único sitio donde no se cita expresamente a ninguna es “la Isla”. Pero las mujeres, el amor, el sexo, el desengaño… son motivo para ser feliz o no serlo en algún sitio. El narrador nos cuenta que no se puede enamorar de quien se le entrega totalmente. Así, los amores felices no existen, o no duran. En el momento en que la mujer se le entrega, deja de tener interés. Diferente es el caso de Harry: Harry es su obra. Ver cómo se aleja de lo que había previsto para él le causa un daño que bien pudo haber sido irreparable. El amor es entrega, es pulsión, es percusión: la música que mueve el mundo.