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Ed. Montana, año 1954. Tamaño 20 x 14 cm. Estado: Usado muy bueno. Cantidad de páginas: 90
Pedro de Angelis nació en Nápoles el 29 de junio de 1784. Hijo de burgueses acomodados, su infancia transcurrió en esa época de tremenda agitación política que culminó con la destitución del Rey y la instauración de la República Jacobina, de efímera duración, que fue arrollada y ahogada por la Restauración Borbónica.
El triunfo de las armas napoleónicas puso en el trono de Nápoles a Joaquín Murat, cuñado del Emperador. En su administración, Andrés de Angelis, hermano mayor de Pedro, hombre de ideas liberales y de saliente actuación militar, ocupó un importante cargo en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Fue él sin duda quien introdujo en la Corte a su hermano, que era por entonces oficial de artillería y se destacaba por su sólida erudición. Se le confió la educación y el cuidado de los hijos del Rey. Había sido para entonces profesor de historia y geografía en la Real Escuela Politécnica y Militar y consejeros de intendencia.
Al derrumbe napoleónico sigue la nueva Restauración Borbónica y en 1820 la revolución carbonaria que impuso a la dinastía los principios liberales de los que Pedro era ardiente partidario. En todo ese agitado período desempeñó varios puestos, algunos de importancia, como cuando quedó a cargo de la legación de su patria en París.
La invasión de Nápoles por parte de los austríacos termina con la carrera oficial de Pedro, quien permanece en París relacionándose en los salones literarios y en los ambientes intelectuales. Trabajó intensamente, siendo numerosos sus escritos políticos, colaborando en «La Revista Europea» y sobre todo en la «Biografía Universal Antigua y Moderna», en la que es autor de centenares de biografías. En los salones literarios de París donde alternaba con Lafayette, Destut de Tracy, Michelet y otros, conoció probablemente Angelis a Bernardino Rivadavia. Cuando más tarde Rivadavia, ya como presidente de la República, le pidió a Varaigne dos redactores de periódicos, éste no vacila en recomendar a Pedro Angelis.
Bajo estos auspicios venía Don Pedro al Río de la Plata. Alboreaba el 1827 y sus 42 años daban ya un marco de serenidad a su digna figura de estudioso. Su tarea como escritor, periodista, orientaor doctrinario, historiador, geógrafo y defensor de la unidad y soberanía nacionales se proyectará a lo largo de más de treinta años en las más disímiles situaciones políticas.
A poco de llegar aparece «La crónica política y literaria de Buenos Aires» de la cual Angelis era, con Mora, principal redactor y cuya existencia se prolongó varios meses. Don Pedro colaboró intensamente en «El Lucero», cuya publicación dura hasta el año 1833. A esta época pertenecen también sus ensayos literarios y políticos: hace la defensa de la posición de Buenos Aires en la guerra con el Brasil y fustiga a los caudillos federales que saboteaban el esfuerzo de guerra y preconiza la unidad nacional contra los enemigos exteriores.
Llegamos al año 1833, decisivo por más de un concepto en la historia nacional. Había terminado el primer gobierno del general Rosas y a la sazón dirigía Balcarce los destinos de la Provincia.
Definitivamente derrotado el bando unitario no tardó en hacerse la nueva disposición de fuerzas con la escisión del Partido Federal en dos grupos irreductibles: por un lado los partidarios de Rosas, o restauradores, o apostólicos; por otro lado los liberales, o lomos negros, o cismáticos. A éstos últimos se unieron con entusiasmo los restos del antiguo Partido Unitario. El Gobierno respaldaba a esta fracción cuya cabeza visible era el Ministro de Guerra, General Martínez.
En estos momentos excepcionales adquirió la prensa de Buenos Aires una virulencia tal vez la más grande en toda nuestra historia. Los numerosos diarios y pasquines de ambas tendencias, amparados por la libertad de imprenta, vomitan las más tremendas injurias contra los contrarios. Sus hogares, su vida privada, sus costumbres, su fortuna, nada se salva de la malevolencia. Don Pedro de Angelis militaba en el bando rosista, esto es, en la oposición.
Durante los primeros años del segundo gobierno de Rosas, Angelis se aleja del periodismo y dedica todos sus desvelos a la publicación de la «Colección de Obras y Documentos Relativos a la Historia Antigua y Moderna de las Provincias del Río de la Plata». Es el primero en hacer historia científica y documentada en nuestra Patria. De esta obra, cuya publicación fue interrumpida a causa de las enormes dificultades que creó el bloqueo francés, llegaron a aparecer siete tomos. Basta decir que ordenados, comentados y apuntados por Angelis, se agrupa la documentación fundamental de la época de la Conquista, de la Exploración y de la Fundación, las descripciones geográficas y los hechos históricos que se desarrollan en su escenario.
La publicación de esta obra que deja en posición desairada a los que hablan de la restricción de la cultura durante el gobierno de Rosas, debió suspenderse en 1838. En la contratapa del último cuaderno distribuido a los suscriptores se lee la siguiente Protesta del Editor: «Entre las varias dificultades que hemos tenido que vencer para llevar a cabo nuestra empresa no habíamos calculado que había de estrellarse en el bloqueo de los franceses, tan injustamente declarado contra la Confederación Argentina a las que nos preciamos pertenecer. La suspendemos por ahora, prometiéndonos emprender una segunda serie de documentos inéditos y de igual naturaleza que los publicados, luego que desaparezcan de las aguas del Plata los que han venido a ostentar su poder, para turbar el sosiego de un pueblo inocente. Al despedirnos de nuestros suscriptores les damos las gracias por la protección que nos han dispensado y esperamos que no nos rehusarán su cooperación cuando volvamos a solicitarla».