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DVD Original
Estado: Nuevo
Origen: Francia / Inglaterra
Blanco y negro
Idioma: Francés / Inglés
Subtítulos: Castellano
Duración:
Para nosotros la libertad: 83′
Bajo los techos de París: 80′
El millón: 80′
El espectro errante: 82′
Director: René Clair
Actores:
Para nosotros la libertad: Germaine Aussey, Paul Olivier, Leon Lorin, William Burke
Bajo los techos de París: Albert Préjean, Pola Illery, Gaston Modot
El millón: Annabella , Louis Allibert, Paul Olivier, Raymond Cordy, René Lefebvre, Wanda Gréville
El espectro errante: Robert Donat, Jean Parker, Eugene Pallette, Elsa Lanchester
Para nosotros la libertad
Dos hombres se encuentran en la cárcel. Amigos de siempre, amigos de camino, Louis y Emile deciden escaparse para vivir la libertad. Louis, logra escapar, Emile, no. Louis sorprendentemente, inicia su fortuna robando. Ya son tiempos futuros, Louis ahora tiene una gigantesca empresa de discos que esclaviza a miles de trabajadores todos los días. Emile, mientras tanto, descansa oliendo una flor antes de que le sea impuesto trabajar en la misma tienda de discos. Louis trata de favorecer el casamiento y la integración de Emile a la vida burguesa…
Bajo los techos de París
El cineasta René Clair acogió la llegada del sonido al cine con cierta cautela cuando no con total aprensión. Para él, como para otros cineastas de la época, el sonido podría funcionar en detrimento de la evolución del lenguaje visual que el cine había ido elaborando durante tres décadas. Sin embargo, sus anteriores trabajos demuestran que Clair no era un cineasta de mirada cerrada y sí un autor que encontraba en el medio cinematográfico—al menos en su primera época— un lugar para la experimentación gracias a que aún se trataba de un arte en ciernes, en busca de su definición.
Bajo los techos de París fue un éxito de taquilla —uno de los mayores en la Francia de los treinta— en el momento de su estreno gracias, en parte, al eslogan que la publicitó: “¡Todos hablan!, ¡Todos cantan!”: la llegada del sonido era un gran reclamo para el público, que no quedó defraudado con la propuesta de Clair, quizá también porque además de incluir música y palabra su sencilla trama engrosa géneros tan populares como el melodrama, el romance, la comedia de situación y el policiaco, mezcla que convirtió a Bajo los techos de París en uno de los hitos del cine francés.
Clair no intentó introducir el sonido de manera naturalista, no al menos como después se haría o como algunos cineastas ya buscaban al hacerlo. Clair sincronizó el sonido con las imágenes, por lo que Bajo los techos de París puede considerarse de alguna manera una película muda a la que se le añadió posteriormente el sonido —en toda su extensión—, de ahí que muchas secuencias carezcan de sonido y que vista sin atender a su banda sonora pueda seguirse la narración sin problema alguno: Clair trabaja las imágenes al modo silente, por lo cual el montaje de éstas y su trabajo en el rodaje posee significado suficiente como para no necesitar acompañamiento sonoro. Y sin embargo lo tiene y funciona. Por otro lado, ese antinaturalismo viene enfatizado por diversas secuencias en las que escuchamos música o diálogos pero, en cambio, no el sonido ambiente de la escena. Aún contextualizando la película, algo así crea un desconcierto que, sin embargo, no opera en contra de la película, sino todo lo contrario, le añade una extraña atmósfera que puede, de una manera quizá un tanto forzada, representar la propia extrañeza que acompañaba la llegada del sonido al cine.
El millón
Un pintor acosado por los acreedores encuentra su salvación al conocer la noticia de que es poseedor de un billete de lotería premiado, pero una serie de casualidades han hecho que el billete se haya extraviado, la película narra las vicisitudes del protagonista para encontrarlo. ¿Y qué tiene que ver esto con la ópera? Pues bastante porque la raída chaqueta en la que el protagonista había guardado el billete acaba en las manos de un tenor del Metropolitan de Nueva York que ha llegado a París para cantar en la Ópera…
El espectro errante
Un millonario americano compra un castillo en Escocia para reconstruirlo en La Florida. El fantasma del castillo le sigue los pasos…una de las comedias más célebres de René Clair